spanish YOM KIPPUR 2013

El más peligroso contrabandista


En la mesa de Shabat, mi hijo de diez años suele contarme chistes israelíes. Hay dos que nunca me los olvido, ahí va uno de ellos…

Un soldado israelí estaba de guardia en la frontera Israel-Jordania. Su turno era el de la mañana y su misión era frustrar intentos de contrabando e impedir la entrada de drogas, armas y similares. Un día, un árabe anciano con una sonrisa amistosa apareció en un tractor reluciente e impecable, con la pala llena de arena. El soldado lo observó sospechosamente: “¿acaso no tenemos suficiente arena en Israel? Sin duda, este hombre trae droga entre la arena”, pensó. “¡Alto! Señor, descargue toda la arena y espárzala sobre el suelo”, le ordenó. El árabe se defendió diciendo que no entendía qué problema podía haber. “Sin excusas, señor”, fue la respuesta. El árabe vació toda la arena, que resultó estar totalmente limpia. El soldado volvió a examinar la arena, los papeles y documentos, se rascó la cabeza y decidió dejarlo pasar. La mañana siguiente se repitió la escena. “Ah, se cree que si reviso la arena todos los días y veo que está limpia, finalmente dejaré de revisarla… y entonces pondrá contrabandear sus drogas…”, pensó el soldado. “¡Alto! Señor, vacíe el tractor. La arena será revisada todos los días, no le dejaré pasarla sin ser antes minuciosamente controlada”. Pero la búsqueda no dio resultados y le dejó pasar. Lo mismo ocurrió día a día por un mes entero. Finalmente, los dos terminaron amigándose en cierta medida.

El soldado no podía imaginarse para qué el árabe podía estar trayendo arena a Israel todos los días. La próxima mañana, cuando se encontraron, llevó amistosamente al árabe a un costado y le ofreció un cigarrillo. Mientras lo encendía, el soldado le preguntó: “Pareces un hombre inteligente y entras todos los días al país con arena. Dime, ¿acaso los israelíes realmente necesitan arena de Jordania?”.

El árabe exhaló profundamente, miró a un lado y al otro para asegurarse de que nadie estuviera oyendo la conversación, y le susurró al soldado: “te lo diré, pero no se lo cuentes a nadie. ¡No estoy contrabandeando arena, sino tractores!”.

Y aquí va el segundo… En el aeropuerto Ben Gurión hay dos entradas aduaneras a Israel: una verde para los pasajeros que no llevan nada para declarar y una roja para quienes traen algún artículo que requiere el pago de impuestos. Un hombre vestido como judío religioso se puso en fila para la entrada verde, cargando detrás cinco refrigeradores. Esto no le cayó en gracia al oficial en control de la aduana, una persona secular. ¿Quién necesita cinco refrigeradores para uso personal? Este hombre debía estar contrabandeando refrigeradores. “Señor”, lo detuvo, “¿por dónde crees pasar con todo eso?”. El “judío religioso” sonrió y comenzó a explicar: “como puede ver, soy un judío religioso. La Ley judía dictamina que no se debe mezclar carne y leche. Yo soy ultra-ortodoxo y conservo en casa dos refrigeradores: uno para los lácteos y otro para carne; de este modo evito que se mezclen”. El oficial aduanero se puso las manos en la cintura y continuó sus averiguaciones: “¿y las otras tres?”, le preguntó. Nuevamente el “religioso” sonrió y contestó: “¡Ah! ¿escuchó alguna vez sobre Pésaj? Nosotros, los religiosos, cuidamos extremadamente que los alimentos aptos para Pésaj no estén en contacto con jametz. Por eso necesito dos refrigeradores más para Pésaj: uno de carne y otro de leche”. El oficial lo miró sospechosamente: “señor, ¿y el quinto refrigerador?”. El pasajero le echó una mirada y exclamó: “¡por favor! ¿Realmente piensa hacer tanto alboroto por un solo refrigerador?”.

Queda poco tiempo hasta el final de los Días de Arrepentimiento y muchos buscan hacer teshuvá en este tiempo limitado. Buscamos sobre qué arrepentirnos, qué modificar en nuestras vidas; pero frecuentemente no encontramos qué es lo que puede o debería mejorarse. En realidad, el problema subyacente que muchos enfrentan es que para poder hacer teshuvá, se necesita conciencia. Conciencia de nuestros actos y conciencia de hasta qué punto el Instinto del Mal ha afectado nuestras decisiones El yiétzer hará siempre encuentra un modo de lograr que pasemos por alto la inspección de cosas pequeñas. Hace pasar toda clase de transgresiones por nuestro “puesto de control”, por nuestro nivel espiritual y nuestra inspección del bien y el mal. Las hace pasar por nuestras creencias. Y para peor, para completar su trampa, el Instinto del Mal distrae nuestra atención de los asuntos más importantes y centrales. Trata de contrabandear por la frontera de nuestro buen juicio toda clase de ideas contra la Torá. Trata de insinuar a nuestra mente que si de todos modos ya hemos pecado, un pecado más no hará gran diferencia…

Por ejemplo: en estos días Di-s espera que Sus hijos se arrepientan. Su mayor deseo es que gocemos y nos regocijemos de Servir a Él. Este es el propósito para el cual nuestras almas están aquí. Es un principio fundamental de nuestra religión… Servir a Di-s significa vivir como un judío debe vivir, rezar como un judío debe rezar, creer como un judío lo debe hacer. Estos son los fundamentos de ser judío… El yiétzer hará concentra su lucha contra los fundamentos: él pelea hasta lograr que la persona pierda su identidad. Pelea para lograr alterar nuestras creencias por las suyas, ideas como: “estudiar Torá todo el día no es algo para mí”. O “los Rabinos no comprenden a la gente de nuestra época… No soy bueno en todo el asunto de la religión… Si pequé, Di-s me mira como un pecador asiduo… Di-s exige demasiado, yo haré sólo lo que concuerda con mi estilo de vida… Di-s hace preferencias con todos aquellos exitosos…”. Estas e ideas similares son las que el Instinto del Mal más busca convertir en parte de nuestro ser. Y estas son más peligrosas aun que los pecados que logra o no hacernos transgredir. Ellas definen la identidad de la persona y su sistema de creencias, que a fin de cuentas son de mayor peso en las decisiones de nuestras vidas. Para el Instinto del Mal, son el mayor logro.

יעזוב רשע דרכו ואיש און מחשבותיוabandone el malvado sus caminos y el hombre decidido (abandone) sus pensamientos. Este versículo describe dos clases de teshuvá: el arrepentimiento por los pecados y caminos perversos y el arrepentimiento por pensamientos y creencias nulas, contra los principios de la Torá y, por ende, contrarias a la verdad. Por ejemplo, dice Rabí Ovadiá Iosef shlit”a, una persona que piensa siquiera por un instante que el estudio de la Torá no mantiene al mundo, que el estudio de la Torá no es lo que mantiene en vida a nuestro Pueblo; debe volver en teshuvá por esta clase de pensamientos contrarios a las enseñanzas de nuestros Sabios: אם לא בריתי יומם ולילה חוקות שמים וארץ לא שמתי. Este es uno de los pensamientos y creencias fundamentales y de suma importancia, pues determina nuestra forma de sentir o actuar. Todo lo que Di-s espera de nosotros es que tratemos de mejorar; lo único que espera de nosotros es que nos convirtamos en lo que un “judío” debería ser. Pues ser judío no es simplemente una cualidad genética, sino una forma de vida, un sistema de valores y creencias…

Las artimañas del yiétzer hará sólo pueden ser vistas “fuera de la burbuja”, se reconocen sólo al ser presentadas completamente fuera del contexto. Es por ello que presenté un ejemplo, una parábola como la del tractor o la del hombre con los refrigeradores. La peor idea que el yiétzer hará  te puede convencer a aceptar en estos días es: ¿para qué tratar de mejorar, si probablemente volveré a tropezar? ¿Por qué ser anodino? ¿Esforzarse, cumplir mejor los preceptos y después volver a caer? Sé derecho,  coherente, y no trates más. Ya he intentado mejorar tantas veces y no lo logré. Si me doy por vencido, dejaré de fracasar y estaré más feliz de aceptarme a mí mismo como soy. Has fracasado ya tanto, no hagas tanto lío por un tropiezo más, un día más dejando todo en statu quo…

Esta es la peor creencia de todas, el peor tractor. Porque suena como un argumento legítimo, pero en realidad no lo es. Teshuvá es algo tan simple y tan hermoso. Es para todos y cada día hace diferencia. Pues el llamado a volver en teshuvá no implica aceptar desafíos que no has logrado superar año tras año. Sino intentar algo pequeño… muy, muy pequeño… y alcanzable. El año pasado, acepté sobre mí tratar de sonreír más a la gente. Eso es todo. Simplemente sonreír. Por supuesto, no empecé a sonreír todo el tiempo, pero estoy feliz de haberlo intentado. Porque sé que eso es lo que Di-s espera de nosotros, que intentemos. Ni siquiera que nos esforcemos, sólo intentarlo… de esto, entre otras cosas, se trata el ser judío.

 

UN ACCESO DIRECTO AL PERDÓN

 

No nos quedan muchas horas hasta el sellado de nuestro destino para el año entrante. No podemos darnos el lujo de tomarnos unas vacaciones, lo cual pone en tensión a varios de nosotros. ¿Cómo lograremos completar nuestra “agenda de teshuvá” antes de Iom Kipur?

Los Sabios nos enseñan que existe una especie de acceso directo: כל המעביר על מדותיו מעבירין לו על כל פשעיו Ligeramente traducido, esto significa que si una persona deja pasar sus tendencias naturales (midot) y perdona a quienes le hacen el mal, Di-s pasará por alto todos sus pecados (Rosh Hashaná 17a). Di-s está dispuesto a juzgarnos del mismo modo que nosotros juzgamos a los demás; si tratamos a los demás con rigurosidad, así es como Di-s nos tratará a nosotros. No se trata de un castigo, sino que es la forma más precisa de efectuar justicia. Las acciones de cada persona son juzgadas de acuerdo a su percepción y sus criterios. (Curiosamente, esto puede resultar en una situación en la que dos personas con idénticos méritos y pecados reciben un veredicto totalmente diferente.)

De todos modos, no es así de simple. Rabí Jaim Friedlander nos recuerda que este “atajo” no es apto para aquel que perdona a aquellos sobre quienes él / ella no tiene ningún poder. Sino que se reserva para la persona que tiene poder sobre quien le hizo algo malo – tal como un empleador o maestro frente a un empleado o alumno – y de todos modos le perdona. Cuando una persona impotente hace la vista gorda frente a quien le hizo un mal, esto no se considera haber superado una tendencia natural. Permítanme detallar un poco más.

El enojo, por ejemplo, es un lugar donde las midot (tendencias y cualidades naturales) son claramente visibles. ¿Por qué nos enojamos? Generalmente el enojo aparece cuando uno siente que lo despreciaron a él o a sus principios. ¡Exactamente así nos miden a nosotros: hasta qué punto estamos dispuestos a perdonar y dejar pasar! Quizás este sea el motivo por el cual la palabra ‘midot’ también significa ‘medidas’, pues al enojarse la persona demuestra dónde se encuentran los límites de su resistencia. A la larga, a través de las midot la persona revela cuán lejos puede llegar en su crecimiento espiritual para el futuro.

Es sumamente importante controlar las midot, no sólo por ser promotoras de nuestra mala conducta en el pasado, sino porque ellas también dictan cuál será nuestra conducta en el futuro. Es por ello que en Iom Kipur se nos juzga por nuestras midot, y es por eso que HaShem perdona a quien domina su enojo. Pues esa persona ha superado sus midot y en su esencia ya se ha convertido en un nuevo ser. Para él o ella, el mal comportamiento pasado ya no es una indicación segura de una mala conducta en el futuro.

En Iom Kipur, el Satán atestigua sobre una conducta angelical en los Judíos por haber superado el enojo y dejado pasar las ofensas acontecidas. Pues al ser capaces de entender y aceptar, demostramos un comportamiento angelical, y ya no somos juzgados de acuerdo a la pequeñez de nuestros propios “criterios y principios”.

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Los días entre Rosh Hashaná y Iom Kipur son un momento en que Di-s está especialmente cercano a nosotros y es fácil clamar a Él:  דרשו ה’ בהמצאו קראוהו בהיותו קרוב  ¿Dónde podemos encontrar a Di-s? El Baal Shem Tov ofrece un enfoque jasídico basado en el pasuk: שויתי ה ‘לנגדי תמיד (coloco a Di-s delante de mí en todo momento). El término לנגדי (frente a mí) también se puede traducir ‘contra mí’. Di-s puede encontrarse contra ti, en tu “adversario” – en la persona que sientes tanta dificultad para tratar con ella. Di-s puso esta molestia en tu paso para ver cómo lidias con ella… Y Él está allí tomando nota…

Este es el secreto oculto en las Selijot y en la repetición de los Trece Atributos Divinos. El objetivo de la repetición de los Trece Atributos de Misericordia es ayudarnos a asimilar y ser conscientes de que la grandeza de Di-s se halla en Su búsqueda de una forma de perdonarnos. Es nuestra obligación emular a Él y Sus Atributos de Misericordia, como dijo cierto disertante: Di-s nos envía molestias para que podamos dejarlas pasar y así entendamos Su grandeza al dejar pasar nuestros pecados.

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En memoria de Shmuel ben Rachel Hakohen A”H

להצלחת אליהו בן סופיה

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