tisha b'av / devarim – spanish 2013

TENER CORAZÓN


La receta secreta para el Ruaj Hakodesh:

 Toda persona sabia que posee palabras verdaderas de Torá, lamenta por el honor de Di-s y por el honor del pueblo de Israel… y desea, se lamenta y apena profundamente por la honra de Jerusalem y el Templo, y porque la redención surja con rapidez y se reúnan los dispersos en la diáspora; será merecedora de tener ruaj hakodesh en sus palabras… (Mesilat Iesharim, cap. 19, citando a Tanna Devei Eliahu).

¿Por qué a la persona que se siente profundamente afectada por la honra de Di-s, el Templo y el honor de los judíos, se la recompensa con ruaj hakodesh? ¿Qué tiene de especial el llorar y sentirse mal a causa de que la Gloria Di-vina haya sido tan disminuida?

Uno de los niveles más altos de ruaj hakodesh era tener el pectoral del Kohén Gadol חושן משפט – אורים ותומים – sobre el corazón. Aarón Hakcohén tuvo el meritó de llevar puesto el pectoral sobre su corazón por algo que hizo. Cuando Moshé vino del desierto y le dijo a su hermano, Aarón, el Gadol Hador de los judíos en Egipto: “Seré el líder del pueblo judío, para sacarlos de Egipto”, Aarón  se puso realmente contento. וראך ושמח בלבו  . Él no se puso celoso ni se sintió herido; poseía un corazón mucho más grande que eso y un corazón así era merecedor de usar el חושן משפט. (Shabat 139a) El Maharshá resalta que Aarón no sólo se alegró, sino que estaba feliz en su corazón. Algunos hermanos, en dicha situación, estarían felices por fuera, pero muriendo de celos por dentro. No así Aarón. Su reacción natural, proveniente desde lo más profundo, era de felicidad. Él estaba feliz en su corazón. Un corazón así, es merecedor del אורים ותומים, el Joshen Mishpat.

¿Qué diferencia hace el hecho de estar feliz por su hermano en su corazón o sólo por fuera, expresando mecánicamente la alegría? ¿Qué diferencia hace si uno pasa Tishá Beav superficialmente o con corazón?

Si prestamos atención a la forma en que la Torá nos introduce a la construcción del santuario (שמות כה’) nos damos cuenta del orden inesperado de los versículos, que nos hace cuestionarnos el razonamiento que hay detrás de éste. En primer lugar, Di-s dice מאת כל איש אשר ידבנו לבו תקחו את תרומתי , “De todo hombre cuyo corazón lo impulse a ello, tomarás ofrenda para Mí”. Y sólo después de eso, algunos versículos más adelante dice, ועשו לי מקדש ושכנתי בתוכם “Y Me construirán un santuario, y Yo moraré entre ellos”. Parecería ser que la Torá primero nos debería contar cuál es la idea principal – construir un santuario – y recién después enseñarnos cómo conseguir los fondos para hacerlo… ¿Por qué entonces se menciona primero el versículo que habla de los “corazones generosos”?

La respuesta es que el propósito principal del templo no era para el sacrificio de korbanot (ofrendas);  Di-s no necesitaba ni tampoco necesita de nuestros korbanot. Lo que a Él le importa son nuestros corazones.  Ese es el objetivo principal. El Templo era un lugar en el cual podíamos expresar lo que había en nuestros corazones. Por ende, no se hace referencia al templo sino como לבנון, Lebanón. La raíz de esta palabra es la palabra hebrea  לבן, que significa blanco. Lebanón – el Templo – el sitio en donde los pecados de los judíos se blanqueaban;  el lugar donde las “manchas” se transformaban en pureza. En un nivel más profundo, dentro de la misma palabra hallamos otra raíz: לב, corazón. לבנון son muchos corazones. Y cuando la persona se dirigía al Bet Hamikdash, podía obtener ruaj hakodesh. Este es el sitio en donde Ioná recibió su profecía para el pueblo de Ninve. Con este ruaj hakodesh  (como le explicó Irmiahu a Platón) pudo responder las preguntas filosóficas de Platón. Bastaba con entrar al Bet Hamikdash para adquirir claridad en la vida y esto es algo que ciertamente también perdimos junto con la destrucción del mismo. Este ruaj hakodesh impregnaba los corazones de las personas, puesto que éstos alcanzaban el estado esperado.

¿De qué forma debiera estar el corazón? Aprendemos del hecho que Aarón fue alabado porque en su corazón tenía un lugar para su hermano. Aarón fue capaz de dejar de lado su prestigiosa posición para que su hermano redimiera al pueblo judío de Egipto. “Tener un corazón” significa dejar un lugar en tu escala de valores, en tu sistema para evaluar lo importante, para las otras personas y aquello que les sucede. Y esto es lo que Di-s desea. Cuando hacemos un lugar en nuestros corazones para los demás, entonces nuestros corazones son dignos de ser purificados de pecados. Cuando no hay lugar en nuestros corazones para los demás – שנאת חנם – el odio sin sentido se apodera de éste y, por defecto, no hay lugar para el Bet Hamikdash.

¿Cómo se puede abrir el corazón? Con una pregunta. La Meguilat Ejá comienza cada capítulo con la palabra Ejá – Cómo. ¿Cómo sucedió una cosa así? La meguilá no responde la pregunta. Se podrían preguntar, ¿qué diferencia hace el modo en el que sucedieron las cosas? Sucedieron y es lamentable. ¡No! Todo el libro de Ejá es una poderosa pregunta que nos deja pensando a lo largo de los tiempos más oscuros de este Galut. Cuando alguien queda con una duda, su mente intenta constantemente encontrar la respuesta y su corazón no descansa hasta no encontrarla. En Ejá, Irmiahu quiere que abramos nuestros corazones y respondamos la pregunta que él plantea, una y otra vez.

En las plegarias de Musaf para las festividades decimos: מפני חטאינו גלינו מארצינו ונתרחקנו מעל אדמתנו “A causa de nuestros pecados fuimos exiliados de nuestro país y hemos sido distanciados de nuestra tierra”. ¿Qué significa la repetición? En nuestras plegarias mencionamos no sólo que estamos en exilio y distanciados físicamente de nuestra Tierra, sino que también estamos emocionalmente distanciados de Eretz Israel. Está prácticamente fuera de nuestros corazones. La respuesta es perfecta para nuestra generación. Vivimos en una generación de celulares. ¿Cómo sabemos que alguien sacó al otro de su mente, fuera de su corazón y ya no le importa de él? Lo borra de su celular. Jerusalem, el Bet Hamikdash, el צער השכינה está casi borrado de nuestros recuerdos. El único recuerdo que nos queda está en un respaldo: Tisha Beav. Recuperemos lo que ya casi está perdido…

 


Meticulosas últimas palabras

 

Toda su vida Moshé reflexionaba acerca de cómo y cuándo reprender al pueblo Judío. Finalmente, utilizó el modelo del patriarca Iacov para llevar a cabo esta tarea sumamente delicada; reprendiéndolos el último día de su vida. Devarim proviene de la misma raíz que devorá, una abeja. Así como la abeja muere después de picar, Moshé habría de fallecer después de su reproche. (Midrash)

Del Patriarca Moshé no sólo aprendió cuándo reprender, sino también cómo hacerlo. Siguiendo el ejemplo de Iacov, el reproche de Moshé consistió, en su mayoría, de insinuaciones sutiles.En su reproche, Iacov puso hincapié en la pérdida causada por el pecado. Él también hizo alusión a la cualidad que provocó el pecado. (A Reuvén le fue dicho que perdería los derechos de la primogenitura, la realeza y el sacerdocio. Su forma de actuar precipitada fue el centro del reproche, y no su acción. Asimismo, Shimón y Leví no fueron reprendidos por haber atacado a Shejem, sino por haber “robado” las cualidades del tío Esav.) Moshé también hizo alusión a la cualidad o causa y no al pecado en sí. Él puso el énfasis en la causa-consecuencia. Es por ello que modificó la secuencia de sus palabras, mencionando el pecado de los espías antes que el del Becerro de Oro. Esto se debía a que la consecuencia y la pérdida en el pecado de los espías fueron mayores.

Rabí A. L. Heiman zt”l preguntó lo siguiente: La Torá recalca que Moshé habló con todo Israel. Rashí cita al Sifrí y dice que Moshé puso hincapié en incluir a todos en su “reunión de reprensión”. Si habría de reprender solamente a una parte del Pueblo, más tarde los ausentes les hubieran dicho a los presentes: “¿ustedes escucharon el reproche del hijo de Amram y no le respondieron? ¡Si nosotros hubiéramos estado allí, le hubiéramos refutado (sifrí: cuatro o cinco veces por cada ofensa)!”. Es por ello que Moshé se ocupó de que todos estén presentes, pues en caso que alguien tuviera una manera de defenderse, podría hacerlo  en el momento. Esto es algo difícil de imaginar. ¿Acaso alguien podía defenderse frente a Moshé? ¿Alguien habría de refutar contra el pecado de los Espías o del Becerro de Oro? ¿Alguien podía negar las quejas en el desierto?

Hay una sola respuesta posible contra el reproche de Moshé. Si buscas reprender a alguien por el pecado del Becerro o el episodio de los Espías, desentierra a nuestros padres y repréndelos a ellos. ¿Qué tenemos nosotros que ver con todo esto? Pues la realidad es que en aquel momento, ya toda la gente del pasado había fallecido y los presentes no eran quienes habían pecado. Entonces, ¿por qué Moshé los reprendió a ellos? De ser así, ¿cómo podía Moshé refutar la defensa de los “ausentes”? Y si ellos mismos también merecían ser castigados, ¿por qué Moshé hizo alusión en su reproche al pecado de los padres y no al de ellos mismos?

Si habríamos de estudiar la historia del Pueblo Judío desde el pecado de los Espías hasta el último día de Moshé, veríamos que los hijos hicieron los mismos pecados que los padres. También ellos adoraron ídolos (Peor), se quejaron a Moshé por el Man y por la falta de agua, e incluso trataron de regresar a Egipto al enfrentarse con la guerra contra el rey de Arad. Sin embrago, en lugar de mencionar directamente estos pecados, Moshé hizo alusión a los pecados de sus padres, haciendo como si fuera que los pecados de los hijos son responsabilidad de los padres. Y ellos, los hijos, son responsables por seguir sus pasos. Pero no puso el énfasis en sus propios pecados.

Esto deja mucho lo que aprender. A veces vemos a nuestros padres y nos molestan sus errores e infortunios. Recordemos que estos errores e infortunios son propensos a repetirse en nuestras vidas. Y entonces sí, debemos ser conscientes y no olvidarnos de nuestras propias debilidades y trabajar sobre ellas.

 

Un niño llamado Najum

 

Había una pareja que se amaba intensamente, pero, desafortunadamente,  no había sido bendecida con hijos. Ellos se consolaban mutuamente diciendo que llegaría el día cuando estarían “preparados” para ser padres, y entonces podrían alzar a su futuro en brazos. Habían rezado, habían ido a recibir bendiciones de grandes rabinos, y se habían sometido a toda clase de tratamientos.

La dura espera continuó año tras año – por veinte años. La mujer le lloraba amargamente a su marido, y ya estaba comenzando a desesperarse. Pero su fiel marido seguía alentándola – mientras se alentaba a sí mismo. Una noche, al ver el rostro de su esposa lleno de lágrimas, le sugirió que intentaran otra serie de tratamientos. Finalmente, la mujer quedó embarazada. A menudo se quedaban despiertos hasta tarde discutiendo cuál sería el nombre del bebé, si fuera niño o niña. Hablaban acerca del barrio ideal para vivir y sobre detalles para una paternidad exitosa, temas que nunca antes habían atravesado. Juntos rieron durante nueve meses – los mejores nueve meses de su matrimonio.

Ya en la sala de parto, la mujer comenzó a sentir un terrible dolor, incomparable al dolor de parto común que había estado experimentando durante las horas previas. Las complicaciones empeoraban a cada minuto y la vida de ambos, madre e hijo, estaban en peligro. El doctor puso los hechos concretos sobre la mesa en forma de ultimátum: ¡o la madre o el bebé! No había tiempo suficiente para consultar a un Rabino y la pobre mujer actuó emocionalmente; se dirigió a su esposo diciendo: “llámalo Najum, y cuéntale cómo di mi vida por él. ¡Y asegúrate que diga kadish por mí con todo su corazón!”

En el Brit, el padre sostuvo al bebé en su falda y todo el mundo lloró amargamente cuando mencionó el nombre. Año tras año, Najum celebraba su cumpleaños en el aniversario del fallecimiento de su madre. Desde la primera vez que acudió al Bet Hakenéset, comenzó a recitar el Kadish. En el día de su Bar Mitzvá, el padre lo llevó a visitar la tumba de su madre para que recitara Kadish fervientemente por quien dio su propia vida por él. Grande fue su  decepción al ver que el niño recitaba el Kadish fríamente, sin una lágrima en los ojos. El padre estaba devastado: “Najum, ¿acaso no sientes nada por tu madre, quien entregó su vida por ti?”.

Najum miró fijamente al suelo e intentó explicarse: “pero, yo nunca la conocí. Realmente no siento nada por la persona que todo el mundo me ha estado diciendo que tengo que llorar”.

En cierto sentido, somos todos Najum. Nos cuesta lamentarnos por el Bet Hamikdash, algo que nunca hemos tenido el privilegio de experimentar. Detengámonos entonces a pensar por un minuto; el profeta Irmiahu nos dice que Di-s vertió su ira sobre “maderas y piedras” – el Templo Sagrado – en lugar de destruir al pueblo judío por los pecados que había cometido (Ejá, cap. 4). Nosotros sobrevivimos solamente porque el Templo fue destruido. Sin embargo, para comprender completamente qué es lo que hemos perdido, debemos aprender  sobre las enormes diferencias entre la era del Templo y la presente. El Templo era mucho más que un mero edificio de maderas y piedras. Era el lugar donde todos los corazones Judíos se conectaban, el único lugar en toda la galaxia donde la Gloria Divina podía experimentarse. Sólo mediante la destrucción de este maravilloso lugar, podía Di-s despertarnos de nuestro letargo espiritual y de nuestras vidas llenas de transgresiones.

 

Shabbat Shalom, Yosef Farhi

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