spanish Lej Leja 2013

 El Escudo de Abraham – Tu Escudo

 

La primera bendición de la amidá se llama “Avot”. Cada una de sus palabras es una joya y la concentración e intención son un requerimiento obligatorio; tres veces al día, cada día de nuestras vidas. “Di-s de Abraham, Itzjak y Iacov. Di-s grandioso, poderoso y temible, Di-s supremo, Quien concede favores y forja todo. Recuerda las virtudes de los patriarcas y redime por la honra de Su Nombre a toda la posteridad, con amor. Rey, Quien ayuda, salva y escuda. Bendito eres Tú, Di-s, Escudo de Abraham“.

Siempre tuve dos inquietudes sobre esta bendición: ¿Por qué está todo en tiempo presente: עוזר ומושיע ומגן – קונה הכל… מביא גואלforja todo, ayuda, salva y escuda… Di-s redime en lugar de יביא גואלredimirá? Y, ¿por qué es el Escudo de Abraham y no de Itzjak o Iacov? El Talmud (Pesajim 117b) dice: “והיה ברכה” – בך חותמים ואין חותמין בכולן. Di-s le prometió a Abraham que la primera bendición de la amidá sería terminada con su nombre: מגן אברהם – Escudo de Abraham. ¿Qué tan especial hizo Abraham, más que Itzjak o Iacov, para hacerse digno de ser mencionado en la culminación de la primera bendición de la plegaria de Shemoná Esré?

La respuesta que encontré me cambió los sentimientos durante las plegarias, arrojándome una nueva luz sobre todo lo relacionado con la religión. Permíteme, entonces, compartir contigo el maravilloso descubrimiento.

Un principio fundamental de la fe judía es que Di-s conoce las pruebas que la persona está atravesando en este y cada preciso momento de su vida. Él está aquí, listo y gustoso de salvarnos, ayudarnos y guiarnos. Di-s nos está redimiendo en este preciso momento, de los problemas de la vida. Él nos está ayudando ahora mismo, nos está salvando ahora mismo. Bendecimos “Bendito eres ” y no Bendito es Él, puesto que le hablamos directamente a Él, en cualquier momento del día. De esto se trata el Judaísmo: fe y confianza en que Di-s está aquí con nosotros, ahora, en la batalla presente de nuestras vidas, ayudándonos a alcanzar nuestras metas. ¿Cómo se vería tu vida si te manejarías con esta forma de pensar? ¡Un día completamente diferente! ¡Una vida completamente diferente! ¡Un judío totalmente distinto! Lo más gracioso es que uno puede optar por vivir de esta forma, constantemente viendo y sintiendo la orientación Divina en cada paso que uno da. Sólo hace falta conocer y comprender el correcto significado de las plegarias, tres veces al día. Sólo hace falta rezar con la consciencia de que Di-s es, de hecho, una Compañía y Guía constante. El Judaísmo es algo tan hermoso…

De todos los Patriarcas, ¿quién fue el que más luchó para adquirir esta consciencia, para llevar adelante esta forma de vida? Abraham. De todos los Patriarcas, Abraham fue el único que se vio obligado a dedicar su vida para demostrar al mundo que Di-s existe, para siempre domina el presente y es tanto eterno como inmortal. Incluso previo a su nacimiento Abraham fue destinado a muerte debido a su fe en el Di-s Único. (Nimrod, el rey más poderoso del mundo en aquel entonces, había sido advertido por sus astrólogos que un bebé habría de nacer, quien pondría en desafío y refutaría las creencias paganas que gobernaban en su reino. En su frenético temor, Nimrod mandó a matar a cerca de 70 mil bebés. Cuando la madre de Abraham, Amtelá bat Karnevó, esposa de Téraj, el general superior de Nimrod, comenzó a sentir dolores de parto, se escondió en una cueva. Allí dio a luz a Abraham, que con la luz emanante de su rostro iluminó la cueva. Ella observó a su bebé y le dijo: אוי לי שילדתיך בזמן הזהay de mí que te di a luz en tiempos como estos, cuando Nimrod asesinó 70 mil bebés por culpa tuya. Me temó que Nimrod te encuentre y te asesine también. Prefiero abandonarte en esta cueva para que mueras, antes que llevarte al mundo para ser asesinado por Nimrod. Solo en la cueva, el bebé Abraham no tenía fuente de alimentación y lloró. Di-s escuchó su clamor desde lo profundo de la cueva y le envió al Ángel Gavriel para mantenerlo. El pulgar derecho de Abraham milagrosamente comenzó a emanar leche y él la succionó. Así continuó hasta que Abraham tuvo diez días de vida, y entonces comenzó a caminar por la tierra…) Di-s resguardó a Abraham en el fuego de Ur Kasdim, al abandonar la casa de su padre, cuando Sará fue secuestrada en Egipto, durante la hambruna, en la guerra contra los reyes, cuando Sará fue secuestrada por Avimélej, en Akedat Itzjak… Di-s nos resguardará y escudará a nosotros también, si confiamos en Él con una fe íntegra.

Así es como nos dirigimos a Di-s en tiempo presente, rezando con plena fe en que Él nos proveerá la salvación y colmará todas nuestras necesidades. Ahora mismo Él está salvando tu vida, trayéndote la salvación, tu salvación. Sólo necesitas creerlo. Tres veces al día. Él conoce tus problemas, tus luchas, y en este preciso momento está organizándolo todo para solucionártelos, sin que tú siquiera sepas cómo. Con una sola condición: que sincera y realmente confíes y creas en ello. No como Harán.

Harán, el hermano de Abraham, no estaba seguro de si su hermano estaba en lo cierto respecto de su fe en Di-s. Cuando Abraham fue arrojado a las llamas en Ur Kasdim, Nimrod le preguntó a Harán si compartía las creencias anti paganas de su hermano. Harán hesitó si seguir a su hermano camino a las llamas por la fe en el Judaísmo. Al observar las llamas y ver que Di-s estaba allí adentro salvando a Abraham, siendo testigo del éxito de Abraham en su debate contra Nimrod – coronado por la milagrosa salvación de su hermano – decidió responder afirmativamente y fue inmediatamente arrojado a las llamas. Sin embargo, Di-s no obró un milagro para Harán. (Midrash Tehilim 108) ¿Por qué no?

La respuesta es una que puede sacudir hasta lo más profundo de cualquier judío: Di-s estaba dispuesto a obrar un milagro por Abraham únicamente, pero no por Harán, por cuanto la clase de fe que trae milagros es una fe incondicional y sin vacilaciones – no una extraída de la manga como un documento que asegura el paso por situaciones difíciles. Abraham había adquirido una fe inquebrantable en Di-s y estaba dispuesto a morir por ella. Harán no estaba dispuesto a entregar su vida por esta creencia, sino que confió en su esperanza que el milagro realizado para su hermano sería realizado por él también. No era una fe alcanzada por su propia cuenta, era la misma clase de fe que muchos “creyentes” poseen, una clase pasiva que sólo sigue a las multitudes sin dedicarle demasiado pensamiento al asunto. El Judaísmo se trata de descubrir, mediante la Torá y una correcta observación de la naturaleza, que existe un Creador Quien desea que sirvamos a Él y cumplamos Sus Preceptos. El Judaísmo se trata de ser ivrí – “habitante del otro lado”. Todo el mundo puede estar en desacuerdo con nosotros y pararse del otro lado del “río” de ideologías, pero aun así, el judío auténtico como nuestro gran Patriarca Abraham, permanece solo con su fe y creencia, contra el fuego y el agua y aun si a simple vista nadie apoya su lado en el debate. Harán no estaba dispuesto a ser el “hombre solitario” en su fe, no estaba dispuesto a cargar con orgullo su creencia. Y por ello, Di-s no estuvo dispuesto a jugarse por él.

Es por ello que comenzamos la amidá con “Avot”, conectándonos con sus creencias, relacionándonos con sus vidas. La forma de pensar y creer de Abraham Avinu es nuestra forma de pensar. Y esta forma nuestra de creer hace a la diferencia. Es una cuestión de salvación o fracaso. Vida o muerte. Al dar los tres pasos para atrás antes de comenzar la amidá, pregúntate a ti mismo: “¿Soy consciente y creo en que Di-s me está escuchando ahora mismo, listo para asistirme? ¡Si tan sólo se lo pediría de todo corazón! Está dispuesto a concederme lo que Le pida, Él sólo quiere que crea que realmente está aquí. ¿Realmente lo creo?”.


Definiendo el “jinuj


Un rasgo singular de la lengua hebrea es que la esencia más profunda de cada palabra se encuentra en su primer uso en la Torá.

Por ejemplo, los vocablos “gadol” (grande) y “katán” (pequeño). La primera vez que los encontramos en la Torá es en referencia al sol, “hamaor hagadol“, y la luna descripta como “hamaor hakatán” (Bereshit 1:16). Los vocablos ´grande´ y ´pequeño´ no aluden solamente al tamaño, sino que el gadol también es mashpía, el que influencia. El sol es la fuente de la luz, mientras que la luna es receptora de esta luz, afectada por ella. Esta habilidad de dar e influenciar, en contraposición a la de tomar y recibir del katán, es la que define al sol como gadol y la luna como katán. El título “Gadol Hador” no se le adjudica al sabio y erudito de la Torá más grande de la generación por la cantidad de sabiduría que adquirió ni por el número de seguidores que posee. Sino que el mayor requisito para ser un Gadol es ser mashpía, una fuente espiritual de sabiduría, guía, consejo y esperanza. Irónicamente, una persona puede ser gadol, grande en edad, permaneciendo katán, carente de todo lo necesario para influenciar a otros, a la comunidad, al entorno, e incluso a la familia.

Una vez explorado este ejemplo clásico acerca de la profundidad de la lengua hebrea, el Lashón Hakódesh, pasemos a examinar una palabra que describe el tema más ubicuo de cualquier conversación Judía: jinuj. Comúnmente interpretado como educación, pero mucho más profundo en realidad. En la Parashá de esta semana encontramos por primera vez el vocablo jinuj, en alusión a la relación entre el Patriarca de nuestro Pueblo, Abraham, con su sirviente Eliézer: וירק את חניכיו (“apresuró a su aprendiz – Eliézer – a quien había entrenado en el cumplimiento de las Mitzvot” Bereshit 14:14). Rashí explica que la palabra jinuj es “entrenar a una persona o elemento para ser capaz de lograr lo máximo de él en el futuro”. Abraham había entrenado a Eliézer a cumplir las mitzvot y hacer jésed de tal modo que estaría auto-motivado y capaz de hacerlo por sí mismo. Es interesante que Rabí Meir Shapira de Lublín deduce de las palabras de Rashí que si el entrenamiento no logra un efecto de larga duración, entonces no es un jinuj-entrenamiento correcto.

Jinuj no significa criar niños, significa criar adultos. Quizás esto suene algo raro, pero algunos padres viven con esta equivocación. En lugar de criar, nutrir y cultivar una familia, ellos tratan de mantenerla. Los esfuerzos invertidos en este mantenimiento debilitan la necesidad latente e innata de entrenar a los integrantes de la familia para su conducta futura.

La consecuencia de este malentendido es que los padres perciben a sus hijos como niños sentados en el asiento trasero del auto, que los seguirán en cualquier dirección que los padres elijan. Rabí Israel Salanter escribe: así como el carpintero pisa los restos de madera y el vidriero los restos de vidrio, también el mentor (o padre) pisa las almas de sus aprendices. Por naturaleza, un artesano no aprecia tanto la materia prima con la cual trabaja. Del mismo modo, los padres pueden llegar a tratar a sus hijos de un modo de “crianza”, como si fueran su materia prima de trabajo, y no como un ser independiente.

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En memoria de Shmuel ben Rachel Hakohen A”H

להצלחת אליהו בן סופיה

La Torá hace referencia a jinuj como un entrenamiento. Un entrenamiento para el cumplimiento de las mitzvot, para una vida de Torá. El concepto de la crianza transmite un trato con los niños de la forma más favorable para el tiempo que permanecen en el hogar de sus padres, causándoles la mínima molestia posible. Por el contrario, el entrenamiento connota un acto de guía, ejemplo y tutoría constantes por parte de los padres.

Esta diferencia tiene un sinfín de ramificaciones. Los métodos de crianza o educación institucional pueden tener efecto sobre un niño, aun sin estar este completamente involucrado en ellos. Es como simplemente arrojarlo al asiento trasero y ajustarle el cinturón. El entrenamiento, por el contrario, nunca puede ser logrado si hay resistencia por parte del receptor. Si bien un niño manipulado por sus padres con recompensa por su buena conducta y castigo por mala conducta, puede mostrar una mejoría de corto plazo, muy raramente continuará logrando resultados positivos a largo plazo.

Además de crear un entorno de amor y calidez, el jinuj adecuado puede ser logrado únicamente donde hay confianza – la confianza del niño que se siente importante en los ojos de su padre o mentor. Una comunicación y atención sincera, validando y mostrando simpatía por los sentimientos del niño, pueden ser las herramientas más poderosas para lograrlo. Es indescriptible el daño que se puede realizar en esta relación de entrenamiento, si no se presta atención al niño cuando quiere compartir sus sentimientos con el padre. “Ahora no es el momento indicado, pero me gustaría escucharte más tarde (especificando un momento apropiado)”, puede ser una buena alternativa. Atender, preferentemente diez minutos al día, fortalece la relación entre el padre y el niño, resultando en una mejor predisposición del niño a ser entrenado por alguien en quien confía.

El requisito para este primer paso del entrenamiento es la auto superación del padre mismo. Frecuentemente, al ser consultado por padres que trataban con niños adolescentes, mi maestro aconsejaba que los padres trataran de fortalecerse a sí mismos en aquel mismo punto en que veían dificultades en sus hijos.

 

 

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