spanish VAETJANAN 2013

El hombre que sentía cierta falta

Hay un hombre muy modesto que reza en la otra punta de mi asiento en la sinagoga. Es un hombre muy normal, pero reza con una pasión indescriptible. Debe tener alrededor de sesenta años y parecería ser un poco solitario. Nunca viene a la sinagoga con hijos ni nietos. Nunca le dirigí la palabra y no es que yo no sea amigable o sociable. Sino que este señor reza con tanto fervor, que cuando ya todos terminamos y estamos listos para irnos de la sinagoga, él sigue profundamente absorto en su conversación con Di-s.

Hace poco mi mujer me mostró algo que me movilizó profundamente. Había un artículo en la portada de la revista Mishpajá (en la edición en hebreo) de un hombre de sesenta años que vive en mi vecindario en Jerusalem, quien recién tuvo su primer hijo después de varios años de matrimonio. Mis ojos no podían creerlo cuando vieron la foto de mi compañero de asiento en la sinagoga, sonriendo y sosteniendo a un bebé recién nacido en el hospital. Pensé que simplemente estaba “rezando bien”. Ahora, me doy cuenta cuánto corazón ponía al suplicarle a Di-s en sus plegarias; cuánto corazón ponía al agradecerle a Di-s en sus plegarias. Esta es una de las cosas que me encanta de vivir en Jerusalem: la espiritualidad de las personas, aquí es tan sencillo tener cercanía con Di-s… Un hombre que a simple vista parecería ser una persona cualquiera puede tener un amplio conocimiento del Shas en la palma de su mano. A media noche, en las tres semanas, escucho desde mi habitación a un vecino gimiendo el Tikún Jatzot (todos mis vecinos negaron ser ellos quienes se estaban lamentando). Y el señor de la otra punta de mi fila en la sinagoga, quien no había tenido hijos durante toda su vida – se entregó a los Cielos en sus plegarias y tuvo el mérito de tener un hijo a edad avanzada.

“Estas son las personas de tu vecindario, las personas con quienes te encuentra a diario”. Cada vez que contemplo la posibilidad de volver a vivir a Estados Unidos, este pensamiento me amarra a Bait Vagán, Jerusalem. Son mis mayores deseos y mis ganas más profundas que personas como éstas puedan causar algún efecto en mí y mi familia. Tal vez algún día llegue a rezar de la forma en que un judío debería hacerlo; tal vez llegue a saber bien alguna parte del Shas; y espero poder llegar a llorar por el Beit Hamikdash junto a mi vecino.  No es que todo Jerusalem esté lleno de este tipo de gente, es que ellos existen aquí.  Son un recordatorio de cómo debiesen ser las cosas.

Cada vez que veo al joven padre de sesenta años, un pensamiento invade mi mente. Cuando alguien tiene un hijo después de haber esperado tanto tiempo, la felicidad no es nada menos que una felicidad eufórica. Si hiciéramos una especie de escala mundial de felicidad, incluyendo la mayor felicidad que puede sentir una persona, sería muy probable que este señor la haya vivenciado. La razón es que cuando alguien desea mucho algo y después recibe aquello que tanta falta le hacía, la felicidad es proporcional a cuánto lo había deseado. Siempre que hay algo faltante, como una pieza carente de un retrato, cuanto más se siente su ausencia, mayor es la felicidad cuando ésta es completada. Esta es la forma en la que Di-s hizo la emoción de la felicidad,  brota del corazón cuando se encuentra aquello que faltaba. La falta de felicidad es desear algo y no tenerlo. Y este tipo de “deseo”, profundo anhelo, viene a la persona cuando ésta siente que hay algo significativo, básicamente necesario e importante para su vida, que le falta.

En el trayecto de media hora en autobús desde Bait Vagán hacia la yeshivá de Mir, uno de los jóvenes  incipientes estudiosos de Torá solía dar una clase todos los jueves. Escuché esta clase cada jueves durante cuatro años. En la clase anterior a Tisha B’Av él solía contar acerca de la vez que fue a dar una caminata con su rabino, estudiando partes profundas del Talmud. “Al atardecer, nos paramos en un lugar en el que vimos al sol desaparecer en el horizonte y mi rab se quedó de pie, tranquilamente, observando a medida que el sol iba desapareciendo. Yo me quedé parado junto a él, sin saber qué decir. Entonces, él señaló al sol y me dijo: ‘Aún tenemos la posibilidad de traer el Korbán Tamid de la tarde. Aún nos quedan unos minutos, si el Mashiaj viniera ahora…’ Cuando el sol terminó de ponerse, frunció el ceño y dijo ‘Acabamos de perdernos otro Korbán’”.

Se dice que cierta vez Rab Shimshon Pincus dijo: Si te dieras cuenta que estabas equivocado al pensar que eres judío – y en realidad eres gentil, ¿qué es lo primero que harías? – Cada persona dio una respuesta diferente mencionando cosas que están prohibidas y que les gustaría poder hacer. Rab Shimshon respondió: “Si yo tuviera permitido hacer lo que un judío no puede hacer, subiría al monte del tempo y traería un korbán”

Cuando alguien anhela tanto la santidad, cuando alguien siente que hay una ausencia de honor Celestial en este mundo, entonces puede alegrarse y regocijarse cuando ésta es restaurada.  כל המתאבל על ירושלים זוכה ורואה בנחמתה. Todo aquel que se lamente por Jerusalem tendrá el privilegio de verla reconfortada.

Hay algo desaparecido en este mundo; hay una ausencia del honor del Cielo. Esto explica una parte del kadish – que de otra forma no tendría explicación – לעילא מן כל ברכתא שירתא תשבחתא ונחמתא דאמירן בעלמא (El nombre de Di-s es) Mayor que todas las bendiciones,  cánticos, alabanzas y consuelo que podamos expresar en este mundo… ¿Qué tiene que ver la palabra נחמתא, consuelo, en este contexto?

La respuesta es que por más que alabemos a Di-s y digamos cuánto rezamos para que Su grandeza se vea reflejada en este mundo, todavía no tomamos consciencia cuánta falta nos hace Su Presencia. El consuelo es necesario cuando hay una falta y el grado de éste debe ser de acuerdo al nivel de la pérdida; así como sea la falta, será el consuelo al encontrar o recobrar aquello perdido. No hay mayor carencia en este mundo que la revelación abierta del Honor Divino, el Beit Hamikdashh y el pueblo judío viviendo según la Torá. El mundo es un retrato grande e incompleto. El Talmud en Berajot 3a dice: “Oí una voz Celestial que arrullaba como una paloma y decía, ¡Ay de Mí que destruí Mi Casa…” En el kadish, esto es parte de como nosotros expresamos la grandeza de Di-s. Santificamos Su Nombre diciendo cuánto Lo necesitamos a Él y a Su gloria, y que el mayor consuelo de todos será cuando el mundo entero reconozca Quien manda. Ese será el momento en el que Di-s y Su pueblo serán consolados, y de la manera más grandiosa. . לעילא מן כל נחמתא..

Veamos qué significa la palabra hebrea נחמה. נחמה significa consuelo. La palabra נחם también significa arrepentimiento, echarse atrás o sentirse mal. (שוב מחרון אפך והנחם על הרעה לעמך yכי נחמתי כי עשיתים(. Di-s no se arrepiente, ya que Él sabe lo sucederá en el futuro. Pero la relación entre los dos significados de la palabra en relación a los seres humanos significa que si bien aparentan tener significados diferentes, en realidad simplemente significan una etapa que le antecede a otra etapa siguiente. Las personas que se sienten mal sobre algo, quienes se arrepienten, eventualmente serán consoladas. Lo mismo se aplica con respecto al duelo por el Templo.

Así, Di-s le dice a Su pueblo, a aquellos quienes están de duelo por Su Templo, aquellos quienes atravesaron y atraviesan un exilio implacable, נחמו נחמו עמי – “Consuélense, consuélense, Mi pueblo…” Que sea Su voluntad que aquellos que duelan en Tishá B’Av  puedan dejar definitivamente de llorar.

 

¿QUIÉN REALMENTE QUEMÓ EL TEMPLO SAGRADO?


En el párrafo “Najem”, recitado en las plegarias de la tarde de Tisha Be´av, recordamos la destrucción y reconstrucción del Bet HaMikdash de la siguiente manera: “Tú lo encendiste en llamas y con llamas Tú habrás de reconstruirlo” (כי אתה באש הצתה ובאש אתה עתיד לבנותה וכו’). También el Midrash cita esta declaración – junto al versículo de la Torá que enuncia que quien prende fuego a las posesiones de otros, es responsable por los daños causados (שמות כ”ב: ה). El Midrash continúa con la siguiente maravillosa declaración del Todopoderoso: “Es mi obligación reparar los daños causados por el fuego que Yo encendí” (ילקוט שמעוני – זכריה ב: ט).

Todo esto parece muy extraño, pues todos aprendimos que el Templo Sagrado fue destruido por los pecados de nuestro Pueblo. Mediante los pecados, nuestros antepasados ​​provocaron que la Presencia Divina abandonara el sitio sagrado, quedando este vulnerable a las antorchas del enemigo. ¿Cómo, entonces, es posible entender que Di-s es responsable de su reconstrucción y no nuestra Nación?

Por más extraño que parezca, podemos explicar esta paradoja a través de otra paradoja:
El Talmud ברכות לא:)) nos relata que el profeta Eliahu, en su intento de defender a los Judíos frente a la acusación de haber cometido idolatría, se aventuró señalando a Di-s con un dedo acusador: “Tú provocaste que sus corazones se desviaran por el mal camino ” (מלכים א יח, לז). El Talmud critica esta declaración, sin embargo, continúa diciendo que en realidad Di-s estuvo de acuerdo con este cargo.
¿Cómo es posible entenderlo?

El Sifté Jajamim propone una explicación que, a mi opinión, resuelve ambas paradojas: Es verdad que la persona posee el libre albedrío, lo cual, de hecho, lo hace responsable de sus acciones y pecados. Sin embargo, al arrepentirse, Di-s la juzga favorablemente, reconociendo que “Yo creé a la persona con un fuertísimo instinto del mal y, por lo tanto, Yo asumiré la responsabilidad de su pecado”.

En otras palabras, si bien el pecado fue cometido por el pecador, su responsabilidad por este es valida solamente hasta que se arrepienta sinceramente. Después del arrepentimiento, Di-s está dispuesto a asumir la responsabilidad, dado que en cierto sentido el pecado fue a raíz del instinto negativo (yietzer hará) creado por Él.

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Asumir la responsabilidad de nuestras torpezas, muchas veces puede ser difícil. Frecuentemente terminamos negando la responsabilidad por nuestros errores mediante toda clase de excusas, y tratando de conservar una perfecta imagen de nosotros mismos. Empero, si seremos capaces de interiorizar el concepto recientemente descubierto: que Di-s nos perdona cuando admitimos sinceramente nuestros pecados, encontraremos una gran fuente de nuevas esperanzas. Así también seremos capaces de acercarnos al mes de Elul y los días de arrepentimiento con el correcto estado de ánimo.

 

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                                                             Shabbat Shalom, Yosef Farhi

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