spanish VAERA 2013

 Recuerdos de gratitud


Moshé se mostró renuente a aceptar el puesto de redentor de los judíos de Egipto, justificando su oposición con el pretexto de “no ser un hombre de palabras y de poseer una boca y lengua pesadas (una forma de hablar poco clara)“. Moshé se refería al tartamudeo que había sufrido al quemarse la lengua en su infancia. El Midrash (Rabá 1, 26) relata cómo ocurrió este tartamudeo: La hija del Faraón (Batia, quien extrajo a Moshé de las aguas y lo adoptó) abrazaba y besaba al pequeño Moshé como si fuera su propio hijo, y no permitía que abandonara el palacio real. Empero, debido a su belleza, todos ansiaban verlo; y todo quien lo veía no lo dejaba solo. El Faraón mismo también lo abrazaba y lo besaba, hasta que cierta vez el pequeño Moshé le quitó la corona de la cabeza y se la puso en la suya. Los magos de Egipto manifestaron su temor que el bebé derrocaría algún día al Faraón de su trono. Algunos propusieron matarlo, otros quemarlo e Itró, que en aquel momento estaba presente como consejero del Faraón, interrumpió este hilo de propuestas diciendo que el niño era aún demasiado pequeño como para hacer uso de la razón. Para probarlo, propuso traer dos recipientes: uno conteniendo oro y el otro carbón. Si el bebé extendía su mano hacia el oro, mostraba que era juicioso y se lo debía matar. Mas si la extendía hacia el carbón, mostraba que no era juicioso y no se lo debía matar. Siguiendo el consejo de Itró, Moshé fue probado y extendió la mano hacia el oro, sin embargo el ángel Gavriel se la empujó para que cogiera el carbón. Al sentir el calor, Moshé se llevó el carbón a la boca, quemándose la lengua y provocándose un daño permanente. A partir de este incidente, Moshé tuvo un “boca y lengua pesadas”.

Di-s refutó la renuencia de Moshé a convertirse en dirigente, diciéndole: “Quién le dio la boca a la persona y Quién la hizo sorda o muda, ¿acaso no soy Yo, Di-s? Ahora ve y Yo estaré con tu boca…”. Sobre esto cabe preguntar: ¿por qué Moshé no pidió a Di-s que le curara el tartamudeo en lugar de negarse a Su pedido? ¿Acaso no era evidente que esta sería la respuesta que Di-s le daría a Moshé?

La explicación a esta pregunta revela un aspecto muy importante en la personalidad de Moshé: él quería preservar un recuerdo constante del milagro que Di-s le había realizado de niño. No quería jamás olvidar su lengua quemada y el reconocimiento a Di-s por haberle enviado al ángel Gavriel para salvarle la vida. Si Di-s habría de curarle la lengua, probablemente su gratitud a Él por el milagro de su niñez habría de ser olvidada con el tiempo.

Moshé temía de la tendencia humana a ser desagradecido: la psiquis humana tiende a olvidar los favores realizados para con ella. Y es muy fácil ser persuadido a olvidar, pues el olvido quita la responsabilidad de responder con reconocimiento y gratitud. Moshé era consciente de esta falencia humana y por eso quería conservar un recuerdo constante que jamás pudiera ignorar. Esto era tan importante para Moshé, que aun sabiendo que si él no sacaría a los judíos de Egipto nadie lo haría en su lugar, no le rezaría a Di-s por la cura de su lengua, dado que eso le provocaría eventualmente olvidar el milagro.

Si habría de acontecernos un incidente similar, ¿acaso reaccionaríamos igual que Moshé? En lugar de reconocer el milagro, la mayoría de la gente pasaría la vida culpando a Di-s por haberle desencadenado el tartamudeo. Muchos preferirían encontrar un motivo para estar enojados y a alguien para culpar. Sepamos que toda esta amargura viene sólo a liberar a la persona de su responsabilidad.

Cierta vez participé de una clase en la que el Rabino mencionó cómo había persuadido a una mujer a no abortar. La mujer lloraba y decía que no deseaba traer un bebé a un mundo donde no hay amor. Y yo me pregunto, ¿acaso es verdad que no hay amor en el mundo? ¿Acaso no nos aman nuestros rabinos y maestros que dedican toda su vida a enseñarnos? Nuestros padres y cónyuges… Somos propensos a olvidar con facilidad todo el planeamiento y esfuerzo que conlleva el preparar la comida y las demás tareas del hogar. Subconscientemente, preferimos olvidar mostrar aprecio por ello, para liberarnos de la responsabilidad de reconocer nuestras deudas con otros. Quizás, si estudiamos más profundamente esta característica humana, descubriremos que al agradecer reconocemos el hecho que no tenemos todo bajo nuestro control: “gracias” denota que nos encontramos en la posición de recibir de otros.

Cierta vez alguien me recalcó una realidad bastante irónica: en nuestros primeros años de vida, nuestros padres solían festejarnos el cumpleaños, para darnos una sensación de ser apreciados y reconocidos. Sería de suponer que al crecer, el “cumpleañero” festejaría su propio cumpleaños honrando a sus padres, como agradecimiento por haberlo traído al mundo, por haberlo criado, alimentado, por haberse levantado por él de noche, etc. Sin embrago, nadie festeja un cumpleaños así…

Nunca debemos olvidar ser agradecidos. Y aun si la persona no tiene nadie en el mundo que lo ama, Di-s la ama. La psiquis humana tiende a olvidar toda la bondad que Di-s obra por nosotros desde el momento que nacemos; lo cual es un fenómeno bastante inusual: la persona está rodeada de tanto amor y prefiere ignorarlo. Preferimos creer que estamos solos y que a nadie le importa de nosotros; sólo para evitar la responsabilidad de sentir reconocimiento y gratitud.

 

Los más asiduos trabajadores del mundo

 

El Rambam escribe en una carta a su hijo Rabí Abraham, que el Faraón representa la Inclinación del Mal. Rabí M. Shwab escribe que si estudiamos la historia y el comportamiento del Faraón, aprenderemos la historia y comportamiento de nuestra Mala Inclinación. Con sólo abrir los ojos y llevar a cabo una profunda introspección, podremos encontrar algunas “características internas del Faraón” en nuestra propia personalidad. El Mesilat Yiesharim (cap. 2) señala que para asegurarse de que los judíos no se revelaran, el Faraón intensificó la esclavitud. Pues al estar ocupada, la persona no tiene oportunidad de ver la realidad como realmente es ni de considerar distintas alternativas. La conspiración utilizada por el Faraón, es la misma que utiliza nuestra Mala Inclinación.

Después del fracaso en su primer intento por liberar a los judíos de la esclavitud, Di-s le ordenó a Moshé que regresara al Faraón por segunda vez y Moshé se mostró renuente a obedecer, justificándose: “si los judíos no me escucharon (cuando les informé que su salvación ha llegado), ¿por qué me escuchará el Faraón, especialmente tomando en cuenta mi tartamudeo?” (Shemot 6, 12).

El Midrash explica que este es uno de los diez “kal vajómer“, los diez métodos lógicos de deducción explícitos en la Torá, utilizados para entender sus enseñanzas. (Bereshit Rabá 92:7): si los judíos que están tan desanimados y duramente esclavizados no creen que Tú me has enviado, ¿cómo puedo esperar que el Faraón, quien se beneficia de esclavizar a los judíos, crea que Tú deseas liberar a Tu Pueblo?

Muy comúnmente se pregunta dónde está la lógica de esta deducción: los judíos torturados por la esclavitud no tenían fuerza para alzar los ojos y vislumbrar la tenue luz al final del túnel; y por eso no creyeron que serían redimidos. Sin embrago, el Faraón que no estaba esclavizado ni forzado a trabajar, sí podía haber creído que había llegado el momento de la redención. Entonces, ¿cuál es la lógica de esta deducción?

Rabí Itzjak Ezraji shlit”a propone una respuesta que nos deja una lección para la vida. El Faraón también trabajaba muy duro. Él también estaba “esclavizado”. Como gobernador del imperio más grande del mundo, el Faraón había desarrollado una creencia que él mismo era dios. Después de haber sido bendecido por Iacov, cada vez que el Faraón se acercaba al Río Nilo, las aguas brotaban a su encuentro. El Faraón utilizó esto para respaldar su slogan: “El Nilo me pertenece y yo lo he creado” (Yiejezkel 29, 3). A fin de demostrar que él mismo tampoco era humano, el Faraón afirmaba no tener necesidades sanitarias. En su lugar, todas las mañanas el Faraón iba secretamente al Nilo para evacuarse allí. Si nos detenemos a imaginarnos todo lo que debía hacer para respaldar la creencia de no ser humano, descubriremos que se trata de una labor que puede tomar las 24 horas. El Faraón estaba esclavizado a esta creencia y por eso estaba siempre ocupado trabajando; demostrarse a sí mismo que era un dios era sumamente agotador. Así es que el Faraón también estaba demasiado cansado como para escuchar a Moshé que le transmitía la Voluntad Divina de liberar a Sus hijos. Esta era la protesta de Moshé.

Esta idea da luz a aquellos que verdaderamente son los más asiduos trabajadores del mundo: aquellos que pretenden demostrar que jamás cometen errores. Personas que niegan necesitar a veces ayuda, como cualquier otro ser humano. Personas que llegaron a la cúspide y sienten que deben desmentir haber estado alguna vez más abajo. Estas son personas esclavizadas.

Podemos trabajar muy duro, tratando de estar a la altura del retrato que nos pintamos de nosotros mismos con un toque de soberbia. El esfuerzo que esto requiere puede ser muy extenuante. De hecho, en realidad los más asiduos trabajadores del mundo son aquellos que trabajan en contra de la realidad. Las personas pueden extenuarse tratando de vivir en un nivel que en realidad está fuera de su alcance. Pueden esconder su verdadera identidad, jadeando para respirar debajo de la máscara de quien sueñan y anhelan ser. Y no hay esclavitud peor que esta: la esclavitud al “importantísimo yo” que uno se cree.

Podríamos preguntarnos por qué el Todopoderoso se “molestó” en enviar diez plagas, cuando podía simplemente haber enviado la última y más dura de todas; la muerte de los primogénitos; y liberar así a los judíos. La respuesta es que Di-s no se revela delante del arrogante de una sola vez, sino que le presenta la oportunidad de optar por reconocer Su poder y grandeza. Después de cada plaga, el Faraón encontraba una excusa para no tener que escuchar a Di-s. Así actúan también el Instinto del Mal y la persona arrogante que pelea a cualquier precio para conservar su patraña. Di-s nos da la oportunidad de optar por esta conducta, pues es parte de la manifestación del libre albedrío. Aun así, preguntémonos: ¿cuánto tiempo podemos estar esclavizados por creencias irracionales que no nos dejan descanso?

Depende de nosotros; podemos optar por invertir esfuerzos en la realidad o en fantasías. Observar detenidamente al Faraón y reflexionando a dónde lo llevó su elección, puede ayudarnos a escoger correctamente nuestro camino.


El libre albedrío de mi tío

 

“Aharón tomó por esposa a Elisheva, hija de Aminadav, hermana de Najshón” (Shemot 6, 23). El Talmud en Bavá Batrá 110ª pregunta: ¿por qué es tan importante mencionar que Najshón era su hermano? ¿Acaso no podíamos deducirlo de lo mencionado anteriormente, que Aminadav era su padre?

Y la respuesta propuesta por el Talmud mismo es que aprendemos de aquí que antes de contraer matrimonio, la persona debe fijarse cómo son los hermanos de la novia, puesto que la mayoría de los hijos se parecen a los hermanos de la madre.

Ocurrió con un estudiante de Ieshivá que cierta vez fue a consultar al Rav Shaj zt”l con respecto a este tema. Pues le habían propuesto un shiduj con una joven de familia respetada y el padre Rabino, que uno de los hermanos había dejado de observar la Torá. El joven deseaba seguir adelante con el shiduj que parecía ser una buena propuesta, pero al mismo tiempo le preocupaba este consejo del Talmud acerca de las ramificaciones que pudiera tener sobre sus hijos.

El Rav Shaj le contestó con firmeza: “¡No te preocupes! El Jazón Ish ya dictaminó que los hijos salen como los hermanos de la madre sólo en lo que respecta a las midot (cualidades), pues son genéticas. Sin embargo, con respecto al camino escogido por el hermano – eso depende del libre albedrío y uno no debe preocuparse por el efecto que puede conllevar”.

Empero, la madre del joven no quedó conforme con esta respuesta: “entiendo, pero el sufrimiento que el muchacho les provocó a sus padres con su comportamiento, no puede ser pasado por alto. ¡El muchacho no sólo abandonó el camino de sus padres, sino que sin duda posee también horribles cualidades!”, le dijo.

El joven volvió a lo del Rav Shaj y le transmitió las palabras de su madre; pero el Rav Shaj no estuvo de acuerdo. “Dile a tu madre que la tentación de la calle es tan grande y la marea arrastra con tanta fuerza; que es imposible tomar conclusiones sobre las midot del muchacho sólo por no ser capaz de superar las pruebas que la calle ofrece. Su abandono de la religión no proviene de malas cualidades, sino de una dificultad para superar las tentaciones de la calle. ¡No dudes, sigue adelante y quiera Di-s que puedan construir juntos un hogar de Torá y Mitzvot!”. Y así fue realmente. (Adaptado del “Orjot Habait”)

Podemos aprender mucho de este relato. Para jóvenes en busca de su pareja, sería bueno comenzar a averiguar acerca de las midot de la familia, en lugar de indagar acerca de cómo utilizan el libre albedrío. Podemos rescatar también que las midot son genéticas, en tanto que la bejirá (el libre albedrío) no lo es. Que el mundo está lleno de tentaciones que pueden hacer caer a la persona a pesar de las buenas cualidades que posea. Y que las características negativas que vemos en nuestros padres y hermanos, probablemente estén en nosotros también.

Podemos aprender aun más. Que si bien muchos creen que el temor a Di-s depende del intelecto de la persona o de sus cualidades, vemos que en realidad es algo relacionado con el libre albedrío. Vemos en la Parashá de esta semana que el temor a Di-s es una decisión que uno debe tomar. Y aun cuando es evidente el perjuicio que causa la desobediencia a la Palabra Divina, como vemos en la plaga de la peste, la elección permanece abierta. Los egipcios fueron informados de que quien deseaba proteger a sus animales de la plaga, debía ingresarlos al establo. “Y quienes temieron de la Palabra de Di-s obedecieron, y sus animales se salvaron”. La persona puede ser consciente de que la plaga está por llegar, y aun así no temer de Di-s. Puede poseer las mejores cualidades y buen corazón, y aun así optar por ser una mala persona. Puede ser muy sabia, y optar por no creer en Di-s.

“Todo está en Manos de Di-s, excepto el temor y reverencia a Él”, nos enseñan nuestros Sabios. Quiera Di-s que merezcamos tener la sabiduría para utilizar el libre albedrío, perfeccionando nuestras midot y convirtiéndonos en personas temerosas de Di-s.

 

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