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—–EL MES DE AV – “¡PADRE!”—– 

Un paso adelante hacia el “AMOR INCONDICIONAL”—

—–EVITANDO ELUDIR——

 

—–EL MES DE AV – “¡PADRE!”—– 

Varios años atrás, los titulares de los periódicos en todo el mundo informaron acerca de un trágico accidente de tránsito en el que fallecieron los padres de una familia, junto a algunos de los hijos. Unos cuantos meses después, un pariente cercano que se había apegado mucho a los desdichados huérfanos, y que desde el trágico acontecimiento comenzó a acercarse al camino de la Torá, dejó de lado su atareada agenda para venir a Jerusalén y tomarse un recreo de sus negocios, sentándose a estudiar Torá. En Jerusalén, se acercó a la mayor Ieshivá del mundo: la Ieshivá de Mir. Después de una semana de intenso estudio junto a los más calificados estudiosos de la Torá, invitaron a este pariente, llamémoslo Gabriel, a compartir con el grupo sus reflexiones acerca del período de duelo de nuestro Pueblo conocido como “ben hametzarim“, así como algunas impresiones de su tragedia familiar. Sus palabras hicieron llorar al grupo de talmidé jajamim.

Entre otras cosas, él señaló que el mes de Av es el único mes del calendario judío cuyo nombre tiene un significado en el idioma hebreo. ‘Av’ significa padre. A continuación preguntó: ¿Por qué el mes en que se conmemora la destrucción de Jerusalén y el Templo Sagrado es llamado ‘padre’?

Antes de responder a esta interesante pregunta, Gabriel se desvió al relato de su tragedia familiar y de cómo cada uno estaba tratando de sobreponerse a la enorme pérdida:

Hace poco tiempo, encontré a una de los niñas huérfanas de 18 años llorando por sus dificultades en la escuela y con sus nuevas amigas, por la incertidumbre sobre la profesión a seguir estudiando y por su temor al acercarse la edad en que sus compañeras comenzaban a casarse. Sus lágrimas estaban relacionadas con todo lo que una joven normal de su edad tiene para llorar. Me costó contener mis lágrimas mientras trataba de ayudarla poniendo las cosas en su verdadera perspectiva: “Seguramente estás esperando una respuesta diferente para cada una de tus preguntas, ya que esencialmente no están relacionadas entre sí. Sin embargo, en cierto sentido, existe una respuesta común para todas tus preguntas: Las dificultades que tú estás atravesando son experimentadas por muchas jóvenes de tu edad, quienes, por lo general, las sobrepasan con éxito recurriendo al aliento y consejo de los padres. No obstante, sin un padre y una madre, muchas cosas son más difíciles para un adolescente”. Los padres eran la solución que esta joven necesitaba, pero nadie podía provéesela.

A lo largo de la historia judía, nuestro Pueblo sufrió numerosas pérdidas durante el período comprendido entre los dos ayunos que marcan el comienzo y el final de las “tres semanas”. Nosotros seguimos llorando por cada una de ellas. Al igual que la niña en el relato, somos propensos a buscar una respuesta o explicación específica para cada tragedia, tanto personal como colectiva; sin saber cómo sobrellevar el dolor, buscamos a alguien para llorarle. Sin embargo, la verdad es que la respuesta a todas nuestras preguntas es una y única: אב = ‘padre’. Tenemos un Padre en el Cielo y Él quiere que nos acerquemos a Él en busca de apoyo. Quiere que nos demos cuenta de que no tenemos un conjunto de problemas individuales, sino un sólo gran problema: nuestra lejanía de Él. Este debe ser nuestro enfoque durante estos días: reconocer hasta cuánto hemos arriesgado nuestra relación con nuestro Padre Celestial, y hacer todo lo posible para fortalecerla.

El amor de un padre
La relación de un padre con su hijo es diferente a la de una madre. Mientras que la madre normalmente crea una relación de amor muy abierto, el padre establece una relación de amor que a veces es un amor oculto. De hecho, un padre sumamente atareado posiblemente tenga pocas oportunidades de exteriorizar su amor hacia el hijo; pero si algo llegase a suceder al niño, Di-s libre, el amor y la ternura del padre habrían de salir a la luz, actuando el padre con su mayor sacrificio para hacer todo lo necesario por el bien del niño.

Existe otra diferencia evidente entre la relación del padre y la de la madre con el niño: un niño suele ser más cauteloso en exteriorizar su vergüenza frente al padre. Mientras que, por lo general, le pide a la madre que no revele sus transgresiones al padre, no es frecuente que le pida al padre que se abstengan de revelar su mala conducta a la madre. El niño a veces siente que su madre lo acepta así como es, en tanto que su padre tiene ciertas normas que no estará dispuesto a dejar pasar. Lo ideal es que cuando el padre muestra disconformidad con la conducta del niño, haciendo evidente su desaprobación, el niño con el tiempo mejora su comportamiento. Nuestra relación con Di-s, especialmente en este mes de Av, es similar a esta relación de padre a hijo.
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Al acercarnos a Tishá Be´av, debemos recordar que nuestro sufrimiento y dolor, tanto a nivel colectivo como personal, no se asemejan en lo más mínimo al de nuestro Padre Celestial. Un padre es padre sólo mientras tenga un hijo. Sin nosotros, Di-s no es un Padre. Y es por ello que nuestra conducta marca una gran diferencia: Una cosa es llorar durante estas tres semanas por nuestro sufrimiento personal. Un nivel más alto es llorar por las tragedias de nuestro Pueblo. Sin embargo, el nivel más alto de todos es llorar por el sufrimiento y el dolor que hemos causado a nuestro Padre Celestial con nuestro mal comportamiento.

Es mi deseo que en Tishá Be´av nuestras lágrimas desborden y se unan a las lágrimas de todos los Judios clamando con dolor: “¡Padre!”, y que pronto podamos regocijarnos todos juntos en Jersualén reconstruida. Amén.

 

 

 

 

—–Un paso adelante hacia el “AMOR INCONDICIONAL”—-


Nuestros Sabios nos dicen que el motivo de la destrucción del Segundo Templo y la dispersión de nuestro pueblo entre las naciones fue ‘שנאת חנם’ – odio sin causa. Y que sólo el ‘אהבת חינם’ – amor incondicional – puede acercar la reconstrucción del Templo y el final de nuestro amargo exilio.

Conozco a alguien que tomó estas palabras con suma sinceridad, e hizo su mayor esfuerzo por generar ‘ahavat jinam’ (amor incondicional): Al ingresar a una habitación, se preguntaba: “¿Acaso soy capaz de respetar y amar a cada persona en esta sala?”. Si bien este enfoque es sin duda loable, dudo que logre comenzar a resolver nuestro problema, pues su efecto es probablemente limitado dado que la mayoría de la gente no es consciente de lo que esta persona está pensando. Sin embargo, creo que si la pregunta se modificaría perspicazmente, podría comenzar a crear una revolución. De hecho, es una conducta apropiada para las “tres semanas”. La pregunta que deberíamos hacernos es: “¿Cómo puedo lograr que todos a mi alrededor sientan que los quiero o por lo menos que los respeto?”.

Tendemos a pensar que la forma de mostrar a los demás que los queremos es dándoles regalos o haciéndoles favores. Sin embargo, la verdad es otra, como dijo cierta vez un hombre sabio: “Al final, lo que más recordamos no es lo que alguien hizo por nosotros, sino cómo nos hizo sentir”. ¿Cómo podemos hacer sentir bien a quienes nos rodean? Mostrando un interés genuino por su bienestar y sonriéndoles. Nuestros Sabios encontraron esto insinuado en las palabras de la Torá: “ולבן שיניים מחלב”, sobre lo cual explicaron que es preferible hacer ver los dientes blancos con una sonrisa sincera que de dar una taza de leche al sediento (:כתובות קיא).

Desafortunadamente, nos creemos sumamente agradables al sonreírle a otro y alegrarle el día. Este es un gran error. La verdad es que en realidad podemos arruinarle el día a alguien saludándolo sin una sonrisa. Es por ello que nuestros Sabios nos dicen que es nuestra responsabilidad no darle la bienvenida a alguien con una cara poco amistosa, pues al hacerlo, le estamos causando una injusticia a la otra persona. En otro sitio, nuestros Sabios exponen este asunto más dramáticamente aún: Si uno habría de obsequiar todos los presentes del mundo con una cara poco amistosa, sería considerado como nada. Sin embargo, si habría de recibir a otro con una sonrisa, a pesar de no haberle dado nada, sería considerado como si le dio todos los presentes en el mundo”. (Avot de Rabí Natán, final del capítulo 13)

El motivo es que cuando uno recibe al otro con una sonrisa, le muestra que lo valora y le importa de él. Y este es el regalo que todos quieren. Un regalo es sólo una “muestra de aprecio”, pero la sonrisa es el aprecio en sí.
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Justamente hace unos días, camino a las plegarias matutinas, me crucé con una mujer que paseaba con su perro. Me fue imposible pasar por alto la escritura de su camiseta: “¡El único que me entiende es mi perro!”. No es casualidad que la palabra hebrea para ‘perro’ es ‘כלב’, una palabra que alude a la esencia del perro: כל לב ‘todo corazón’. El perro es “el mejor amigo del hombre” y probablemente también la mascota más popular del mundo, debido a que cuando el dueño regresa a casa, el perro muestra su emoción al verlo de vuelta. El dueño siente el “corazón” del perro. Si bien aún no ha sido demostrado si los animales son capaces de vivenciar emociones, los dueños de todos los perros aseguran que sí lo son.

No debemos estar tan orgullosos de aprenderlo de los perros; sonreír y mostrar alegría al recibir a los demás es la forma de hacerles sentir bien y “entendidos”. También es un modo eficaz de disipar el odio sin causa y de unir nuestros corazones a nuestros hermanos judíos. Entonces sí tendremos el mérito de ver el Templo Sagrado nuevamente edificado sobre sus cimientos.

 

—–EVITANDO ELUDIR——

En Jerusalén, siempre es posible encontrar algo para hacer en Tishá Be´av, como dormir en el Kótel (Muro Occidental) o caminar a lo largo de las amplias murallas de la Torre de David hasta llegar al Kótel. Algunas personas se toman el tiempo de viajar a Kéver Rajel (la Tumba de Rajel); el Profeta nos dice que Rajel continúa llorando y suplicando por el retorno de sus hijos exiliados a la Tierra de Israel. De hecho, nuestra redención no sería posible sin las valiosas lágrimas y plegarias de Rajel; lo cual lleva a muchos a pedir por la Redención Final al lado de su tumba en este día de tanto dolor para nuestro Pueblo.

Fuera de Jerusalén, y sobre todo fuera de Israel, parece como si no hubiera nada para hacer en Tishá Be’av. No obstante, la verdad es que esta condición concuerda mejor con el cariz del día. En cierto sentido, Tishá Be’av es el único día del calendario judío en el que no se supone que debemos estar haciendo demasiadas cosas. Por supuesto, nos sentamos en el suelo sin el calzado habitual y nos lamentamos tanto por la noche como durante la mañana siguiente. Leemos y estudiamos acerca de la destrucción del Templo Sagrado y los tristes acontecimientos de la historia de nuestro Pueblo. Pero aparte de eso, prácticamente nada más. ¿Por qué?

Correr por los quehaceres diarios, por ir a toda clase de lugares y pasar de una actividad a otra nos impide centrar la atención en el significado y el propósito de la vida. Algunos le echan la culpa al Internet, donde mientras uno está en medio de una crónica multimedia, puede cambiar a otra con un mínimo movimiento. La sumamente baja capacidad de atención en nuestra generación se refleja en la extensión promedio de un artículo  periodístico o de una revista: Diez años atrás, el artículo promedio se componía de 2.000 palabras. Hace cinco años, se redujo a 1.000. En la actualidad se ha reducido más aún, a 650 palabras aproximadamente. Continuando a este paso, nuestros nietos no estarán dispuestos a leer nada más extenso que 50 palabras, a menos que contenga una gran ilustración. Uno de mis maestros dijo en forma de broma: Si quieres destruir a los Estados Unidos en un sólo día, desactiva todos los dispositivos electrónicos. De este modo la tasa de suicidios ascenderá un 80%, dado que la gente se verá obligada a pensar acerca del propósito de la vida y del por qué de nuestra estadía en este mundo.

Nuestros Sabios declaran que la persona enlutada ‘no posee boca’: “אבל אין לו פה”. Esto significa que no es capaz de verbalizar sus sentimientos. Al visitar una casa de duelo durante la shivá, muchos se preguntan qué es lo correcto de decir a la persona dolida. La respuesta es: nada. Uno debe sentarse en silencio y escuchar lo que el doliente tiene para expresar de entre el revuelo de emociones que está experimentando. Aparte de palabras de consuelo, no es necesario decir nada más. El hecho en sí de sentarse junto a él o ella e identificarse con el dolor, es lo mejor que uno puede hacer por el dolido. Lo mismo es cierto al sentarnos en luto por nuestro Templo Sagrado. Lo que se espera de nosotros es permanecer sentados en silencio y dejar que fluyan nuestras emociones.

Muchos no están seguros de cómo hacerlo, por lo cual me gustaría sugerir una técnica basada en el hecho que las emociones son osmóticas o recíprocas. Al sentarte frente a alguien que está triste, naturalmente te entristeces también. Al estar en compañía de alguien que se ríe, te sientes tentado a reír junto a él. Los productores de películas, cuando quieren emocionar al público, colocan una lágrima en la mejilla de uno de los actores. En una comedia artística, provocarán que la audiencia se ría para hacerte reír a ti también. De hecho, el cansancio también parece ser osmótico: Si ves a alguien bostezar, el modo natural del cuerpo para expresar el cansancio, pronto te verás a ti mismo bostezando también.

Aplicando esto a Tisha Be´av; a quien le cuesta sentir la tristeza apropiada a los días de duelo de nuestro Pueblo, le haría bien asistir a un Bet Hakenéset donde los participantes ponen todo el corazón en la lectura de las Kinot (lamentaciones) y la Meguilá de Ejá. También le sería muy favorable asistir a una clase inspiradora acerca de la destrucción del Templo Sagrado y de los temas relacionados a él. Pues si lograremos conmemorar correctamente el día de Tishá Be’av, sin duda este mejorará nuestra perspectiva sobre los demás días del calendario judío.

 

 

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