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 Mensaje de una paloma

Tras cuarenta días de lluvias, Nóaj envió a un cuervo y luego a una paloma  para verificar si las aguas del diluvio habían subsistido. La paloma regresó a Nóaj con una ramita del olivo en el pico. El Talmud (Eruvín 18b) explica que con esto la paloma quería transmitirle a Nóaj el siguiente mensaje: “Prefiero recibir mi alimento y sustento de Mano de Di-s, aunque sea  amargo cual la oliva, y no un alimento dulce como la miel de mano del ser humano “. Las palabras de la paloma fueron sumamente poderosas, quizás incluso un tanto ofensivas para Nóaj, quien trabajó incesantemente durante cuarenta días para ayudar a esta paloma a subsistir al diluvio. El concepto que sigue, quizás nos ayude a aclararlo.

La imagen de la “paloma con la ramita en el pico” se ha convertido internacionalmente en un símbolo de paz. El Rav Sh. R. Hirsh afirma que la paloma no representa la paz, sino más bien la independencia. La paloma quería transmitirle a Nóaj que la independencia provee mayor placer que la comodidad. Si bien la paloma recibió un servicio de primera clase, esto no superó al placer de la libertad y de disfrutar del mundo sin obtener asistencia. Quizás no seamos conscientes de ello, pero Di-s implantó en todos los seres vivos un placer innato de sobrevivir por sus propios medios, sin intervención y ayuda humana. Este placer está ligado al mayor deleite que existe, de reconocer a Di-s y agradecerle ante cualquier éxito. Este placer es mucho mayor y profundo que el de ser mantenido con todas las comodidades. El ser mantenido puede ser fácilmente confundido con la creencia que los medios de sustento son la fuente y no meramente medios.

Por consiguiente, la paloma le dijo a Nóaj: Aprecio todo lo que has hecho por mí y te lo agradezco, pero aun así, me gustaría avanzar y seguir adelante, hacia una relación directa con mi Creador. Esto nos recuerda las palabras del Birkat Hamazón (bendición posterior a la comida), donde pedimos: Por favor, Di-s, sálvanos de ser dependientes de otros seres humanos… sino de Tu Mano, amplia, abierta, colmada y rica…

Tanto si nos mantenemos por nuestros propios medios, o si somos mantenidos por terceros, debemos tener presente y no desconcentrarnos de Quién realmente nos mantiene. Apreciar lo que Di-s nos da y fortalecer nuestra relación con Él, es lo que realmente trae la satisfacción interior. Todo esto puede ser tergiversado por la perspectiva errónea de que los padres, patrones, la administración de la comunidad, etc., son la fuente de sustento. La paloma nos enseña que podemos fácilmente ser confundidos. Pues si bien estos generosos pilares de ayuda realizan un gran esfuerzo por beneficiar a sus receptores, debemos siempre tener en cuenta que la verdadera fuente de sustento proviene del Todopoderoso. Esta idea puede ayudar a quienes se amargan por la cantidad y calidad de ayuda que reciben. Un Birkat Hamazón sincero y un cambio de perspectiva pueden transformar esta amargura en algo tan dulce como la miel.

 

Matrimonios internacionales – metas compartidas

Las parejas internacionales, siempre me parecieron algo interesante. Tanto mis padres como yo mismo, formamos hogares de esta clase. Los matrimonios internacionales más maravillosos a mis ojos son los que en un comienzo no compartían el mismo idioma, pero de algún modo sentían que estaban destinados “el uno para el otro”. En su mayoría, estos viven felices aun después, sin embrago, en algunos casos esto desafortunadamente perdura sólo hasta que encuentran un lenguaje en común. De algún modo, esto perturba la tranquilidad de su relación. Ambos comienzan a dudar de si realmente estaban destinados “el uno para el otro”. Más de una vez reflexioné acerca de este fenómeno, hasta que se me cruzó la siguiente idea, que está muy relacionada con esta clase de matrimonios en particular y todas las parejas en general.

Al final de la Parashá de esta semana, todos los habitantes del mundo se unieron con el fin de construir la Torre de Bavel. La multitud de constructores compartía la misma meta, con tres distintos planes (Sanhedrín 109a). Un grupo pretendía trepar hasta el cielo, a fin de habitar entre los ángeles. El segundo grupo aspiraba trepar hasta el cielo con propósitos de idolatría. Y el tercero quería llegar al cielo para luchar contra Di-s e impedirle traer otro diluvio al mundo. Di-s los castigó también de tres formas diferentes: los primeros fueron diseminado por Di-s y los segundos se convirtieron en monos, fantasmas y demonios. Con respecto al tercer grupo, Di-s envió ángeles para mezclar los idiomas. Si bien había diferentes grupos y cada uno mereció su propio castigo, todos compartían una meta en común, la de edificar una especie de rascacielos.

En el versículo que menciona la confusión de idiomas del tercer grupo, Rashí comenta que no fue meramente una barrera de incomprensión absoluta, sino que Di-s confundió a la multitud en forma tal que uno pedía un ladrillo y el obrero traía cemento en su lugar. Frustrado por el error de su colega, el primero tomaba una estaca y le partía el cráneo a su compañero. Cuando uno pedía X en un idioma, eso significaba Z en el idioma de su compañero. ¿Por qué entonces, no alcanzó con dispersar a la multitud creando una incomprensión total y absoluta?

El Rav de Brisk contesta con un principio de la vida: cuando dos personas comparten la misma meta en cualquier asunto de la vida, sus probabilidades de prosperar no son simplemente duplicadas, sino que la ecuación es completamente diferente en este caso. Y cuanto más gente comparte el mismo objetivo, las probabilidades de fracasar se minimizan hasta ser casi improbables. Había una tremenda unión entre los constructores que compartían la meta de erigir una torre, lo cual le otorgó al proyecto un enorme poder. Este proyecto unificado podía sobrepasar todos los obstáculos, incluso el de no comprender la lengua ajena. La única forma de dispersarlos era mediante un cambio de idioma que resultara en que el primero tomaba una estaca y le partía el cráneo a su compañero. Pues de haber una incomprensión absoluta, seguirían estando del mismo lado, con un sentimiento de unión por la meta que compartían, y no se lograría dispersarlos a pesar de su imposibilidad de comunicación. Di-s consideró necesario enviar primero una incomunicación que resultara en la frustración, descalificando así todo el poder que la unión puede generar y haciendo imposible el trabajo en conjunto.

Podemos aplicar esto también en el matrimonio. Cuando se origina una incomunicación, en la que uno cree que entendió al otro y frustra a su cónyuge actuando en forma diferente, puede ser peor que no comprender el idioma desde un principio. Cuando esta clase de error ocurre, puede ser una buena idea concentrarse y debatir acerca del objetivo original con el cual comenzaron su relación, lo cual puede ayudar a tratar la frustración de esta mala comunicación.              

 

Las decisiones que tomamos

Me gustaría ampliar los horizontes acerca de nuestra comprensión de algo escondido entre las líneas de la Parashá de esta semana. Imagínate por unos instantes que eres Nóaj. Tienes 600 años de edad, y no te rías pues a esa edad te puedes quedar sin oxígeno. Di-s te ordena construir un arca. No solamente “comentarle” a los habitantes del mundo que su fin está por llegar y que Di-s piensa exterminarlos, sino construir un arca, algo enorme en medio de la ciudad, a fin de recordarles diariamente a las personas, día y noche, que Di-s detesta su comportamiento y espera que se arrepientan, pues de lo contrario… Todo el mundo está en contra tuyo. Di-s te ordena reunir a todos los animales, un montón de animales Casher y menos de los no Casher. Luego ingresas al arca con tu familia más cercana y tus hijos. Durante cuarenta días y cuarenta noches no duermes, procurando un hotel de cinco estrellas para todas las especies. No ves la luz del día, y la única luz que tienes es la de aquella piedra especial colgada del techo. Toleras los desechos acumulados con su mal olor. No respiras el aire puro. Tu pierna sangra severamente por el león que te hirió cuando te atrasaste un poco en traerle la comida.

Luego todo se calma un poco. Estás agradecido a Di-s por haberte salvado junto a toda tu familia, pero probablemente ya quieres terminar con esta pesadilla. Sabes que la tierra se está secando, pues la paloma te trajo una ramita de olivo. Ninguna señal de Di-s. De pronto, un choque. El arca se ha detenido, la tierra se está secando. ¿Qué pensamientos atraviesan tu mente?

El Midrash dice (ילקו”ש בראשית פ’ ח’ סי’ נ”ט): “¿Qué pensaría cualquiera de nosotros? Rabí Iudan dice si yo estuviera allí, hubiera roto la puerta y salido del arca“. El Tanjumá iashán agrega que eso es precisamente lo que los hijos le dijeron a él, sin embargo, Nóaj les respondió: del mismo modo que ingresé por orden Divina, también debo salir por orden Divina. Nóaj no se dejó llevar por su impulso natural. No salió corriendo, para recomenzar su vida. Sino que llevó a cabo una deducción, sobre cada cosa pensó qué hacer y cómo hacerlo.

El Midrash nos relata ויבן נח מזבח לה’ ויקח. Nóaj construyó un altar y ofreció sacrificios, eso fue lo primero que hizo al salir del arca. ¿Por qué? El Midrash explica que la palabra ויבן no significa solamente construir, sino también comprender. Nóaj comprendió que si Di-s le ordenó llevar al arca más animales Casher que no Casher, era para que pudiera ofrendar sacrificios al calmarse el diluvio.

¿Cómo sabía esto Nóaj? Pues observó a su alrededor y trató de pensar, preguntándose a sí mismo preguntas como “¿qué quiere Di-s que yo haga?”, aun sin haber recibido una profecía de hacerlo.

Cuando nos enfrentamos a una decisión en nuestras vidas, debemos preguntarnos ¿por qué motivo estoy yo aquí? Sea cual fuere la respuesta, aquí estoy presente. Entonces ¿qué espera Di-s de mí este año, esta semana, en este instante? ¿Qué recursos me ha dado y qué quiere que haga con ellos? Esto es בינה – biná. Eso es lo que Nóaj poseía. Y este es el mensaje que nos debemos llevar de la Teivá.

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