spanish reeh

TZEDAKÁ: Un pequeño cambio que lleva a grandes cambios

Uno de mis primeros días en Israel, mientras paseaba con un compañero por las calles de Mea Shearim en Jerusalén, se nos acercó un hombre pobre. Este extrajo un vaso que contenía algunas monedas y dijo: “Shabat Kódesh“, con lo cual quería decir que estaba juntando fondos para comprar la comida festiva para él y su familia. Mientras mi amigo buscaba por sus bolsillos, yo le di al pobre una moneda de un shekel. Sin embargo, la búsqueda de mi compañero se resumió en la moneda de diez centavos que colocó en el vaso del pobre. Antes de que pudiéramos seguir caminando, el hombre nos detuvo, diciendo: “¡Un minuto!”, e introdujo una moneda de medio shekel en la mano de mi amigo. “Parece que tú necesitas el dinero más que yo”, se explicó. Sin más palabras, se dio vuelta y se fue, dejándonos completamente estupefactos.

 

Antes de proponer cuál es el punto de vista de la Torá respecto de nuestra reacción a un brazo extendido y una palma (o un vaso) abierta, permítanme compartir con ustedes otros encuentros que tuve con los mendigos de Israel. Nunca olvidaré a un caballero de unos sesenta años o más que se circulaba por la sala de estudio de la Ieshivá de Mir vistiendo una gorra negra con la palabra SHVIGUER (suegra), grabada en letras doradas. Estaba también el que venía con un cartel colgado al pecho, en el que proclamaba en inglés (un idioma aparentemente desconocido por él) que era “sordo, muerto y mudo”. Yo, personalmente, sólo puedo atestiguar que era sordo y mudo. Estaba el individuo que contaba chistes y el otro que primero trataba de convencerte de contratarlo para un masaje que costaba 250 shekel (como lo mostraba su título), y luego te preguntaba si por lo menos podías ayudarlo con un shekel para pagar por el psicólogo.

 

Llegado un momento, comencé a ignorar a estas personas, debido a la molestia que generalmente causaban; cada encuentro me obligaba a dejar de estudiar para buscar una moneda. Sin embargo, pronto empecé a sentirme incómodo con este enfoque, especialmente con respecto a las personas que venían todas las semanas. A fin de cuentas, lo único que pedían era medio shekel. Además, siempre tenía en mente la clásica imagen de un Judío colocando una moneda en la alcancía sostenida por el brazo de su hermano Judío. Para peor, yo sabía que existe una prohibición bíblica de no dar absolutamente nada, como está escrito: לא תוכל להתעלם .

 

Una reflexión de la parashá de esta semana me ayudó a corregir mi actuar y, en definitiva, mi punto de vista. La Torá nos dice: “Dale a él y no dejes que tu corazón se sienta mal por ello…” – נתן תתן לו ולא ירע לבבך בתתך לו. El Klí Jemdá recalca respecto de la duplicación del verbo dar en el versículo (נתן תתן), y explica que esto nos viene a enseñar que si a uno le cuesta dar, debe darle un poco a la primera persona que le pide y otro poco al pobre siguiente… Con el tiempo, logrará cambiar sus hábitos y dar con más generosidad. De hecho, este enfoque puede ayudarnos a ser más generosos y compasivos también en otros aspectos de la vida.

 

Además del beneficio de un “pequeño cambio” que conduce a grandes cambios, la mitzvá de tzedaká esconde otras importantísimas ganancias. Por un lado, el pobre le proporciona al donante un cambio de perspectiva: La Torá nos dice que siempre habrá gente pobre en el mundo, ¿por qué? Rabenu Bajié responde que un mundo en el que solamente existen personas ricas, se desintegraría económicamente: Las personas jamás sentirían la necesidad de vender sus posesiones, aun cuando otros las necesitan, y como resultado, el dinero perdería su valor. Por ende, es importante que existan los pobres. (Jovat HaLevavot, Shaar HaBejiná, capítulo 5).

 

A primera vista, esto parece un poco desconcertante; parecería que Rabenu Bajié sostiene que los pobres deben sufrir toda su vida para facilitarles una próspera economía a los ricos. Asimismo, encontramos una declaración similar en el Talmud con respecto a la pobreza: Rabí Akiva dijo que si bien Di-s ama a los pobres, permite que sean víctimas de la pobreza a fin de que los ricos sean salvados del infierno al darles caridad. (Bavá Batrá 10a) ¿Cómo puede Di-s permitir que los pobres vivan una vida de sufrimiento sólo para salvar a los ricos de su castigo en el Mundo Venidero? Rabí Eliahu Dessler zt”l explica que no somos conscientes de cuán grande es el mérito de beneficiar a otro ser humano ¡y, de hecho, los pobres reciben este mérito!

 

Se cuenta que cuando un pobre tocaba la puerta de Rabí Isser Zalman Meltzer zt”l, él saltaba de su asiento y corría a buscar algo de dinero para que el pobre no tuviera que perder siquiera un segundo innecesariamente. Los alumnos le ofrecieron al Gadol Hador que ellos podrían hacerlo, o  que al menos abrirían la puerta para dejar pasar al hombre pobre, mas Rabí Isser Zalman se negó, explicando que él tiene un agradecimiento especial hacia los pobres. Pues si la existencia de los pobres es un decreto Celestial, entonces: “Si no fuera por esta persona que es pobre, quizás yo tendría que ocupar ese puesto. Él me está haciendo un favor al recibir esa posición en mi lugar”, decía. (Véase Devarim 15:11)

 

*

A veces, cuando nos encontramos con un pobre, oímos una voz interna que nos dice: “¿Por qué no sale a trabajar y ganar un poco de dinero?”, o “seguramente existen mejores causas que esta…”. Antes de hacerle caso a este voz, sería mejor estudiar detalladamente las leyes de Tzedaká y aprender (o volver a aprender) todo lo escrito por nuestros Sabios acerca de esta mitzvá. Nos salva de la muerte, de los malos decretos, de la pobreza y del Guehinom; y nos trae salvaciones, nos hace mejores, y nos une. Además, como declara el profeta Yieshaiahu: Jerusalén será reconstruida a través de la caridad (ישעיה א ‘, כז’).

 

¡De paso, a veces sólo cuesta un shekel!

.

 

Con el fin en mente:

Una técnica efectiva de auto-ayuda

 

Recientemente, uno de mis maestros viajó a Estados Unidos para visitar a un alumno suyo. Durante su estadía allí, le pidieron que diera una clase de Torá en la oficina del padre del alumno; un hombre rico y muy trabajador, que pasa incontables horas sentado detrás de un escritorio en su oficina de lujo. Al final de la clase, el hombre extrajo un balde de debajo de su gran escritorio de caoba y lo apoyó sobre la mesa. Luego le pidió al rabino que echara un vistazo a su interior: ¡El balde estaba lleno de tierra! Entonces, le explicó al rabino que cada vez que se siente satisfecho por un buen negocio que realizó, toma este cubo y se dice a sí mismo: Algún día seré enterrado con este montículo de tierra cubriendo mi cuerpo. Puede llegar a suceder cualquier día, y entonces, dejaré todo mi dinero detrás.

 

Después de relatar esta historia, mi maestro me miró y comentó: “¡Quedé totalmente sorprendido! Jamás me hubiera imaginado que un hombre en su posición haría algo así. Mientras que la mayoría de la gente tiene miedo de la muerte y trata de evitar el tema, este hombre de algún modo se sentía feliz de recordarse a sí mismo que algún día todo habría de acabar”, ya que un recordatorio de la muerte puede encaminarnos a la perspectiva correcta de la vida. El Ben Ish Jai encuentra este mismo concepto insinuado en nuestra parashá:ראה אנכי נותן לפניכם היום ברכה וקללה – “Observad que coloco hoy delante de vosotros…”. En otras palabras, percibid y concentraos en el día de hoy que os estoy obsequiando. Para poder considerar la vida desde una perspectiva adecuada, es necesario detenerse y preguntarse: “¿Cómo habría de comportarme si hoy fuera mi último día de vida?”. Esta reflexión también nos da la fuerza necesaria para hacer frente a las dificultades y superarlas, o ayudarnos a no perder el tiempo en cosas mundanas que, a la larga, son de muy poca importancia.

 

La idea del Ben Ish Jai es muy importante, especialmente para quienes vivimos una vida plena. El ietzer hará (instinto del mal) aprovecha la situación y nos persuade a sentirnos orgullosos de nosotros mismos; él sabe que la soberbia puede fácilmente conducir al abandono de Di-s y Sus mandamientos. La mejor manera de superarlo es imaginándonos que no hay más que “hoy”; mañana ya no existe. Hasta mañana, el alma puede llegar a dejar todas nuestras posesiones mundanas detrás. El Midrash nos lo transmite con el ejemplo de un bebé, que cuando llega al mundo sus puños están apretados. Empero, al abandonar el mundo, sus palmas están abiertas (קהלת רבה ה, ב). Simbólicamente, esto nos demuestra que todos venimos al mundo tratando de agarrar todo lo que podamos, pero al morir, nos vamos sin nada.

 

Esta misma idea del Ben Ish Jai también nos puede ayudar en momentos de dificultades financieras. De hecho, se vincula con la enseñanza de nuestros Sabios en el Talmud: “No te preocupes por las tribulaciones de mañana, porque no sabes qué puede llegar a ocurrir hasta entonces. Tal vez ni siquiera tengas un mañana, y al preocuparte por él, quizás te estés preocupando de un mundo que no es tuyo”.

אל תצר צרת מחר כי לא תדע מה ילד יום שמא למחר איננו ונמצא מצטער על עולם שאינו שלו

 

¿Por qué, entonces, tendemos a olvidar que la muerte es inevitable y que le puede ocurrir a cualquiera de nosotros en cualquier momento?

 

El Jafetz Jaim nos explica que emocionalmente la gente tiende a sentir que hay una cierta sociedad de personas que mueren. Esta está compuesta de los ancianos, los enfermos y los desafortunados, que pertenecen a este grupo selecto que muere y del cual yo no soy miembro. De modo que, si bien soy consciente de la muerte, esta no se aplica a mí. Este punto de vista erróneo sobre la muerte genera una perspectiva equivocada hacia la vida. Para contrarrestar este factor, el hombre sobre quien contamos anteriormente inventó un método singular y diario que le ayuda a interiorizar emocionalmente la muerte y a tratar las preocupaciones y los desafíos de la vida con la correcta perspectiva.

 

*

Aprender de los muertos

Otro método que nos puede ayudar a mantener una correcta escala de prioridades, es reflexionar acerca de una halajá muy conocida, pertinente al cementerio judío: Está prohibido caminar por el cementerio con los hilos del tzitzit afuera. Esto se debe a que, en cierto nivel, los difuntos allí enterrados perciben que alguien cerca de ellos está cumplimiento una mitzvá que ellos no pueden llevar a cabo, lo cual se considera una ofensa. Los sabios lo denominan לועג לרש – burlarse de los muertos.

Tengamos en cuenta que mientras que unos hilos baratos de tzitzit le “molestan” a los muertos, ellos no se molestan en lo más mínimo si un visitante llega hasta la tumba con un SUV Infiniti último modelo, vistiendo un traje de Canali, un reloj Cartier y hablando por su Blackberry. ¡El sólo hecho de pensar de esta halajá nos puede ayudar a mirar las cosas con la perspectiva correcta!



דברים כ”ב: א-ג

דברים טו – י

יא:כז

סנהדרין ק:

About the author, Yosef

Leave a Comment