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¿QUIÉN REALMENTE QUEMÓ EL TEMPLO SAGRADO?

En el párrafo “Najem”, recitado en las plegarias de la tarde de Tisha Be´av, recordamos la destrucción y reconstrucción del Bet HaMikdash de la siguiente manera: “Tú lo encendiste en llamas y con llamas Tú habrás de reconstruirlo” (כי אתה באש הצתה ובאש אתה עתיד לבנותה וכו’). También el Midrash cita esta declaración – junto al versículo de la Torá que enuncia que quien prende fuego a las posesiones de otros, es responsable por los daños causados (שמות כ”ב: ה). El Midrash continúa con la siguiente maravillosa declaración del Todopoderoso: “Es mi obligación reparar los daños causados por el fuego que Yo encendí” (ילקוט שמעוני – זכריה ב: ט).

Todo esto parece muy extraño, pues todos aprendimos que el Templo Sagrado fue destruido por los pecados de nuestro Pueblo. Mediante los pecados, nuestros antepasados ​​provocaron que la Presencia Divina abandonara el sitio sagrado, quedando este vulnerable a las antorchas del enemigo. ¿Cómo, entonces, es posible entender que Di-s es responsable de su reconstrucción y no nuestra Nación?

Por más extraño que parezca, podemos explicar esta paradoja a través de otra paradoja:
El Talmud ברכות לא:)) nos relata que el profeta Eliahu, en su intento de defender a los Judíos frente a la acusación de haber cometido idolatría, se aventuró señalando a Di-s con un dedo acusador: “Tú provocaste que sus corazones se desviaran por el mal camino ” (מלכים א יח, לז). El Talmud critica esta declaración, sin embargo, continúa diciendo que en realidad Di-s estuvo de acuerdo con este cargo.
¿Cómo es posible entenderlo?

El Sifté Jajamim propone una explicación que, a mi opinión, resuelve ambas paradojas: Es verdad que la persona posee el libre albedrío, lo cual, de hecho, lo hace responsable de sus acciones y pecados. Sin embargo, al arrepentirse, Di-s la juzga favorablemente, reconociendo que “Yo creé a la persona con un fuertísimo instinto del mal y, por lo tanto, Yo asumiré la responsabilidad de su pecado”.

En otras palabras, si bien el pecado fue cometido por el pecador, su responsabilidad por este es valida solamente hasta que se arrepienta sinceramente. Después del arrepentimiento, Di-s está dispuesto a asumir la responsabilidad, dado que en cierto sentido el pecado fue a raíz del instinto negativo (yietzer hará) creado por Él.

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Asumir la responsabilidad de nuestras torpezas, muchas veces puede ser difícil. Frecuentemente terminamos negando la responsabilidad por nuestros errores mediante toda clase de excusas, y tratando de conservar una perfecta imagen de nosotros mismos. Empero, si seremos capaces de interiorizar el concepto recientemente descubierto: que Di-s nos perdona cuando admitimos sinceramente nuestros pecados, encontraremos una gran fuente de nuevas esperanzas. Así también seremos capaces de acercarnos al mes de Elul y los días de arrepentimiento con el correcto estado de ánimo.

 

¿CUÁN MALO ES EL MAL INSTINTO?

En sus intentos de auto-superación, una persona viciosa por demás, que come por compulsión u otro tipo de adicción, podría proponer la siguiente pregunta teológica: ¿Cómo puede el judaísmo afirmar que Di-s creo sólo cosas buenas, si Él también creó al instinto del mal (yietzer hará), responsable de mi compulsión o adicción?

Para responder a esta pregunta, debemos regresar a las fuentes y comprender de qué forma nuestros Sabios miran al instinto del mal – la tendencia humana a hacer el mal y obrar contrario a la voluntad de Di-s. Aprendemos del Midrash (Bereshit Rabá 9) que cuando Di-s dijo sobre la Creación entera que no era sólo “buena”, sino “muy buena”, ¡se refería a la inclinación del mal! Esta idea de considerar al instinto del mal como una parte vital de la creación, también se refleja en el Shemá: “Amarás a Ha-shem, tu Di-s, con todo tu corazón (לבבך), con toda tu alma y con todas tus posesiones”. La palabra hebrea que se utiliza aquí para el corazón – con su doble ב – es una alusión a los dos “corazones” que Di-s implantó en nosotros: el instinto del bien y el instinto del mal. Esto nos demuestra que debemos servir a Di-s también con el instinto del mal.

El Gaón de Vilna explica que Di-s no creó al instinto del mal meramente con el objetivo de premiarnos al superarlo, sino que su existencia incluso aporta a la supervivencia humana: el instinto del mal promueve los impulsos animales que nos impulsan a comer, beber y buscar una pareja; todas actividades vitales para la supervivencia humana. Aun así, esta inclinación sigue llamándose “mala”, debido a que su esfera se limita a la parte animal de nuestra naturaleza – el cuerpo – y no el alma. Sin embargo, si la utilizamos del modo correcto, podemos incorporarla dentro del Servicio a nuestro Creador. En términos prácticos, esto significa que al comer o beber como parte del Servicio a Di-s, se espera de nosotros que sintamos al alimento no sólo como placer, sino como un elemento nutritivo.

Di-s desea que cuidemos nuestro cuerpo y seamos conscientes de sus necesidades, entonces, veamos… Lo primero que un nutricionista le pregunta a su paciente con sobrepeso es si continúa comiendo cuando ya no tiene hambre. Si la respuesta es positiva, el nutricionista le recomienda tratar de comer sólo mientras el instinto del hambre se haga sentir; en lugar de concluir la comida cuando ya está “lleno”, uno debe dejar de comer cuando ya no tiene más hambre. Ver u oler algo rico no obliga a la persona a metérselo en la boca. Debemos consumir alimentos que satisfacen nuestra hambre, a diferencia de la comida chatarra o comida rápida que no lo hacen. Si habríamos de preguntarnos: ¿qué beneficio nutritivo puedo obtener de la comida?, en lugar de ¿qué placer se puede obtener de los alimentos?, nuestros hábitos alimenticios cambiarían drásticamente. Di-s nos dio el instinto del hambre para sobrevivir, y amablemente nos brindó también el placer de comer. Aun así, debemos controlar este instinto antes de que este nos controle a nosotros.

Comer en exceso daña no sólo el cuerpo, sino también al alma. Como vemos que se nos ordena más adelante en el Shemá: “Cuidaos, que vuestros corazones no sean tentados a ir por el mal camino y servir a otros dioses…”. El Rav Shlomó Wolbe z”t recalca (sobre un versículo relacionado: “Ieshurún – en referencia al Pueblo de Israel –  se hartó y dio patadas”), que es posible entrar en un estado donde la mente es controlada por el cuerpo, dificultando así la abstención del pecado. Uno de estos ‘estados’ se manifiesta cuando el cuerpo está demasiado satisfecho, y es por ello que la Torá nos ordena recitar el Birkat Hamazón, agradeciendo a Di-s por la comida después de haber comido y no antes, para demostrar así que no nos olvidamos de Di-s incluso después de habernos saciado. La realidad también demuestra que el intelecto no funciona correctamente cuando la persona está demasiado llena. Un cuerpo “harto” tiende a rebelarse (“patear”) en contra de aquellos que fueron amables con él – en particular contra su Creador.

Sin duda, el enfoque que hemos descrito no se limita únicamente a satisfacer el hambre, sino también a los demás placeres mundanos. Centrémonos por un momento en el deseo humano de contraer matrimonio: Di-s creó el deseo entre el hombre y la mujer a fin de que se unan y formen una familia, pues de lo contrario la humanidad sin duda se extinguiría. Asimismo, la ‘intención’ de Di-s se extiende aun más allá: Él nos encomendó la tarea de asegurar que también las generaciones futuras puedan disfrutar y apreciar la munificencia con que colma a la humanidad, y consecuentemente sirvan al Todopoderoso como es debido. Empero, si le damos rienda suelta a este deseo y no lo utilizamos para la cimentación de la familia, sino simplemente por placer, podemos ciegamente provocarnos daño a nosotros mismos y a los demás también.

En conclusión, Di-s con Su gran bondad nos concedió tanto el deseo como un modo agradable de satisfacerlo. Si habremos de darnos cuenta de que lo hizo con el propósito que lo sirvamos a Él, y no meramente para que disfrutemos, entonces podremos gozar de Su bondad tanto en este mundo como en el Mundo Venidero.

 

DOBLE CASTIGO Y DOBLE CONSUELO

Al hablar de “apoyo”, la gente generalmente se refiere a una de las tres clases siguientes: apoyo emocional, apoyo físico o apoyo monetario. De hecho, la psiquis humana se basa en estos tres tipos de apoyo para permanecer sana y equilibrada. Si carece de una de estas tres, la persona muchas veces se siente ahogada. Esta sensación es mucho más intensa al faltar el apoyo emocional.

¿Qué es el apoyo emocional? Si bien el aliento cumple un rol muy importante, de ningún modo abarca todo. El honor y el respeto básico también aportan apoyo emocional a la persona. Si estos habrían de faltar, no sólo la salud mental y emocional sería propensa a deteriorarse, sino incluso la salud física de la persona. Inconscientemente, siempre estamos buscando el apoyo de nuestra familia, amigos y conocidos. Lamentablemente, algunas personas no reciben el apoyo de esta fuente, quizás simplemente porque no tienen un círculo de familiares o amigos, o tal vez porque los familiares y amigos no pueden proporcionar el nivel adecuado de respeto y honor. A veces nos olvidamos de cuán poderosa y vital es esta clase de apoyo.

Resulta, entonces, que uno de los mayores actos de bondad que podemos realizar es simplemente prestar un oído. Si algún conocido está sufriendo, quizás nos sea difícil dejarle hablar y contar todos sus pesares; probablemente sintamos que no tenemos ninguna forma de ayudar. Sin embargo, esta percepción es engañosa. La realidad demuestra que incluso si una persona está sufriendo por falta de apoyo físico o monetario, un oído atento y apoyo emocional puede aliviar enormemente los dolores.

Aun así, y este es el punto principal al que intento llegar, cuando se nos acerca alguien que inconscientemente busca apoyo, la ayuda que podemos brindarle es mucho más satisfactoria si sabemos encauzarla con la correcta perspectiva: debemos tratar de abrirle los ojos y demostrarle que, a la larga, no es la familia ni los amigos quien nos sostiene. Esto es simplemente un espejismo. No hay nadie que nos ama y nos respeta más que nuestro Di-s en el Cielo. Él es la fuente de todo el apoyo. De más está decir que hace falta muchísima sabiduría y delicadeza para transmitir este mensaje en forma efectiva…

Una buena forma de hacerlo es destacando personas que han tenido éxito en realizar el propósito de su vida y vivir a base de esta fe fundamental. Una de ellas podría ser un hombre o una mujer que perdió a su cónyuge a una temprana edad o un individuo de edad avanzada que aún no encontró una pareja para formar su hogar, ¡y aun así se las arreglaron para vivir felices e incluso convertirse en una fuente de apoyo para los demás!

¿Cómo lo lograron? La respuesta es que encontraron sostén al ver cómo el Creador los apoya. Recién entonces se remontaron a apoyar a otros. Se dieron cuenta de lo mucho que Di-s nos ama y nos ayuda a pesar de que a menudo lo ignoramos y de que Él siempre está allí para recibirnos cuando retornamos hacia Él.

En la Haftará de Shabat Najamú, leemos: נחמו נחמו עמי יאמר אלוקיכם (Consuélate, consuélate Pueblo Mío, dirá vuestro Di-s). El Midrash comenta que: Por cuanto fueron doblemente castigados, serán doblemente consolados (ילקוט שמעוני). Empero, es difícil de entender; ¿para qué es necesario castigarnos doblemente y luego consolarnos doblemente?

La respuesta se esconde en la Haftará de Parashat Masei (Irmiahu 20:13): כי שתים רעות עשה עמי – אותי עזבו מקור מים חיים לחצוב להם בארות נשברים אשר לא יכילו המים (Dos ofensas realizó Mi Pueblo: Me abandonaron a Mí, la fuente de agua viviente, para ir a cavar pozos para sí mismos, pozos quebrados que no retienen el agua). En este punto se me viene a la memoria la parábola de una reina que huyó para juntarse con un agricultor; ¡no sólo dejó al rey, sino que se fue a casar con un simple granjero!

El Jovot Halevavot acentúa que el Profeta no se refiere solamente a abandonar a Di-s para ir a adorar ídolos, sino que también alude a abandonar nuestra confianza en Di-s que confiar en las cosas más ‘cercanas’ que nos brindan sostén. Nosotros confiamos en que si ahora estamos respirando, entonces seguiremos respirando también dentro de un minuto. Confiamos en que mientras tengamos una buena inversión / negocio / padres ricos, nuestra situación financiera se mantendrá estable gracias a estos medios. Confiamos en que si estamos felizmente casados ​​o apoyados en todo aspecto, las cosas seguirán del mismo modo. En resumen de cuentas, estamos confiando en los medios porque hemos creado un cierto nivel de confianza en ellos. Como consecuencia, podemos desgraciadamente olvidarnos de dirigirnos a Di-s para seguir pidiendo por aquellas bendiciones. De este modo estamos abandonando nuestra relación con Di-s, que se asemeja al manantial mismo de aguas frescas, y confiando en los pozos quebrados que nosotros mismos cavamos y que ni siquiera son capaces de contener el agua que extrajimos del manantial. Estamos ocupados concentrándonos en los pozos, los ríos y las tuberías a través de los cuales Di-s nos envía todo lo bueno, pero nos olvidamos de que Él es la fuente de toda nuestra prosperidad.

Entonces, estas son las dos ofensas realizadas por nuestro Pueblo: abandonar la confianza en Di-s para confiar en otros medios de sostén, y olvidarse de que estos medios son efectivamente proveídos por Di-s.

Aun así, con Su gran misericordia, el Todopoderoso está dispuesto a recibirnos de vuelta incluso después de habernos comportado tan mal. Nuestro rey no abandona a su reina – el Pueblo Judío – aun después de haberse huido con el agricultor quien a su vez también es mantenido por el Rey. Todavía se hace llamar “tu Di-s”, pues no nos abandona tampoco cuando nosotros mismos lo hemos abandonado a Él. No existe mayor consuelo que este. Él siempre está allí velando por nosotros. Es más, cuando regresamos hacia Él, no sólo que no se enoja con nosotros por haberlo abandonado, sino que incluso se muestra feliz de recibirnos de nuevo. Este es el doble consuelo.

 

 

 

 

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