spanish vayera 2012

La prueba más difícil para un ser humano

Hace algunos años atrás, solía reunirse un minián para rezar en una habitación contigua al departamento de uno de mis vecinos. Todos los viernes por la noche, solían invitar a un orador para disertar frente a la pequeña congregación entre Minjá y Arvit. Siete años atrás uno de ellos nos compartió la siguiente idea:

En las plegarias del rito Sefaradí existe un poema muy conmovedor, cantado en los Iamim Noraim: Et Shaaré Ratzón; en el que se describe detallada y emotivamente el episodio de Akedat Itzjak y es recitado antes de tocar el Shofar. Allí el autor del piut (poema) menciona que en el momento de la Akedá, Abraham experimentó sentimientos muy contradictorios: עין במר בוכה ולב שמח – ojos llorando amargamente, pero con un corazón alegre. Obviamente, es de entender que Abraham llorara mientras preparaba el cuchillo para sacrificar a su hijo. Sin embargo, ¿cómo sabe el poeta que Abraham estaba alegre en su corazón en una situación tan difícil como esta? ¿Quizás en realidad estaba triste en el momento de la Akedá?

Una pregunta más: Abraham debió caminar hasta encontrar el monte sobre el cual descansaba la Nube de la Gloria, ¿por qué Di-s no le reveló desde el principio a dónde debía llevar a Itzjak para sacrificarlo? ¿Cómo podemos entender este trato y qué aporta a la difícil prueba?

La respuesta es tan grandiosa, que necesito compartirla con los demás; sería una pena dejarla allí en mi memoria, teniendo en cuenta que sólo un mínimo número de personas la escuchamos en aquella pequeña sinagoga.

En el transcurso de esta prueba, aparentemente la más difícil de todas, había una prueba mucho más profunda que puede fácilmente pasar desapercibida. Sabemos que la persona no es capaz de recibir inspiración Divina (Rúaj Hakódesh) o profetizar en un estado de amargura. אין רוח הקודש שורה אלא על לב שמח (ירושלמי סוכה ה,א), אין שכינה ואין נבואה שורה לא מתוך עצבות (פסחים קיז,א). Así es que el Patriarca Iacov perdió su Rúaj Hakódesh en los años de depresión por la desaparición de Iosef. De regreso a nuestro caso, de haber estado afligido camino a cumplir esta mitzvá, Abraham no hubiera sido capaz de distinguir la Presencia Divina en la cima de la montaña; puesto que era divisible sólo mediante una visión profética. La única forma de pasar la prueba de ofrendar a su hijo sobre el Altar y casi sacrificarlo, era si Abraham estaba alegre de cumplir lo que le había sido ordenado.

Es más, de haber sido dominado por la amargura, allí arriba de la montaña con el cuchillo en la mano sobre el cuello de Itzjak, Abraham no hubiera sido capaz de oír la Voz Celestial que lo llamaba, ordenándole abstenerse de sacrificar a su hijo. Entonces sí, no estaríamos aquí hoy para leer este artículo.

La persona puede vivir toda su vida estudiando Torá, rezando, haciendo jésed y todo lo que un judío está obligado a hacer. Posiblemente lo logre con mucho esfuerzo, pero si lo hace con el ceño fruncido, cuando llegue allí Arriba le dirán: “has pasado todas las pruebas, excepto la más difícil” – la de servir a Di-s con alegría, disfrutando de lo que haces.

¿Cómo es posible gozar de algo que requiere tanto esfuerzo? ¿Cómo podía “disfrutar” Abraham, cuando estaba sacrificando a su único lazo para el futuro del Judaísmo? La respuesta reside en que no hay mayor placer en el mundo, nada que se compare al reconocimiento del Creador. Por más grande que fuera la entrega de una persona por la vida de su hijo, este placer está en otra categoría que el de servir a Di-s con agradecimiento y aprecio por todo lo que hizo y hace por nosotros. Por eso los Sefaradim cantamosעין במר בוכה ולב שמח  un ojo llorando amargamente por la pérdida de un hijo, por la pérdida de uno de los mayores placeres que un ser humano puede vivir, a cambio de un placer mucho grande, y de más alto nivel: cumplir la Voluntad Divina.         .

 

Cómo concentrarse durante la tefilá

 

Todos anhelamos rezar con suma concentración, pero muy a menudo nos distraemos y nos llenamos de frustración. La verdad es que en la actualidad, mantener la concentración es una meta muy difícil de conseguir para gran parte de la humanidad; mucho más difícil que en épocas anteriores. ¿Existe alguna técnica exitosa que nos puede ayudar a mantener la concentración mientras rezamos e impedir que durante las plegarias pensemos en todo lo que circula por nuestra mente?

Veamos. Me gustaría que trates de concentrar la atención durante un minuto en observar detalles diminutos.

Sin duda te es difícil, ya que no te ordené concentrarte en algo específico. A grandes rasgos, resulta ser la misma dificultad que concentrarse durante la tefilá. Lamentablemente, muy a menudo nos olvidamos de concentrar la atención en nuestra comunicación con Di-s, y en lugar de ello nos concentramos en la próxima palabra que debemos decir. Para poder comprender y apreciar lo que rezamos, debemos ser capaces de concentrarnos en la conversación. Pasaré a detallar este concepto.

Nuestro Patriarca Avraham innovó la idea de rezar a Di-s a modo diario. Él dio origen a las plegarias matutinas. Es más, el Talmud nos relata que Avraham poseía un lugar fijo para rezar y, en el mismo ensayo, también menciona que la palabra pararse (amidá) es equivalente a la palabra plegaria. ¿A qué se debe esto? La respuesta reside en que el vocablo amidá posee una doble connotación. Significa pararse, pero a su vez también significa quedarse quieto, sin moverse. Y este es el punto más central en la tefilá: inmovilizarse y detenerse para poder concentrarse. Esto significa reconocer que estamos parados frente a Di-s, dirigiéndonos a nuestro Creador en segunda persona; “Tú” (אתה). Pensar en otras cosas, como todos nuestros quehaceres y listas de nuestra agenda diaria, no es apropiado para este momento; eso no significa quedarse quieto, sino estar encaminado hacia otra cosa.

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Cuando Avraham rezó por los habitantes de Sedom, el versículo también nos dice que el gran Patriarca estaba parado: ואברהם עודנו עומד לפני ה’ (יח, כב) (Avraham aún permanecía parado frente a Di-s)… Rabí Jaim Soloveitchik deduce del Rambam que olvidarse en cualquier momento de la plegaria, de que uno está parado frente a Di-s, las descalifica. Sale, entonces, que el requerimiento de ser conciente de que uno está parado frente a su Creador es mucho más riguroso que el de concentrarse en las palabras que uno recita en las plegarias. Ya que la desconcentración descalifica las plegarias solamente si ocurre durante la primer bendición de la Shemoná esré (mas no en las demás bendiciones), mientras que olvidarse de que uno está hablando con Di-s descalifica la plegaria en cualquier parte que suceda. A esto alude la Torá cuando nos dice que Avraham aún estaba parado frente a Di-s; él no se olvidaba ni siquiera por un instante dónde se encontraba.

Esta idea nos puede ayudar a mantener la concentración y las verdaderas intenciones durante la tefilá. La mente humana se concentra por intermedio de asociaciones; si tratamos de entender las palabras que pronunciamos, sin concentrarnos en dónde y en medio de qué estamos, le es mucho más difícil a nuestra mente mantener la concentración. En cambio, si tenemos presente constantemente que estamos parados frente a Di-s, y nos recordamos a nosotros mismos con Quién estamos hablando cada vez que decimos “Tú” (אתה), entonces las probabilidades de lograr concentrarnos también en el significado de las palabras son mucho mayores.


Aprendiendo de los Patriarcas y las Matriarcas

Creer que los hombres y las mujeres se comunican de manera similar, es un pensamiento ingenuo. Más ingenuo aún es creer que podemos explicar la conducta de nuestros Patriarcas y Matriarcas en términos de nuestra propia perspectiva de la vida. A continuación, me permito aclarar estas dos ideas equivocadas y conectarlas con la parashá de esta semana.

La Torá y el Midrash nos relatan que Sará notó en Ishmael, el hijo de Avraham y Hagar, una conducta inmoral. Una de sus prácticas indeseadas era el deporte de disparar flechas directo hacia la cabeza de Itzjak, el hijo de Sará. Ishmael, un adolescente en aquella época, afirmaba que se trataba simplemente de un juego y que ningún daño le podría ocurrir. Ishmael también se burlaba de Itzjak destacando su propia primogenitura, con la cual era merecedor de una doble porción en la herencia. Sará no podía dejar pasar estas actitudes, y solicitó a Avraham: “echa a esta criada y su hijo, pues el hijo de esta criada no recibirá la herencia junto a mi hijo Itzjak”.

Muchos malinterpretan el desacuerdo ocurrido entre Avraham y Sará respecto de si echar a Ishmael y Hagar o no; juzgándolo como un asunto personal. Sin embargo, la Tosefta aclara que no era el caso, sino que tanto a Avraham como a Sará les preocupaba la posible deshonra de Di-s, denominada jilul Hashem. Lo que Sará intentaba transmitir era: “Si mi hijo Itzjak aprende de la conducta y los hábitos de Ishmael, ¿acaso no se estará profanando el Nombre de Di-s?”. A Sará le inquietaba que el Nombre Divino sea profanado si su hijo, futuro Patriarca del Pueblo Judío, habría de adoptar algún rasgo de la conducta de Ishmael. Avraham, a su vez, le respondió que le era muy difícil llevar a cabo este pedido, pues: “Después de haber ascendido a Hagar del nivel de criada al de ama de casa, ¿qué habrá de decir la gente  si la echamos de nuestro hogar?”. Avraham estaba preocupado por su propia talla como patriarca, así como por la posible profanación del Nombre Divino. A lo cual contestó Sará que si existe una discordancia entre los dos, entonces que Di-s lo decida. De hecho, Di-s sentenció a favor de la opinión de Sará, diciéndole a Avraham: “Todo lo que Sará te diga, hazle caso”. Rashí señala que la terminología utilizada en este versículo es un poco sorprendente, ya que a modo textual, Di-s le dice “escucha su voz”, en lugar de “escucha sus palabras”. ¿No es acaso incomprensible una voz sin palabras?

Di-s le estaba indicando a Avraham que Sará era superior en profecía que él. Su voz alude a su voz de profecía, su poder de profecía. Aun así, este versículo esconde una peculiaridad mucho más profunda, que sintonizando un poco en el idioma hebreo lograremos comprender. A Avraham le fue ordenado “atender/escuchar a su voz” – שמע בקולה. Gramáticamente hubiera sido más exacto decir שמע לקולה. Al utilizar la preposición ב, parece ser que Di-s intenta indicar algo más que simplemente atender/escuchar.

Creo que el significado más profundo reside en lo expuesto en las líneas siguientes: Cuando un marido o hijo oye a su esposa o madre decir algo, tiende a escuchar lo dicho verbal y específicamente y no sintoniza tanto en las emociones que ella intenta comunicar. Él se olvida que las mujeres tienden a utilizar claves no verbales como el tono, la emoción y el énfasis, al transmitir lo que tienen en mente. Esto es lo que Di-s le dijo a Avraham: al escuchar a Sará, no atiendas solamente a lo que ella dice, sino también a la forma en que lo dice.

Ahora sí, echemos un vistazo más de cerca al pedido de Sará de echar a Ishmael y Hagar: “echa a esta criada y su hijo, pues el hijo de esta criada no recibirá la herencia junto a mi hijo Itzjak”. A primera vista, parece como si Sará es sobre protectiva para con su hijo Itzjak y envidia la relación de Hagar con su marido Avraham. Sin embargo, de los Midrashim es posible advertir que la realidad no era así. Sará sentía que Hagar debía ser echada, pues si no era capaz de educar a Ishmael correctamente, no podía ejercer como madre en la casa de Avraham – un hogar donde se educaba a la gente a servir a Di-s. Sará apuntaba a los valores morales y no a sus consideraciones personales; su superior prioridad era santificar el Nombre de Di-s. Estos sentimientos internos y el sentido de justicia eran realmente resultado de su alto nivel de profecía. Aun así, por respeto a su marido Avraham, se cuidó de no decirle explícitamente lo que sin duda creía correcto, como resultado de su nivel de profecía superior, sino que buscó un modo de decirlo como si se tratara de un asunto personal.

Otro aspecto en este punto, es el hecho que la mayoría de las mujeres no contestan “sí” o “no” a preguntas que los hombres suelen contestar concisamente. Todas las mujeres, y particularmente las más modestas, no suelen declarar explícitamente sus sentimientos. Ellas necesitan una oportunidad para expresarse. De no obtener esta oportunidad, posiblemente eviten comprometerse. E incluso cuando sí se expresan, posiblemente aún digan: “No sé, haz lo que te parezca”. Siendo así, el hombre debe ser muy perceptivo al escuchar la voz de su mujer, sentir lo que ella siente, y tratar de imaginarse solo qué es lo que quiere decir. Esto es fundamentalmente lo que Di-s le dijo a Avraham בקולה שמע y no לקולה שמע – “escucha a su voz”, no solamente a lo que su voz manifiesta explícitamente.

El Jatam Sofer confirma este concepto del comentario de Laván hacia Eliézer con respecto a dar la mano de Rivká para contraer matrimonio con Itzjak: נקרא לנערה ונשאלה את פיה – “Llamemos a la niña y preguntémosle su boca”.( Bereshit 24:57) Superficialmente, la palabra פיה (su boca) parece superflua. El Jatam Sofer explica que Laván estaba dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de impedir que su hermana se casara con Itzjak y construyera la Nación Judía. Laván se imaginó que si habrían de poner a Rivká en una situación comprometedora, preguntándole si quería casarse con él o no, seguramente no sería capaz de responder directamente. Entonces, Laván pensaba explicar sus palabras como una declinación. Sin embargo, un milagro ocurrióy Rivká respondió un “¡sí!” bien claro.



Berajot 6b

Sotá 5.

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