spanish PINCHAS 2013

Una correcta reprensión

 

La Parashá de esta semana comienza en medio de una historia. La semana pasada, al final de Parashat Balak, Pinjás puso su vida en juego y vengó el acto inmoral de Zimrí ben Salú, príncipe de la Tribu de Shimón, con la princesa de Midián, Kozbí bat Tzur. Con su proceder, Pinjás detuvo la plaga que ya se había cobrado como víctimas a 24 mil judíos, impidiendo la exterminación del Pueblo entero. En la Parashá de esta semana, Pinjás es recompensado con el sacerdocio y la inmortalidad.

La pregunta obvia es por qué Pinjás no recibió su recompensa entre los versículos de la Parashá pasada.

Y la respuesta es una idea que nos deja para pensar: no siempre que uno es impulsado a reprender a otros, es correcto hacerlo. Y aun si uno debe vengar por el honor de la Torá, hay formas y formas de hacerlo. La impulsividad puede arruinarlo todo. Primero uno debe detenerse y contenerse. En este caso, la acción de Pinjás estuvo justificada sólo porque primero recibió la aprobación de Moshé. Él se vengó como se debe de acuerdo a la Torá: primero consultó con su Rabino. La Torá nos deja en suspenso para enseñarnos que quien hace una מחאה, una protesta, debe ser minuciosamente analizado a fin de determinar exactamente cuáles son sus intenciones y motivaciones. ¿Acaso es ella la persona adecuada para protestar? ¿Cuándo es el momento correcto y la forma de protestar? Todos estos puntos deben ser cuidadosamente examinados antes de decidir si la persona se merece los elogios y la recompensa. Esta es la lección que la Torá nos enseña al dejar la recompensa de Pinjás en suspenso: que la reprensión y protesta son elogiables sólo tras un minucioso examen.

Rabí Eliahu Lopian zt”l se inspira en un maravilloso punto sobre la plegaria de Ashré, algo que nos recordamos tres veces al día. El motivo por el cual los Sabios establecieron que el Ashré sea recitado tantas veces a lo largo de la vida de la persona, es para recordarle las bondades del Creador y así poder emular Sus Conductas. Recién al final del Ashré se menciona שומר… את כל אוהביו ואת כל הרשעים ישמיד, que Di-s cuida a todos quienes lo aman, y exterminará a todos los malvados. Esto nos enseña que primero uno debe ser טוב לכל, bueno con todos, רחמיו על כל מעשיו compasivo sobre todas las criaturas, סומך לכל הנופלים sostiene a todos lo que caen… משביע לכל חי רצון complace las necesidades de todo ser viviente… צדיק בכל מעשיו justo en todos los caminos y recién entonces puede ואת כל הרשעים ישמיד, pelear contra los malvados…

Es mucho más fácil para un padre castigar a su hijo que hablarle. Es mucho más simple echar a un niño de la clase o de la escuela que tratar con él. El correcto proceder es consultar con un Rabino sabio y de experiencia, considerado “Daat Torá“, una persona con la mente constantemente pensando en asuntos de Torá y halajá. De lo contrario, si un maestro o padre no consulta con una autoridad competente, cargará consigo parte de la responsabilidad por lo que este niño conllevará en su vida por este “simple error”.

Recuerdo hasta el día de hoy al hombre que trajo a la sinagoga para Minjá de Shabat a su hijo de tres años vestido en pijamas. Sin previamente consultar al Rabino, el presidente de la sinagoga se acercó a este hombre y lo reprendió. El padre se disculpó diciendo que no se había dado cuenta de que era algo tan inapropiado. No era un concurrente asiduo y se fue a sentar en uno de los últimos asientos de la sinagoga. El presidente luego ascendió a la bimá, detuvo al jazán, y frente a los 200 feligreses anunció que es inapropiado venir a la sinagoga con los niños vestidos en pijamas. Todas las miradas se dirigieron instintivamente al final de la sinagoga, donde se encontraba este hombre. Muy avergonzado, el hombre respondió en voz alta: “lo entendí cuando me lo dijiste personalmente y ya dije que no lo volveré a traer así vestido”. Nunca más volví a ver a este hombre en la sinagoga. Tampoco creo que algún día encontraré a sus hijos allí.

Este suceso me enseñó una lección que espero nunca olvidar y poder vivir de acuerdo a ella: existe una Torá y existen las personas que no siguen su camino. Si habremos de tratarlas como personas y enseñarles las leyes, tratándolos con respeto y dignidad; estarán mucho más abiertas a aceptar lo que la Torá tiene para decirles…


Recompensa bien merecida


Di-s nos pregunta: “¿Quién me ha precedido y debo recompensarlo?” – ¿Quién Me ha elogiado antes de que Yo le diera el alma? ¿Quién circuncidó a su hijo antes de que Yo le diera un hijo? ¿Quién colocó una Mezuzá en la puerta antes de que Yo le diera una casa? ¿Quién construyó una sucá antes de que Yo le diera un lugar para construirla? ¿Quién sostuvo un lulav antes de que Yo le diera dinero para comprarlo? ¿Quién ató tzitzit a sus vestimentas antes de que yo le diera ropa para vestir? (Vaikrá Rabá 27).

 

Este Midrash parece sugerir que cada mitzvá que cumplimos es percibida por Di-s meramente como una manifestación de aprecio necesaria y esperada por toda la bondad que Di-s nos concede. Si es así, ¿queda lugar para cumplir mitzvot simplemente por deseo de servir a nuestro amado Creador? Es más, al devolver nuestras almas a Di-s luego de su travesía por el mundo, ¿cómo podemos esperar ser recompensados por vivir de acuerdo a la Torá? Veamos cómo la Parashá de esta semana provee la respuesta a estas preguntas, pero antes, un poco de historia…

Otro Midrash comenta acerca del celo de Pinjás al castigar a los dos descarados pecadores, Zimrí y Cozbí: בדין הוא שיטול שכרו – Pinjás mereció la recompensa – el “Pacto de Paz” (Midrash Rabá 21). Este pacto implicaba que Pinjás se sumaría al resto de su familia como Cohén. Según el Targum Iehonatán, esto significa que Di-s lo hizo a Pinjás inmortal, otorgándole el privilegio de anunciar la Redención Final y la llegada del Mashíaj. Sin embargo, ¿cómo podemos entender este concepto de una recompensa bien merecida a la luz del Midrash anterior que sugiere que no es posible merecer una recompensa, puesto que el cumplimiento de las mitzvot es nuestro deber y obligación delante de Di-s?

Existe un dicho de Kotzk muy conocido que puede solucionarnos esta paradoja: “No se mide a la persona según la cantidad de mitzvot que cumplió, sino según el corazón que puso en el cumplimiento de ellas – aun si fuera una sola”.

Hay relativamente pocas mitzvot por orden bíblica (Deoraitá) que nos encontramos a diario. De hecho, el Rav Wolbe zt”l enumera sólo nueve (de las 248) mitzvot asé de esta clase: * Recitar Shemá * Usar Tzitzit * Colocarse Tefilín * Rezar * Estudiar Torá * Recitar la bendición después de comer pan * Dar caridad * Respetar y pararse delante de los padres y ancianos * Descansar en Shabat. Nuestro servicio a Di-s se mide, en su gran mayoría, con el cumplimiento de este puñado de mitzvot. Aun así, la clave para cumplir estas mitzvot como se debe, se encuentra en el pensamiento que ponemos en ellas. (“Poner intención” es algo más fácil de decir que de hacer, ya que es muy difícil lograr la concentración y el pensamiento adecuados en mitzvot que son tan cotidianas.)

Rabí Iehudá Tzadka zt”l escribe que si una persona cumple una mitzvá con un sincero amor a Di-s, y no por temor a Di-s, puede legítimamente solicitar la recompensa por ello. Esto se debe a que una mitzvá realizada con amor a Di-s va más allá de lo que estamos obligados. Al cumplir una mitzvá con amor a Di-s la persona expresa su deseo interior de cumplir la Voluntad Divina. Lo mismo se aplica al hacer algo con mesirut néfesh (sacrificio). En última instancia, la calidad y dedicación por la mitzvá son los que justifican la recompensa que Di-s nos da.

Pinjás es un ejemplo excelente de hacer más allá de lo que estamos obligados a hacer – הלכה ואין מורין כן. Él obró incentivado por el dolor que sintió al presenciar la profanación del Nombre Divino y la gran falta de respeto hacia Moshé. Al castigar a Zimrí y Cozbí puso su vida en juego y, es por ello que mereció la inmortalidad.

Podemos aplicar este concepto de mejorar la calidad de nuestras acciones también en otros aspectos de nuestras vidas: la familia, la relación con el entorno, el trabajo – por nombrar sólo algunos. Esto implica poner el énfasis en la calidad y no en la cantidad, y dedicar un poco de pensamiento a las cosas que hacemos. La realidad es que la agenda diaria de un amplio espectro de personas es bastante similar. Aun así, quienes se esfuerzan por asegurar la buena calidad de cada una de sus actividades, mayormente prosperan mucho más en la vida que quienes no lo hacen.


Líderes futuros

 

Algunos observan a su alrededor y se preguntan en alta voz o para sí mismos: ¿quiénes se convertirán en líderes del Pueblo Judío para la futura generación? ¿Quién guiará y dirigirá a la Comunidad? Algunos dirigen la mirada hacia grandes disertantes o quienes provienen de familias prominentes. Otros hacia aquellos con alto coeficiente intelectual; suponiendo que de ellos brotará la grandeza. Sin embargo, la realidad no es justamente esta. De hecho, si echamos un vistazo hacia los líderes de hoy en día, así como los del pasado, notaremos que no son estos los factores decisivos. De entre los líderes de la actualidad, varios provienen de hogares simples o incluso pobres y desarmados; y no de la clase alta de la sociedad. Entonces, ¿qué ocurre? El Midrash define un único factor que identifica a los verdaderos líderes del futuro.

Di-s dijo a Moshé: Iehohúa te sirvió y atribuyó gran honra; él se levantaba temprano y dormía tarde en tu casa de reunión para ordenar los bancos, extender los manteles… y recibirá su recompensa… (Midrash Rabá 21,14). Esto es extraño, una gran personalidad como Iehoshúa, sumamente estudiosa que jamás abandonaba la casa de estudio, dedicando todo su tiempo a observar a su maestro Moshé y aprender de él las leyes de la Torá – no es esto lo que le acredita el liderazgo, sino el fregar los pisos luego de la clase, ordenar los bancos y doblar los manteles. ¿Es eso lo que vale? ¿Eso es lo que le dio la grandeza? ¿Todas las horas dedicadas al estudio no se presentaron a su favor  – sino el hecho de ser Gabai de Moshé?

Rabí Zeev Guetzel shlit”a en su libro Ashira, ofrece una nueva perspectiva a todo este asunto. Si, por ejemplo, al pasar por una tienda a las 2 a.m. uno ve por la ventana a alguien limpiando y ordenando la mercadería, es de imaginarse que no se trata de un simple empleado. Los empleados comunes no trabajan a las 2 a.m. Si alguien ordena la tienda a esta hora, se trata sin duda del propietario o de alguien muy allegado a él que lo quiere mucho.

Iehoshúa no era simplemente un ´encargado´, Di-s libre. Él no solamente ordenaba las mesas, sino que se levantaba temprano y dormía tarde, ordenando la sala de estudio para asegurarse que la gente lo aprecie y sea agradable para ellos el estudio allí así como lo era para él. Para él, era algo personal, y eso es un nivel de estudio totalmente diferente. “La persona no logra estudiar Torá con perfección, a menos que ame a Di-s con todo su corazón, su alma y cada parte de su ser” (Midrash Tanjumá, Noaj). La dedicación de Ieoshúa hacia la sala de estudio, hacia su amor por la Torá, era eminente por intermedio de su preocupación por que todos estén cómodos y disfruten el estudio así como él. Y este es el motivo por el cual se convirtió en líder. No por la cantidad de horas de estudio, sino por su dedicación a este ideal, a este valor.

Los futuros líderes de nuestro pueblo, los verdaderos líderes, son aquellos que se dedican firmemente a sus ideales y valores.


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Shabbat Shalom, Yosef Farhi

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