spanish toldot 2012
Ver a través de los Cielos
“Y fue cuando Itzjak envejeció y se debilitaron sus ojos…” (27:1). Rashí explica los sucesos que llevaron la pérdida de la visión de Itzjak: al encontrarse sobre el altar, a punto de ser sacrificado por su padre Abraham, se abrieron los Cielos y las lágrimas de los ángeles que lloraban cayeron a los ojos de Itzjak y los enceguecieron.
Rabí Shmuel Birenbaum pregunta: ¿qué significa esto? ¿Di-s abrió los Cielos para que los ángeles pudieran observar los eventos? ¿Acaso los ángeles no eran capaces de ver todo perfectamente desde su lugar, sin necesidad de abrirse los Cielos? La respuesta reside en que allí arriba todo está claro. No hay preguntas ni dudas. Todo lo que atravesamos nosotros, los seres humanos, todas las pruebas que debemos superar por ser incapaces de comprender los Caminos Divinos; son trasparentes y cristalinos cuando vistos desde Arriba. Los ángeles veían cómo Abraham atravesaba la prueba; veían también que a último momento Di-s le ordenaría soltar el cuchillo, explicándole que la orden había sido ofrendar a su hijo sobre el altar, subirlo allí arriba, mas no sacrificarlo. Sabiendo todo esto, desde la perspectiva Celestial, no había motivo para lágrimas ni emociones. Era simplemente una prueba.
Recién cuando Di-s abrió los Cielos, los ángeles pudieron ver las cosas como son vistas desde nuestro punto de vista, desde la perspectiva de este mundo. Lo que Abraham sentía y los pensamientos que se le cruzaban por la mente: ¿cómo podía hacerle eso a su propio hijo? ¿Qué le diría a su esposa Sará? ¿Cómo enfrentaría al mundo y explicaría lo que hizo? Al ser capaces de percibir los pensamientos y sentimientos de la mente y el corazón del Patriarca, las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de los ángeles.
El llanto y las lágrimas son resultado de emociones que no pueden ser expresadas con palabras. Cuando las emociones son imposibles de contener, emergen en forma de lágrimas. Las pruebas que atravesamos en este mundo nos provocan lágrimas. A veces las pruebas que otros atraviesan nos provocan lágrimas. Sin embargo, Arriba todo está claro, todo tiene una explicación. Es por ello que allí Arriba no hay lágrimas. (Escuchado de Rabí Arie Goldberg)
Me gustaría exponer un punto más: cuando vemos a otros atravesar dificultades, a veces nos parece tener una solución para ellos o un punto de vista diferente al de quien atraviesa el sufrimiento. Al tratar de trasmitírsela o de sugerir una perspectiva diferente, la persona sufriendo a veces se frustra o siente que no la entienden. La verdad es que sugerir algo así, muy probablemente muestre que uno ni siquiera escuchó lo que el otro tenía para decir. Pues cada uno tiene tantas emociones del pasado y es tan larga la historia de su vida; que alguien ajeno necesitaría escucharlo por un largo rato para entender realmente lo que está atravesando. Necesitaría también hacerle muchas preguntas; sería como tener que romper la barrera que existe entre las personas. Más de una vez experimenté casos así en mi rol de ayudar a terceros. Escuché varias horas, haciendo preguntas de vez en cuando para entender lo que el otro estaba atravesando, y ahí me daba ganas de llorar. Cuando sentí que una lágrima rozó mi propia mejilla, supe que había escuchado lo que el otro tenía para decir. Supe que había destruido la barrera que nos separaba. Algo parecido a lo que ocurrió cuando los ángeles lloraron al ver a través de los Cielos .
Clases de foniatría
Una persona con quien practicaba “coaching” quería lograr un cambio de conducta; quería dejar de enojarse. Esta persona no se daba cuenta de que su tono de voz era muy grave y amenazador; al hablar, daba la impresión de estar a cargo de todo y emitiendo órdenes. Incluso parecía como si se estuviera forzando a hablar en tono fuerte y grave. Cuando percibí esto, le recomendé un buen especialista en foniatría. En una sola sesión, el foniatra le enseñó a hablar con voz más relajada, más aguda y suave. ¡Ejercitando este cambio de voz, mi paciente logró superar el enojo…! A tal punto que las personas que generalmente trataban de evadirlo, incluidos sus hijos, comenzaron a disfrutar de las conversaciones con él. Yo mismo no podía creer cuán exitosa había sido la táctica: el hombre que solía enojarse dos veces por día, ya llevaba dos semanas sin enojarse.
Nuestra forma de hablar está completamente ligada a nuestra forma de actuar. El tono de voz influye enormemente sobre nuestros sentimientos, así como expresa lo que hay dentro de nosotros. Lo vemos en Iacov Avinu; cuando Itzjak oyó la voz de su hijo Iacov y palpó la piel velluda de Esav, dijo הקול קול יעקב והידיים ידי עשיו – La voz es de Iacov, y las manos son de Esav. Rashí explica que la “voz de Iacov” se refiere al modo de hablar de Iacov. Pues cuando Iacov necesitaba que su padre se parara, decía קום נא levántate por favor. Empero Esav le decía יקום אבי levántate padre. Itzjak estaba al tanto de esta diferencia, y por eso percibió que quien estaba parado frente a él quizás era Iacov y no Esav.
Cabe preguntar, si Iacov cambió todo, su vestimenta, nombre y todo lo relacionado con su identidad, ¿por qué no cambió también su forma de hablar? ¿No podía haber dicho “levántate padre” como lo decía su hermano Esav?
La respuesta es que Iacov estaba dispuesto a cambiar casi todo de sí mismo, pero no su forma de hablar. Hablar como un hombre de caza, sin modales y respeto como su hermano Esav, era algo que Iacov no estaba dispuesto a hacer. Ni siquiera por un instante. ¿Por qué no cambió la voz? A fin de cuentas, su forma de hablar habitual lo podía dejar mal parado frente a su padre; es más, incluso le podía hacer perder las bendiciones. Sin embargo, cambiar su voz – su forma de hablar con las personas – significaba cambiar su verdadera identidad. Eso era algo que no estaba dispuesto a hacer.
Nuestro entorno nos conoce no sólo por lo que decimos, sino también por cómo lo decimos.
El trato con un joven desobediente
Itzjak amaba a Esav pues cazaba con su boca… (Bereshit 25:28)
¿Por qué? ¿Por qué Itzjak favorecía a Esav más que a Iacov, su hijo piadoso? El Ben Ish Jai explica que si observamos de cerca, podemos encontrar en el versículo dos razones para esta asombrosa preferencia de Itzjak. La primera, que Esav “cazaba” a su padre con su forma de hablar suave y engañosa. Astutamente, él se exponía como una persona piadosa, haciéndole a su padre preguntas que daban la impresión de ser escrupuloso en el cumplimiento de las mitzvot. Por ejemplo, ¿cómo se diezma la sal? (algo que ni siquiera es necesario diezmar). Itzjak no cayó en la trampa de su hijo, pero sí le demostró un amor excesivo, a fin de acercarlo y evitar que continuara con sus malvadas acciones, desviándose por completo del camino de la Torá. Itzjak esperaba que la buena relación con su hijo ayudara a Esav a abstenerse de ciertas conductas embarazosas para su prestigiosa familia – por respeto a su padre.
La segunda razón para el amor de Itzjak a Esav se expone al final del versículo: “…y Rivká amaba a Iacov”. Dado que Rivká exteriorizaba su amor hacia Iacov, e Itzjak mismo también lo amaba internamente; temió que esto despertara los celos de Esav, acabando con él por completo. Itzjak consideró correcto demostrar su amor hacia Esav, a fin de que éste no sintiera celos por el amor de Rivká a Iacov. Tenía esperanzas de que Esav se conformara con el amor de su padre.
Lo cual es una importantísima lección para los padres del siglo 21. Seamos honestos: una de las más grandes maravillas de la era moderna es una familia donde los hijos realmente respetan a los padres. ¿Cuál es el secreto de estas familias? Mayormente, que los hijos fueron respetados por sus padres como personas. Al ser respetados, aprendieron lo que significa el respeto. Si queremos que nuestros hijos nos respeten, debemos primero respetarlos a ellos. Esto es algo que incluso Esav logró captar.
Otra importante lección sobre educación que aprendemos en la Parashá de esta semana: el motivo clave por el cual un joven de casa religiosa abandona el camino de sus padres, es porque no siente relación alguna con su padre. Un padre debe siempre recordar esto, y aprender la lección de Itzjak. Por haber tratado con amor a Esav, y no haberlo echado de la casa, Itzjak tuvo el mérito de convertirse en nuestro Defensor en los Cielos. Mediante su ejemplo, implora a Di-s que permita a Sus hijos descarriados retornar al camino de la Torá. De hecho, si nosotros mismos habremos de seguir el ejemplo de Itzjak al enfrentarnos a jóvenes que se desvían del camino de la Torá, lograremos acumular méritos que finalmente traerán la Redención.