Vaiagash spanish 2013

   La técnica secreta del Rav Ovadia para optimizar su memoria

 

¿Cuál es el primer recuerdo que conservas de tu vida? Apuesto que la primera memoria de tu infancia se trata de algo sentimental; de niños que no te dieron lugar a jugar con los bloques o de haberte enojado porque llovió en Purim y se te arruinó el disfraz. La mayoría de las memorias tempranas están conectadas y relacionadas con algún sentimiento; tristeza, felicidad, miedo, etc. Aparentemente, todos tenemos buena memoria y somos capaces de recordar acontecimientos de hace mucho tiempo. Entonces, ¿por qué algunas persones son capaces de recordar cosas mejor que otras? La diferencia entre las personas dotadas de buena memoria y quienes no lo están, está mucho más relacionada a la forma en que recuerdan las cosas y almacenan información, a cómo asocian las cosas y rescatan sus recuerdos; que al simple y tradicional “don de la buena memoria”. Quienes poseen una “buena memoria” están simplemente utilizándola con más eficacia; nacieron sabiendo cómo utilizar las técnicas adecuadas. Para ellos, es obvio que así se piensa y recuerda datos; y si otros también utilizarían las mismas técnicas, obtendrían mejores resultados y recordarían las cosas con más eficacia también. He estado analizando por un tiempo este tema de la optimización de la memoria y me di cuenta de que no sólo me ayuda a mejorar mi propia memoria, sino que incluso me permite ayudar a otros a mejorar la suya. Es instantáneo, pero no mágico. Sólo se trata de agudizar las técnicas ya intentadas y comprobadas.

Un estudioso de la Torá le pidió cierta vez al Jajam Ovadia Iosef zt”l algunos consejos para optimizar la memoria. El Rav Ovadia le preguntó al joven qué maséjet, qué Tratado del Talmud estaba estudiando; lo extrajo de la biblioteca y se lo entregó al muchacho. Luego le pidió al joven que abriera la Guemará en el Tosfot más largo de toda la maséjet y Rabí Ovadia comenzó a recitarlo de memoria, palabra por palabra, mientras el joven lo seguía estupefacto con el dedo en las palabras. Rabí Ovadia le explicó que su maravillosa memoria no provenía de alguna técnica de lectura o estudio, ¡sino de estudiar el Tosfot 200 veces!!!

Este relato es algo singular, pues nos indica que los genios y gigantes de la Torá poseían un sistema, un método para recordar el estudio. No se trata simplemente de buena memoria. ¿Por qué crees que Rabí Ovadia consideró correcto estudiar un Tosfot 200 veces, en tanto que la mayoría de los estudiosos de la Torá no lo hacen? Sintonicemos con el hesped pronunciado por su hijo Rabí David Iosef shlit”a:

Cuando era yo aún un joven estudiante de Ieshivá, antes de casarme, solía estudiar todas las noches con mi padre en un horario fijo. Después de contraer matrimonio, se me hizo imposible cumplir con un horario fijo. Por eso, todas las noches mi padre solía extraer su agenda personal, buscar mi número de teléfono y llamarme para fijar un horario cómodo para los dos. Al cabo de un período en que diariamente el Rav le pedía a su esposa, la Rabanit Margalit, que le acercara su agenda, ella le preguntó asombrada: “¿cómo es posible que tú, que recuerdas tantos libros de Torá de memoria, no puedas retener un número de teléfono? Si almacenas tanta información en tu mente, tanta Torá, ¿tan difícil es recordar también el número de teléfono de tu hijo?”. El Rav le aseguró que intentaría memorizar el número de teléfono del hijo. Se repitió a sí mismo diez veces los dígitos, pero no los podía recordar. Luego le explicó a su esposa: “aparentemente, soy capaz de recordar las cosas que son importantes para mí. La Torá la recuerdo porque es sumamente importante para mí. Un número de teléfono, una secuencia de dígitos, aun si se trata del teléfono de mi hijo, sencillamente se me escapa de la mente. Siempre que lo necesite, puedo buscarlo en la agenda…”.

Rabí David explicó este relato con un comentario de Rabí Ovadia sobre la Parashá de esta semana. Iacov no había visto a su hijo Iosef durante 22 años, creyendo que había muerto. Esto lo había desanimado enormemente y el Midrash nos cuenta que sus hijos tuvieron miedo de anunciarle de repente que Iosef en realidad estaba vivo, pues su alma podía no soportar semejante shock y abandonar este mundo. Séraj, la hija de Asher, esperó al momento que Iacov estuviera inmerso en sus plegarias. (Séraj sabía que durante las plegarias su abuelo Iacov dominaba completamente sus sentimientos. Quizás por ello eligió precisamente este tiempo para revelarle la emocionante noticia.) Y entonces se preguntó como a sí misma en voz alta, cerca de donde Iacov se encontraba rezando: “¿Iosef vive aún? ¿Tuvo dos hijos llamados Menashé y Efráim?”. Al escuchar esto, el corazón de Iacov se fundió en medio de sus plegarias. Cuando terminó de rezar, miró por la ventana, (¡Iacov no interrumpió sus plegarias para preguntar si era verdad o para mirar por la ventana, a pesar de haber sido el mayor impacto de su vida! En la actualidad, con sólo sentir una vibración en el bolsillo en medio de la amidá, muchos sienten la necesidad u obligación de echar solamente un vistazo…) allí vio las Agalot, las carretas, (al enviarlas, Iosef aludió a la ley de Eglá Arufá, el último tema que había estudiado con su padre antes de la separación. La palabra eglá – ternero – suena en hebreo muy similar a agalá – carreta.) Iacov comprendió enseguida la sabia alusión a la última ley que había estudiado con su hijo Iosef.

El Midrash detalla todo el relato: Iosef les dijo a sus hermanos: si nuestro padre Iacov les habrá de creer que estoy en vida, bien. De lo contrario, pregúntenle lo siguiente: ¿no es acaso la Parashá de Eglá Arufá lo último que estudiamos juntos antes de separarnos?… Por eso el versículo dice וירא את העגלות ותחי רוח יעקב, ויאמר ישראל רב, עוד יוסף בני חי – Vio las carrozas y se revivió el espíritu de Iacov, y dijo Iacov (he sido bendecido con) mucho (¡mucha dicha!) ¡Mi hijo Iosef aún vive!

La pregunta que resalta aquí es obvia: ¿Por qué Iosef optó por traer como prueba la última ley que habían estudiado, en lugar de cualquier otra prueba de que estaba vivo? ¿Por qué precisamente esta prueba le revivió el espíritu al padre más que cualquier otra?

Rabí Ovadia solía explicarlo de la siguiente manera: Iosef sabía que aun si su padre se enteraba de que él estaba en vida, sin duda estaría preocupado de que Iosef, quien tenía sólo 17 años cuando se vieron por última vez, hubiera caído de la elevada talla espiritual de las Tribus. Y por eso, la buena noticia no habría de ser plena y feliz hasta que el padre escuchara que su querido hijo aún sentía amor por el estudio de la Torá y estaba conectado a él. Al ver que su hijo aún recordaba lo estudiado, Iacov entendió que a pesar de todo lo que Iosef había atravesado en aquellos años, seguía sintiéndose apegado a la Torá y ella era algo importante en su vida. Si algo es muy importante para ti, habrás de recordarlo. Y esto es lo que Iacov necesitaba saber para revivir su espíritu y su alma.

Si algo es muy importante para ti, lo asocias a ti mismo; y la memoria funciona en su mayoría a través de asociaciones. Si te asocias e identificas como admirador de un cierto equipo de deporte, te será más fácil recordar las estadísticas de sus jugadores. La memoria tiene gran relación con lo que es importante, y por ende relevante y significativo para ti; para tu identidad, tu forma de ser y tu esencia. En esta Parashá vemos una y otra vez cuál era la esencia de la familia de Iacov: Torá, Torá y más Torá. Antes de descender con su familia a Egipto, Iacov envió a su hijo Iehudá a la delantera para establecer un Bet Midrash donde pudieran estudiar las leyes de la Torá. Después de revelarse ante sus hermanos, Iosef les pidió que regresaran a casa y trajeran a Iacov a Egipto, advirtiéndoles no pelearse en el camino  אל תרגזו בדרך. Los Sabios nos dicen, de acuerdo a una interpretación, que Iosef temía que de regreso a casa ellos estuvieran profundamente inmersos en una discusión y se equivocaran en el camino. ¿De qué estaba tan preocupado Iosef? Después de haber vivido semejante shock y haber descubierto que Iosef estaba vivo y era gobernador de Egipto, ¿sobre qué podrían sus hermanos encontrar un desacuerdo? No sobre quién era culpable de la venta de Iosef, ¡sino que temía que se metieran en una profunda discusión sobre Torá!!!

La primera vez que Iacov se encontró con Iosef tras 22 años de separación, Iosef se largó a llorar sobre los hombros de su padre; pero Iacov no lloró en absoluto. Tampoco besó a su hijo. ¿Por qué? Pues en aquel momento Iacov estaba demasiado ocupado para hacerlo. ¡Los Sabios nos revelan que Iacov estaba recitando Shemá! En un momento tan emocionante de su vida, un momento en que sintió toda su alma y la cúspide de su vida, Iacov lo quiso dedicar y asociar a su amor a Di-s. Pues eso era de suma importancia para Iacov; él quería relacionar este amor por su hijo con su amor a Di-s. Y además, asumir un nuevo nivel de obligación en su Servicio a Di-s, en este instante que se dio cuenta cómo todo lo ocurrido había sido para bien. Iacov quería recordar por siempre su gratitud a Di-s y por eso la unió y ligó al momento más feliz de su vida.             


¿Y ahora?


En la Parashá de esta semana hay un versículo que me deja pasmado cada vez que lo leo: והנה עיניכם רואות ועיני אחי בנימין כי פי המדבר אליכם. Rashí comenta en base al Talmud en Meguilá 16, que Iosef le dijo a sus hermanos que así como no guardaba rencor por su hermano Biniamín, que no había estado involucrado en su venta, tampoco guardaba rencor por ellos. ¿Cómo pudo Iosef lograr algo así? ¿Olvidar y perdonar tantos años de prisión, humillación, su venta como esclavo y el distanciamiento de su padre? No sólo olvidó todo lo que le habían hecho, sino que incluso le dio a su hijo el nombre Menashé “כי נשני אלוקים את כל עמלי”, expresando su capacidad de olvidar todo el sufrimiento del pasado. ¿De dónde obtuvo Iosef esta asombrosa habilidad de olvidar y perdonar? ¿Qué “truco” utilizaba para dejar que el pasado cayera en el olvido? En la actualidad, gran parte de la psicología humana está centrada en ayudar a personas enmarañadas en sus emociones del pasado a deshacerse de ellas. ¿Cómo hizo Iosef, sin la ayuda de un psicólogo? Iosef les reveló a sus hermanos el secreto… ןעתה אל תעצבו ואל יחר בעיניכם כי מכרתם אותי הנה כי למחיה שלחני אלוקים לפניכם… ועתה לא אתם שלחתם אותי הנה כי האלוקים… Y ahora no os pongáis tristes ni os enojéis por haberme vendido a este lugar, pues Di-s me envió aquí antes que ustedes para manteneros… Y ahora no fuisteis vosotros quienes me enviasteis aquí, sino Di-s… ¿Qué quería transmitirles Iosef por intermedio de la palabra ועתה – y ahora?

La respuesta reside en el secreto que conservó la verdadera identidad de Iosef. ועתה – ahora. Iosef no trataba de olvidarse del pasado, sino que simplemente vivía el presente. El presente, sea como fuere que Di-s se lo presentaba, automáticamente hacía olvidar el pasado. Y, así como se lo dijo Iosef a sus hermanos, “ahora” podemos ver la Mano Divina mucho mejor que viendo Su Mano en el pasado.

Esto es algo muy difícil de explicar, pero fácil de entender. Existen distintos niveles de “ahora o presente”. Todo aquello que podemos ver, oír, oler, palpar o sentir, es “presente”. También todo lo actuable es en el “presente”. Cualquier otra cosa es pasado o futuro. Todas las amarguras, enojos y sufrimientos que los seres humanos no podemos olvidar, son pensamientos del pasado o el futuro, no del presente. No hay nada que podamos hacer por ellos, y es por eso que los pensamientos sobre el pasado y el futuro (aproximadamente un 80 por ciento de los pensamientos humanos) son tan estresantes. ¿Por qué? Justamente porque no podemos hacer nada por ellos, porque no son actuables. Aun cuando intentamos conversar con otros acerca de nuestros pensamientos sobre el pasado o el futuro, ellos nunca lograrán ver, sentir u oír a qué nos referimos exactamente como lo tenemos en nuestras mentes. Y así nos quedamos solos con nuestros pensamientos. El pensamiento no existe en ningún otro lugar, excepto en la mente de la persona que sufre de él. Muchos pensarán que estoy exagerando cuando digo que un 80 por ciento de los pensamientos son acerca del pasado o el futuro. Probémoslo. La próxima vez que notes que tu mente no estuvo concentrada mientras rezabas, trata de recordar en qué pensamientos estuvo navegando – verás que eran o del pasado o del futuro. Pues de haber sido pensamientos sobre el presente, el “ahora”, hubieras estado concentrado en las plegarias. Ya que cualquier otro pensamiento no es actuable durante las plegarias, cuando permaneces parado con los pies pegados. Es un momento en el que no podías haber hecho otra cosa, de modo que no podían haber sido pensamientos actuables y del “ahora”.

Vi una vez que alguien escribió: “cualquier pensamiento que piensas más de una vez, es un pensamiento estresante. Si es actuable hazlo y si no lo es, lo único que logra es retardarte, entonces olvídalo”. Esto es lo que dijo Iosef: ועתה אל תעצבו. Ahora, en el presente, después de haberos arrepentido, no hay de qué amargarse. No empiecen a desenterrar el pasado, arrepintiéndose por haberme vendido. De hecho, el Jatam Sofer así lo señala: el Midrash (ב”ר, פכ”א) dice que la palabra ועתה connota teshuvá. Siempre que encontramos esta palabra, aparece junto a algo relacionado con el arrepentimiento. Esto se debe a que la teshuvá implica volver al presente. La persona arrepentida trata de aprovechar al máximo el “ahora”, dejando atrás el pasado. En el presente es una nueva persona. La teshuvá no implica eliminar el pasado, eso es algo que ningún ser humano puede lograr, pues no tenemos acceso a él. El único que puede hacerlo por nosotros es Di-s. Cuando una persona desea volver al pasado y arreglar las cosas, aspira algo irreal, eso no es teshuvá. Cuando una persona aspira lograr lo máximo del presente, para asegurarse de que aquello sobre que se arrepiente no vuelva a suceder, eso es teshuvá. Una vez que lo logra, se acerca a Di-s. Y conectarse con Di-s ayuda a desarraigar todo mal, incluido el mal del pasado. La persona que fue antes de arrepentirse como se debe, ya no existe. Es simplemente un pensamiento. Y esto es también lo que Iosef le dijo a sus hermanos: los quiero a ustedes ahora, pues los hermanos que veo frente a mi se han arrepentido y no quieren volver a ser los mismos que fueron en el pasado. Ahora que hicisteis teshuvá con amor, vuestra acción del pasado queda anulada y mi venta como esclavo es meramente un acto Divino. (חתם סופר על התורה)

Y algo más. No hay mejor herramienta para el éxito de la persona, que su propia mente. Y en forma opuesta, no hay mejor herramienta para la auto-destrucción, que la propia mente. Todos tenemos pensamientos, todo el tiempo. Esto no significa que estemos pensando. “Pensar” es aportar pensamientos actuables en el presente, en el “ahora”. Jamás alguien se lastimó por pensar, pero sí por sus pensamientos. Pues los pensamientos son del pasado y el futuro, mientras que “pensar” es algo del presente. Cuando estamos en el presente, nos conectamos con la realidad, no son solamente pensamientos teóricos; entonces, si hay algo para hacer, no hay de qué amargarse.

No sólo los pensamientos del pasado y el futuro son estresantes e impiden a la persona vivir el presente y hacerlo lo más efectivo y actuable posible. También el observar a nuestro alrededor y sentir que competimos con otros y no con nuestro “yo” de ayer, es otro motivo de stress que nos saca del presente y de pensar “actuablemente”. Iosef también le dijo a sus hermanos: אל תרגזו בדרך, no se enojen en el camino. El Admur de Kretchenief (תורת חיים ואמונה) solía decir que cada persona tiene su propio camino para acercarse a Di-s, cada tribu poseía su propia forma de santificar el Nombre Divino en el mundo. Por eso Iosef les dijo que no se pelearan por cuál es el camino correcto, pues al hacerlo, uno pierde “su propio camino”. Pierde el presente.

 

 

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En memoria de Shmuel ben Rachel Hakohen A”H

 Shabbat Shalom, Yosef Farhi

 

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