spanish ki teitze
Listos para la guerra
(כי תצא למלחמה על אויביך ונתנו ד’ אלקיך בידך ושבית שביו (כא:י
Cuando salgas a la guerra contra tu enemigo, y Hashem, tu Di-s, te haga victorioso …
Nuestros Sabios nos dicen que este versículo hace alusión a la guerra contra el Instinto del Mal, nuestro peor enemigo. El Jovot Halevavot lo expone del siguiente modo: Sabe, que tu mayor enemigo en el mundo es tu Instinto del Mal… quien te aconseja en cada paso a seguir. Mientras duermes, él está despierto conspirando en contra de ti. Se presenta a ti como un amigo, y se convierte en uno de tus amigos y asesores de más confianza… Su arma más fuerte en contra de ti es la confusión y los falsos argumentos, para hacerte olvidar tus verdaderos intereses y dudar de los objetivos y creencias ya fijados… (Shaar Ijud Hamaasé). Las tácticas del Instinto del Mal son múltiples: siempre tiene nuevas ideas y nunca se rinde, cuando piensas que lo has conquistado, te encuentras con que sólo se ha tornado más fuerte. Este es el panorama general. El Rebe de Pshisje lo expone más dramáticamente aún: Siempre debes considerar al Instinto del Mal como alguien que permanece encima de tu cabeza con un hacha, aguardando el momento de cortarte la cabeza. Si no logras percibirlo como tal, ¡es señal de que ya te ha cortado la cabeza!
Estas descripciones nos ayudan a prepararnos adecuadamente para enfrentar al Instinto del Mal. Mas no debemos olvidar que, además, cada persona debe conocer las características específicas de su propio Instinto para saber luchar contra él.
La alegoría de la lucha contra el Instinto del Mal a modo de batalla es adaptable a cualquier período de la historia. Podemos ilustrarla, por ejemplo, con los tanques modernos, producto de la Primer Guerra Mundial. Durante la guerra, los líderes de Inglaterra y Francia (las Fuerzas Aliadas) buscaban una forma de irrumpir en las líneas delanteras de fortificación establecidas por los alemanes. Después de mucho pensar e investigar, llegaron a la conclusión que esto podría lograrse mediante unos vehículos con paredes laterales fortificadas que los protegerían de los disparos, y que en ellos los soldados podrían esconderse y disparar. Este vehículo también debía ser capaz de pasar por encima de obstáculos y trincheras.
Finalmente los vehículos que cumplían con todos estos requisitos se inventaron, y estaban listos para enviar un escuadrón de ellos al frente de a batalla. La intención de los líderes de las fuerzas aliadas era sorprender y asustar al enemigo; con este fin y para ocultar su verdadero propósito, fueron llevados al frente como portadores de agua de la campaña mesopotámica, refiriéndose a ellos como tanques de agua. .
El Instinto del Mal trabaja de la misma manera: se presenta como inocente, como un simple tanque de agua, o incluso como bondadoso, y siempre trama nuevas trampas para lograr su cometido.
Volviendo a la esencia del Instinto del Mal, a primera vista, las declaraciones de los sabios pueden parecer paradójicas: ¿se trata de un ángel externo o de una parte innata del ser humano? Por un lado, tenemos un pasaje en el Talmud que nos dice que el Instinto del Mal, el Satán, y el Ángel de la Muerte son una misma cosa. El Instinto del Mal se encarga de inducir a la persona a pecar, cuando lo logra, se dirige a la Corte Celestial como ángel acusador. Si prospera en la causa, regresa al mundo como el Ángel de la Muerte y ejecuta el castigo (Bavá Batrá 16a). De esta descripción se entiende que el Instinto del Mal es externo, pero por otro lado, los Sabios nos dicen que desde el momento que Adam y Javá comieron del árbol del Conocimiento, el Instinto del Mal reside dentro de nosotros (véase (נפש החיים א’ פ”ו. Esto también lo vemos explícito en la Torá: “La inclinación del corazón humano es innoble desde su juventud” (Bereshit 8:21), “Ama al Eterno, tu Di-s, con todos tus corazones” (Devarim 6:5) tanto con el Instinto del Bien como con el del Mal (Rashí), “No poseerás dentro de ti un dios ajeno” (Salmos 91:10) – es decir, el Instinto del Mal (Shabat 105b).
La respuesta a esta paradoja reside en la observación de Rabí Israel Salanter, que en realidad existen dos malos instintos: el interno y el externo, o como él los denomina, el Yietzer Hatumá y el Yietzer Hataavá (ver Igueret Hamusar). Rabí Israel utiliza este concepto para explicar las contradicciones en el comportamiento de la persona que podrían dar a entender que posee una doble personalidad. Él señala, por ejemplo, que mientras una persona puede tener una gran ambición de honor, este deseo está extrañamente ausente cuando se trata del respeto por asuntos espirituales o éticos. Él explica que el deseo interior de la persona por recibir honores es neutralizado por una fuerza externa (Yietzer Hatumá), que le influye a no buscar respeto en el ámbito espiritual o ético .
Si bien frecuentemente es difícil diferenciar si el adversario externo o el interno está en funcionamiento, una cosa es segura: ninguno de los dos forma parte de nuestro “ser interior”. Pues mientras que el Instinto del Mal mora adentro del “corazón”, poseemos un “yo interior” mucho más adentro que él. En otras palabras, el punto de vista de la Torá es que los malos hábitos son una cualidad externa, algo que se puede luchar contra él, ¡lo cual en sí es un concepto de auto-ayuda increíble! (Si el Instinto del Mal había sido parte de nuestro ser interior, no tendríamos siquiera una oportunidad de vencerlo.) Esto podemos encontrarlo insinuado en la Torá, cuando habla de “salir a la guerra contra el enemigo”, dado que incluso el instinto interno no es parte del ser interior. Entonces sí, ¡con todo esto en mente, estamos listos para la guerra!
Mejorando nuestras técnicas de auto-superación
Al aproximarse el gran Día del Juicio, todos tratamos de hacer algo al respecto, asistiendo a clases que nos ayudan e incentivan a mejorarnos; no sólo como personas sino particularmente como judíos. Automáticamente, nos sale analizar si el orador mismo realmente vive lo que está tratando de transmitir; y no me refiero necesariamente a que domine los conceptos que comunica, sino que queremos ver si él mismo está ‘en el proceso’, y si ‘lleva a la práctica’ lo que dice. Si después de analizarlo nos parece que el orador solamente pronuncia las palabras hacia afuera, el efecto de su charla sobre nosotros será muy limitado. Este concepto lo encontramos en las palabras de nuestra parashá: ובערת הרע מקרבך – ‘elimina el mal de tu ser’… Si primero te esfuerzas por liberarte del mal que hay dentro de ti, entonces también podrás influenciar a los demás para que lo hagan. Cuando la otra persona percibe que te has esforzado por superar un mal hábito, una cualidad negativa, o algo similar; más fácilmente puedes motivarlo a hacer lo mismo.
Esto, por supuesto, se aplica no sólo para quien habla en público, sino también en muchos otros aspectos de la vida, como por ejemplo la educación de los niños: un padre que quiere lograr en su hijo cierta mejora en un área determinada, será más eficaz si “hace lo que dice y no solamente lo dice”. Uno de mis maestros solía decir que si uno quiere que su hijo estudie Torá, la mejor manera de apreciar el estudio de la Torá en sus ojos es actuando como ejemplo de alguien que se sienta a estudiar Torá con toda seriedad y estima. Esto se puede ver en las palabras del Shemá que pronunciamos tres veces al día: ושננתם לבניך ודברת בם… – Enséñales a tus hijos y habla de ellas … Si quieres que tu hijo estudie Torá, entonces debes hablar sobre temas de Torá, al acostarte y al levantarte. De hecho, esto se puede aplicar también para todas las virtudes que los padres quieren que sus hijos adquieran, tales como la paciencia, la compasión, el respeto a los demás, los modales, jésed, tranquilidad al hablar y hábitos de alimentación adecuados… y, por supuesto, ser un buen Judío en todo sentido.
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En las plegarias de los Días Solemnes que pronto recitaremos, le pedimos a Di-s que haga sentir Su Reinado sobre el mundo entero: ותמלוך אתה ה’ אלוקינו על כל מעשיך – Tú, Hashem nuestro Di-s, consuma Tu reinado sobre todas Tus creaciones… El Saba de Kelem explica que cuando se habla de la aceptación del reinado de Di-s sobre todo el mundo en este día, no debemos referirnos solamente al mundo en sí, sino también a nuestro mundo personal, incluyendo todos nuestros miembros y sentidos. La triste realidad es que una persona puede aceptar el gobierno de Di-s sobre sus vecinos, sus hijos, alumnos y demás, sin antes aceptar a Di-s sobre sí mismo.
Una persona que quiere corregir al mundo a su alrededor, haría mejor entendiendo que Di-s nos juzga en Rosh Hashaná de a uno por uno. Algunas personas se afligen por otra gente que forma parte de su mundo, sin embargo, de este modo sólo se concentran en el problema y no en la solución. Si habríamos de observar la vida con la perspectiva del Gaón de Vilna y del Jafetz Jaim (ראה הח”ח על התורה, פר’ ואתחנן), nuestro actuar habría de ser mucho más efectivo. Ambos citan a un hombre sabio que dio un gran consejo para el crecimiento en la devoción a la Torá. Este nombró tres causas que le impiden a la persona dedicarse adecuadamente al estudio de la Torá:
* La sensación de que incluso si no mejoro hoy mi forma de ser, puede hacerlo en el futuro.
* La sensación de que incluso si yo no cumplo mi rol de estudiar o de mejorar el mundo, otros lo harán en mi lugar .
* La sensación de que si hay tantas páginas más del Talmud para estudiar, ¿de qué sirve que me dedique plenamente a la página que estoy estudiando ahora – si de todos modos nunca voy a terminar todo? .
Estas tres ideas se aplican no sólo al estudio de la Torá, sino también a nuestra auto-superación. Si nos concentramos en comprender que: 1) Yo soy la única persona a quien puedo cambiar, 2) si no ahora, entonces nunca, y 3) que sólo puedo ocuparme de lo que en este momento estoy tratando de mejorar – entonces seremos mejores personas y mucho más efectivas.
Cierta vez alguien encontró una קבלה, un papel escrito de puño y letra de Rabí Naftali Amsterdam zt”l, donde se comprometía a influir positivamente sobre las vidas de toda la humanidad. Cuando le preguntaron cómo pensaba lograrlo, él respondió: ‘Viviendo con sumo apego a todos los detalles del Shulján Aruj (Código de Ley Judía) y siendo un modelo de lo que se supone que un Judío debe ser’.
Para lograr mejorar las vidas de las personas, no necesariamente tenemos que viajar a lugares lejanos; podemos cambiar muchísimo con sólo hacer una pequeña mejora en la vida de la persona que nos enfrentamos en el espejo.
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