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El significado de la teshuvá
Para indicar cuándo un pecador es considerado un verdadero Baal Teshuvá, el Talmud nos da un ejemplo: Si se abstiene de pecar por segunda vez cuando se encuentra con la misma mujer en el mismo lugar y hora que pecó en el pasado (Iomá 86b ).
Esta es una prueba bastante sorprendente. ¿Realmente un Baal Teshuvá necesita volver al mismo lugar y a la misma tentación para poder probar su sinceridad? Más desconcertante aún es la mención del Talmud de volver al momento del pecado. ¿Cómo es posible lograrlo?
El Klí Iakar nos ayuda a entender las palabras de los Sabios, desviándonos a dos versículos claves de la parashá de esta semana: “Pues esta mitzvá no está en los cielos… ni del otro lado del mar, como para decir: ‘¿Quién nos cruzará el mar y nos la acercará para que podamos cumplirla?’ Por el contrario, está muy cerca de ti, en tu boca y tu corazón para poder llevarla a cabo” (Devarim 30:12-13). En otras palabras, uno no debe abstenerse de hacer teshuvá, por miedo a no poder superar las pruebas que tendrá por delante. Ni tampoco necesita viajar al extremo más remoto del mundo, a la situación del pecado anterior, para demostrar que no volverá a pecar. Por el contrario, el lugar del pecado es el corazón. Un intenso arrepentimiento puede devolver a la persona al lugar y al momento del pecado, para poder desarraigarlo. La pena y el remordimiento positivo pueden cambiar al corazón. Pueden transformar los fracasos del pasado en lecciones para el presente y el futuro. Un cambio de percepción por parte del Baal Teshuvá puede finalmente resultar en un cambio de comportamiento y personalidad. Y esa es la forma en que somos juzgados en Rosh Hashaná; Di-s mira la situación actual y su posible resultado en un cambio positivo para el futuro. Lo que sucedió en el pasado no determina el veredicto final, sino que el punto decisivo al encontrarnos ante el Juez Supremo en Rosh Hashaná, es nuestra personalidad y nuestra “re-programación” del corazón.
Encontramos un precedente a este enfoque en la respuesta de Di-s a las plegarias de Ishmael, cuando él y su madre Hagar parecían haberse quedado sin agua en el desierto. Cuando Ishmael se sintió a punto de morir de sed, elevó sus ojos a Di-s y clamó por misericordia. Di-s estaba por crear un manantial de agua, pero los ángeles trataron de intervenir, diciendo: ¿Cómo puedes darle agua al joven cuyos futuros descendientes matarán a Tus hijos de sed? Di-s les respondió: En este momento, ¿qué es Ishmael, un tzadik o un rashá? ¡Ahora es Tzadik! Él ha de ser juzgado según lo que es ahora – באשר הוא שם” – ¿Por qué así? Pues la esencia de la persona es lo que está en su mente y corazón en el momento actual. .
Esta idea nos puede ayudar a entender una curiosa solicitud que le hacemos a Di-s numerosas veces durante los Días Solemnes:כתבנו בספר צדיקים וחסידים – inscríbenos en el Libro de los Justos y Piadosos. La pregunta es obvia: si somos justos, no necesitamos pedir. Si no lo somos, entonces ¿por qué imploramos a Di-s que nos inscriba en un Libro donde no pertenecemos? ¿Cómo se explica este pedido?
Rabí Moshé Jaim Luzatto explica cómo funciona el proceso de la teshuvá: Cuando el pensamiento de placer y deseo se arranca del pecado, el pecado mismo se borra y se anula (Mesilat Iesharim, capítulo 4). El pecado es generado por un pensamiento perverso. Cuando afrontamos las motivaciones internas y negativas, mental y emocionalmente, Di-s está dispuesto a vernos como personas diferentes. A pesar de haber pecado durante todo el año, los pensamientos sinceros de arrepentimiento nos permiten presentarnos delante de Di-s en Rosh Hashaná y decir: “Ahora reconozco que todo el placer obtenido de los pecados no es sino una pena. No quiero reincidir en esos actos. No soy el “yo” pecador de ayer ni el “yo” de mañana, donde quizás fracase en otra prueba. Ahora mismo soy una mejor persona; el “yo” que realmente quiero ser“. .
Hay un midrash que nos puede ayudar a convertirnos en esa persona que realmente queremos ser (Midrash Aséret HaDibrot en לא תגזול). Cierta vez acudieron al rey Salomón tres comerciantes que sospechaban uno del otro de haberse apropiado de las ganancias de su exitoso viaje de negocios. El rey Salomón respondió que estaría listo para juzgar el caso recién al día siguiente. Cuando los tres comerciantes regresaron al día siguiente, el rey les comentó acerca de una consulta enviada por el emperador romano sobre un niño y una niña que se habían comprometido a casar al alcanzar la edad indicada. Entre ellos estipularon que en caso que uno decidiera casarse con otra persona, primero debería pedirle permiso al otro. El tiempo pasó, y la joven encontró a un hombre propicio con quien quería casarse. Fiel a su palabra, llevó a su novio a la casa del hombre con quien se habían comprometido a casar, para obtener su permiso. El hombre aceptó amablemente la decisión de la mujer y se negó a recibir el hermoso presente de oro y piedras preciosas que el novio había traído para apaciguarlo. Con gran sinceridad le deseó a la joven pareja una vida feliz. Desgraciadamente, en el camino de regreso la pareja fue capturada por una banda de ladrones despiadados. El botín fue repartido entre ellos y la joven muchacha fue llevada al líder de la banda. Ella le suplicó que escuchara su historia. Por algún motivo, el jefe de los ladrones decidió apiadarse y devolvió a la novia a su novio, junto con todo el oro y las piedras preciosas.
El rey Salomón se dirigió a los tres mercaderes, pidiéndoles que le ayudaran a resolver la pregunta enviada por el emperador: ¿Cuál de los tres actuó más noblemente: la mujer que cumplió la promesa de su juventud, el hombre que dio permiso para que se casara con otro e incluso se negó a recibir el ostentoso presente, o el jefe de los ladrones que podría haberse quedado con el dinero y la novia, de no haberlo dominado la sensación de piedad?
Cada uno expresó una opinión diferente, pero el rey Salomón ordenó atar y azotar al que elogió al jefe de los ladrones, aclarando que si este elogió al ladrón que no tenía ningún derecho legal sobre la novia o sus posesiones, ¡entonces seguramente él mismo habría de ser un ladrón! Por supuesto, el hombre luego confesó. .
El rey Salomón así lo transmitió en el libro de los Proverbios: “…la persona es aquello que alaba” (Mishlé 27:21). Si alabamos las buenas acciones, entonces eso es lo que somos. Si pedimos ser inscritos en el Libro de los Justos, significa que realmente queremos ser justos. Y si somos sinceros, Di-s también nos considerará como tal. .יהי רצון .כן .
El Shofar: abriendo el paso hacia nuestra verdadera identidad
Me gustaría compartir tres asombrosas enseñanzas de nuestros Sabios acerca del shofar que se toca en Rosh Hashaná y unirlas mediante un concepto fundamental que deseo transmitir.
En primer lugar, ¿por qué se utiliza el cuerno de un carnero y no el de algún otro animal? Los Sabios nos dicen que esto “despliega delante de Di-s el recuerdo de Itzjak atado sobre el altar, listo para ser ofrecido como sacrificio”. Entonces, Di-s promete considerar como si nosotros mismos nos preparamos para ser ofrendados delante de Él (Rosh Hashaná 16b). Siendo así, nos preguntamos ¿acaso Di-s realmente necesita recordatorios simbólicos del sacrificio de Itzjak? Sabemos que los acontecimientos históricos están claros ante Él como las letras de un papel ante los ojos del lector… Di-s no necesita un cuerno simbólico para recordarle a Itzjak atado sobre el altar y al carnero que finalmente lo sustituyó. .
Otro enigma: Nuestros Sabios explican que el motivo por el cual en Rosh Hashaná se toca el shofar dos veces, una mientras los congregantes están sentados y otra de pie, en medio de las plegarias, es para confundir al Satán. Esta situación lo atemoriza, haciéndole creer que la Redención Final ha llegado, de modo que se acerca el fin de su profesión. Nuestra intención es confundir al Satán para que no atestigüe en nuestra contra durante estos momentos de Juicio tan cruciales. Nuevamente nos preguntamos, ¡¿cómo es posible que el cuerno de un carnero confunda a un ángel, justamente al ángel especialista en confundirnos a nosotros durante todo el año?! ¿Acaso no se ha dado cuenta aún, después de miles de Rosh Hashaná, que no se trata del shofar de la Redención Final, sino del de los Judíos que tocan en la sinagoga en el día del juicio?
Y la tercer pregunta: En el Musaf de Rosh Hashaná, bendecimos a Di-s de la siguiente manera: כי שומע קול שופר אתה ומאזין תרועה ואין דומה לך (porque Tú escuchas el sonido del shofar y oyes el sonido de la Teruá, y no hay otro como Tú)… Lo cual parece implicar que Di-s tiene una capacidad especial de escuchar algo en el sonido del shofar que nadie otro puede hacerlo. ¿A qué se refiere?
La clave para estos tres enigmas es la capacidad singular que posee el shofar de despertarnos espiritualmente y conectarnos con nuestro deseo esencial de actuar acorde a la voluntad del Rey Supremo y servir a Di-s con todo nuestro ser, al igual que nuestro patriarca Itzjak. Este deseo es mucho más profundo que cualquier deseo, voluntad, o inclinación que podamos tener. Si bien durante el año no somos plenamente conscientes de su existencia (en nosotros mismos o en otros), este permanece bien profundo dentro de nosotros. Es una emoción silenciosa, que sólo puede ser despertada y expresada a través del sonido del shofar; un sonido que emana de la propia alma. No todos pueden oírlo, y nadie puede oírlo como Di-s. En los instantes decisivos en que Di-s nos juzga de acuerdo a lo que somos en aquel momento y lugar, lo que más deseamos es conectarnos a esta emoción y voluntad tan esencial e innata.
Probablemente durante el año nos hayamos comportado con indiferencia frente al secreto del shofar. Es posible que hayamos actuado en contra de este deseo esencial, pero aun así él está allí. Rabí Najman de Breslev solía decir que un Judío se asemeja a una cebolla: cuanto más se pela, más lágrimas fluyen. Como Judíos, podemos tener muchas capas que cubren nuestra verdadera identidad, sin embargo, el shofar logra pelarlas. En Rosh Hashaná y Iom Kipur, cuando nos hubiera gustado haber podido ser mejores, más sinceros, más espirituales; y sentimos una lágrima que cae al Majzor; esa es una expresión de nuestro verdadero ser. Y es justamente eso lo que nos gustaría que Di-s vea al iniciar nuestro Juicio. .
A lo largo de todo el año, el Satán trabaja horas extras para asegurarse de que esto no suceda. Su función es confundirnos y desconectarnos de nuestro verdadero ser. Al ver que la esencia del Judío – una voluntad interna que irrumpe en Rosh Hashaná – es pura e inaccesible para él, se asusta y cree que ha llegado su fin. Él sabe que si llegamos a descubrir esa capa de nuestra verdadera identidad, entonces realmente llegará la Redención Final acompañada por el poderoso estruendo del gran cuerno del carnero. .
El anuncio .
En el guardarropa de una sinagoga muy concurrida a la que a veces acudo, noté cierta vez un cartel donde decía: “¡Cuidado con los carteristas!”. Unos días después, apareció otro cartel: “¡Querido ladrón! La bolsa que usted llevó contiene cuchillos y piedras de gran valor para mí, pero absolutamente inutilizables para usted. ¡Por favor devuelva la bolsa a su lugar!”. Me imaginé que el propietario habrá de ser shojet. De todos modos, por algún motivo, no logré borrar de mi mente la imagen de los carteles .
Finalmente me di cuenta de que este es el tipo de mensaje que todos debemos estar transmitiendo a nuestro Instinto del Mal durante los días previos a Rosh Hashaná. Él nos robó nuestra preciosa identidad; aquello que realmente somos en el interior. De hecho, el peor crimen del Instinto del Mal es hacernos sentir ‘ajenos’, disminuyendo nuestra autoestima y, consecuentemente, las expectativas que tenemos de nosotros mismos, lo cual nos hace sentir cómodos con nuestro nivel ético actual. ¡En estos días, especialmente, deberíamos forzar al Iétzer Hará a devolvernos nuestra verdadera identidad, más valiosa que cualquier otra cosa! .
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LEILUY NISHMAT: MOSHE BEN NAZIRA, LETIFE BAT FARIDA,EDUARDO DAVID BEN LEAH
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