NITZAVIM – SPANISH , 2012
El Shofar: abriendo el paso hacia nuestra verdadera identidad
Me gustaría compartir tres asombrosas enseñanzas de nuestros Sabios acerca del shofar que se toca en Rosh Hashaná y unirlas mediante un concepto fundamental que deseo transmitir.
En primer lugar, ¿por qué se utiliza el cuerno de un carnero y no el de algún otro animal? Los Sabios nos dicen que esto “despliega delante de Di-s el recuerdo de Itzjak atado sobre el altar, listo para ser ofrecido como sacrificio”. Entonces, Di-s promete considerar como si nosotros mismos nos preparamos para ser ofrendados delante de Él (Rosh Hashaná 16b). Siendo así, nos preguntamos ¿acaso Di-s realmente necesita recordatorios simbólicos del sacrificio de Itzjak? Sabemos que los acontecimientos históricos están claros ante Él como las letras de un papel ante los ojos del lector… Di-s no necesita un cuerno simbólico para recordarle a Itzjak atado sobre el altar y al carnero que finalmente lo sustituyó. .
Otro enigma: Nuestros Sabios explican que el motivo por el cual en Rosh Hashaná se toca el shofar dos veces, una mientras los congregantes están sentados y otra de pie, en medio de las plegarias, es para confundir al Satán. Esta situación lo atemoriza, haciéndole creer que la Redención Final ha llegado, de modo que se acerca el fin de su profesión. Nuestra intención es confundir al Satán para que no atestigüe en nuestra contra durante estos momentos de Juicio tan cruciales. Nuevamente nos preguntamos, ¡¿cómo es posible que el cuerno de un carnero confunda a un ángel, justamente al ángel especialista en confundirnos a nosotros durante todo el año?! ¿Acaso no se ha dado cuenta aún, después de miles de Rosh Hashaná, que no se trata del shofar de la Redención Final, sino del de los Judíos que tocan en la sinagoga en el día del juicio?
Y la tercer pregunta: En el Musaf de Rosh Hashaná, bendecimos a Di-s de la siguiente manera: כי שומע קול שופר אתה ומאזין תרועה ואין דומה לך (porque Tú escuchas el sonido del shofar y oyes el sonido de la Teruá, y no hay otro como Tú)… Lo cual parece implicar que Di-s tiene una capacidad especial de escuchar algo en el sonido del shofar que nadie otro puede hacerlo. ¿A qué se refiere?
La clave para estos tres enigmas es la capacidad singular que posee el shofar de despertarnos espiritualmente y conectarnos con nuestro deseo esencial de actuar acorde a la voluntad del Rey Supremo y servir a Di-s con todo nuestro ser, al igual que nuestro patriarca Itzjak. Este deseo es mucho más profundo que cualquier deseo, voluntad, o inclinación que podamos tener. Si bien durante el año no somos plenamente conscientes de su existencia (en nosotros mismos o en otros), este permanece bien profundo dentro de nosotros. Es una emoción silenciosa, que sólo puede ser despertada y expresada a través del sonido del shofar; un sonido que emana de la propia alma. No todos pueden oírlo, y nadie puede oírlo como Di-s. En los instantes decisivos en que Di-s nos juzga de acuerdo a lo que somos en aquel momento y lugar, lo que más deseamos es conectarnos a esta emoción y voluntad tan esencial e innata.
Probablemente durante el año nos hayamos comportado con indiferencia frente al secreto del shofar. Es posible que hayamos actuado en contra de este deseo esencial, pero aun así él está allí. Rabí Najman de Breslev solía decir que un Judío se asemeja a una cebolla: cuanto más se pela, más lágrimas fluyen. Como Judíos, podemos tener muchas capas que cubren nuestra verdadera identidad, sin embargo, el shofar logra pelarlas. En Rosh Hashaná y Iom Kipur, cuando nos hubiera gustado haber podido ser mejores, más sinceros, más espirituales; y sentimos una lágrima que cae al Majzor; esa es una expresión de nuestro verdadero ser. Y es justamente eso lo que nos gustaría que Di-s vea al iniciar nuestro Juicio. .
A lo largo de todo el año, el Satán trabaja horas extras para asegurarse de que esto no suceda. Su función es confundirnos y desconectarnos de nuestro verdadero ser. Al ver que la esencia del Judío – una voluntad interna que irrumpe en Rosh Hashaná – es pura e inaccesible para él, se asusta y cree que ha llegado su fin. Él sabe que si llegamos a descubrir esa capa de nuestra verdadera identidad, entonces realmente llegará la Redención Final acompañada por el poderoso estruendo del gran cuerno del carnero. .
El anuncio .
En el guardarropa de una sinagoga muy concurrida a la que a veces acudo, noté cierta vez un cartel donde decía: “¡Cuidado con los carteristas!”. Unos días después, apareció otro cartel: “¡Querido ladrón! La bolsa que usted llevó contiene cuchillos y piedras de gran valor para mí, pero absolutamente inutilizables para usted. ¡Por favor devuelva la bolsa a su lugar!”. Me imaginé que el propietario habrá de ser shojet. De todos modos, por algún motivo, no logré borrar de mi mente la imagen de los carteles .
Finalmente me di cuenta de que este es el tipo de mensaje que todos debemos estar transmitiendo a nuestro Instinto del Mal durante los días previos a Rosh Hashaná. Él nos robó nuestra preciosa identidad; aquello que realmente somos en el interior. De hecho, el peor crimen del Instinto del Mal es hacernos sentir ‘ajenos’, disminuyendo nuestra autoestima y, consecuentemente, las expectativas que tenemos de nosotros mismos, lo cual nos hace sentir cómodos con nuestro nivel ético actual. ¡En estos días, especialmente, deberíamos forzar al Iétzer Hará a devolvernos nuestra verdadera identidad, más valiosa que cualquier otra cosa!
Levantarse con la pata izquierda
Cierto día, mientras Jilkel, el aguatero, llevaba a cabo su tarea diaria, se encontró con el Baal Shem Tov, quien le preguntó: “¿cómo estás?”. “Rav, ¿qué puedo decirle?”, respondió Jilkel gimiendo, “la vida es tan dura y amarga. Todos los días me tengo que arrastrar hasta el manantial y regresar a la aldea con toda la carga de agua. Es demasiado para mí, muy agotador. Además, me he convertido en objeto de burla de los jóvenes de la aldea, quienes disfrutan de ver a un pobre hombre desplomarse bajo la carga pesada”.
Al día siguiente, el Baal Shem Tov le formuló exactamente la misma pregunta. Esta vez, la contestación fue completamente distinta. “Baruj Hashem, todos los días me levanto y Hashem me da la fuerza necesaria para llevar adelante mi negocio”, respondió Jilkel con una enorme sonrisa. “Por medio de estos baldes traigo la bendición a mi hogar. Al final de un día largo y duro, regreso a casa y encuentro a mi esposa esperándome. Sin mí, ella no sobreviviría. Todo esto me da fuerza para seguir adelante”.
El escuchar esto, el Baal Shem Tov se dirigió a sus alumnos diciéndoles: “Jilkel me ha ayudado a comprender algo que no logro entender hace bastante tiempo. En nuestros Sabios encontramos dos frases contradictorias (Rosh Hashaná 16a). Primero ellos citan que la persona es juzgada en Rosh Hashaná, pero luego continúan diciendo que se juzga diariamente a la persona. Jilkel acaba de aclarármelo”.
“Como acaban de ver, Jilkel no ha cambiado de ocupación y no se ha alivianado su trabajo desde ayer. Aun así, su humor cambió completamente. En Rosh Hashaná, cuando se determina cuánto dinero ganará la persona en el año, fue decidido que Jilkel obtendrá su sustento llevando agua. Sin embargo, cada día se decide con qué humor lo hará, si aquel día disfrutará o no de lo que hace”. (Extraído del libro חיים שיש בהם, על מועדי השנה)
Este relato hace alusión a un punto que a veces nos puede confundir. Aparentemente, la historia manifiesta que no tenemos control sobre nuestras emociones, sino que nuestro estado de ánimo está sujeto a la Decisión Divina. Que si la persona está enojada o triste, no puede hacer nada al respecto, pues así fue decretado desde el Cielo debido a sus acciones. Que levantarse con la pata izquierda no depende de uno, sino que es un castigo Divino.
Este es un error muy común. Nuestras emociones y el estado de ánimo están completamente ligados a nuestra forma de pensar. Levantarse “con la pata izquierda” es la consecuencia de irse a dormir con un pensamiento o convicción negativa.
Si la persona tiene un fuerte sentimiento sobre algo, y le pedimos que deje de sentirlo – “deja de sentirte decepcionado, deja de preocuparte o de enojarte” – sólo añadimos leña al fuego. Para ayudarnos, a nosotros mismos o a los demás, a salir de un sentimiento negativo, debemos encontrar cuál fue el pensamiento que lo provocó. Recién cuando el fuerte sentimiento se desvanece, es posible tratar de orientar a una forma más sana y positiva de de pensar. No siempre tenemos control de nuestros pensamientos; irónicamente, si uno habría de decidir no pensar al día siguiente, ¡se despertaría pensando que no quiere pensar! Los pensamientos pueden venir a la mente por propia voluntad o en contra de ella. Aun así, podemos decidir si nos gustaría agasajar cierto pensamiento y cómo queremos creer y desde qué punto de vista observar las cosas.
Al mirar la vida desde cierta perspectiva, nos estamos juzgando a nosotros mismos. Yo creo que el Baal Shem Tov quería transmitirles a sus alumnos que nuestra forma de pensar convoca al Juicio Divino que determina cómo nos sentimos. Y nuestra convicción es la que dicta qué clase de “suerte” nos tocará en la vida. Esto podemos aprenderlo de Janá:
“Janá fue recordada en Rosh Hashaná” (Rosh H. 10 b, 11a). Año tras año, en la época de las festividades, su marido Elkaná subía con toda la familia a Shiló, el lugar de residencia del Mishkán. Elkaná tenía también otra esposa, Peniná, quien sí tenía hijos; diez hijos. Elkaná solía darle a Janá una doble porción de la ofrenda festiva, por tanto que la quería y para compensarla por no tener hijos. Peniná solía molestar a Janá, tratando de incitarla a rezar con lágrimas en los días tan sublimes de las festividades y en el santo lugar. A Janá esto la hacía sufrir, quitándole el apetito de la comida. Elkaná trataba de consolarla diciéndole: “¿Por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿Por qué sufres? ¿Acaso no valgo yo, como marido, más que diez hijos?“.
Podríamos preguntarnos, ¿qué clase de consuelo estaba tratando de darle Elkaná? Si hay Shalom Bait, armonía en el hogar; esto no reduce su anhelo por tener hijos. ¿Cómo puede estar contenta, cuando la otra esposa, quien tiene toda una escuela en su casa, se burla de ella que está sola?
La respuesta es que Elkaná estaba tratando de enfocar la mirada de Janá a lo que sí estaba bien, y a estar contenta y agradecida de ello. De ella dependía mirar lo positivo, su armonioso matrimonio con Elkaná. Elkaná trataba de levantarle el ánimo diciéndole que su matrimonio era lo máximo. Sin embargo, Janá estaba tan consternada por su dolor y amargura, que le era imposible atender a los intentos de Elkaná para ayudarla. Fue entonces que se dirigió al Mishkán para rezar y volcar su frustración delante de Di-s.
Allí volcó su silenciosa plegaria, que por ser la primera de esa clase, despertó las sospechas de Elí, el Kohén Gadol. Algo le parecía extraño a Elí, quien decidió acercarse a la mujer. Cuando Elí Hakohén escuchó su dura experiencia, la bendijo con un bebé ואלוקי ישראל יתן את שלתך (está escrito שלתך en lugar de שאלתך, de lo cual deducen los comentaristas que Elí no sólo le dijo que Di-s escuchó sus plegarias, sino que también le daría un hijo). Entonces sí se le calmó el enojo, ופניה לא היו לה עוד. Al cambiar la expresión de su rostro de enojo a serenidad, inmediatamente fue recordada por Di-s, y quedó embarazada. – La bendición recae sobre quienes están convencidos de que las cosas saldrán bien. (Adaptado de las palabras de la Rabanit Y. Mizraji)
No sólo es importante hacernos cargo de nuestros pensamientos y convicciones por una vida mejor; sino que también debemos arrepentirnos de los pensamientos negativos e inválidos. Hace algunos años, el Rav Ovadia Iosef shlit”a, mencionó en su clase semanal que el versículo יעזוב רשע דרכו ואיש און מחשבותיו – el malvado debe abandonar su camino y el hombre decidido (debe abandonar) sus pensamientos – describe dos clases de teshuvá: la teshuvá sobre los pecados y el mal camino y la teshuvá sobre los pensamientos inválidos; aquellos pensamientos que contradicen los principios de la Torá y la verdad. Por ejemplo, una persona que piensa, aunque sea por un instante, que el estudio de la Torá no mantiene el mundo o que el estudio de la Torá no protege a nuestro Pueblo, debe hacer Teshuvá también por estos pensamientos. Pues esto va en contra de las enseñanzas de nuestros Sabios: אם לא בריתי יומם ולילה, חוקות שמים וארץ לא שמתי. Los pensamientos y las convicciones son de gran importancia, pues ellos dictan nuestros sentimientos y comportamiento. Podemos entonces decir que si nuestra fe en Di-s – que Él se preocupa por nosotros y nos quiere sin medida, que siempre procura nuestro bien – decae alguna vez, aun si fuera en un grado insignificante, puede considerarse esto una grave brecha en nuestra fe, lo cual requiere teshuvá.
Nuestra forma de mirar las cosas, nuestras convicciones, nos pueden infundir esperanzas. Esta puede llegar a ser la forma en que Di-s nos juzgue. Supongo que esto es lo que el Baal Shem Tov quiso transmitirle a sus alumnos y a todos nosotros.
Shabbat Shalom, Yosef Farhi
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