parashat masei – spanish

leiluy nishmat – Moshe Ben Nazira, Letife Bat Farida, Eduardo David Ben Leah 

——–APRENDIENDO A LLORAR EN TISHÁ BE´AV——–

Nosotros, como judíos, poseemos bastantes recuerdos diarios de que nuestro Templo Sagrado ya no está y que estamos en el exilio. Tres veces al día en las plegarias, y en el Birkat HaMazón (bendición posterior a la comida), recordamos la destrucción de Jerusalén y del Templo Sagrado y expresamos nuestro anhelo por la salvación y la redención. Incluso en Shabat, cuando no se suelen hacer peticiones a Di-s, se añade un pedido especial en el Birkat HaMazón suplicando por la restauración de nuestra pérdida. A pesar de todos estos recordatorios, hay veintiún días en el calendario judío, en los que se nos exige dar un paso más adelante y sacudir nuestros sentimientos por la pérdida del Templo. Nuestros Sabios nos dicen: “כל המתאבל על ירושלים זוכה ורואה בנחמתה” Todo quien se aflige por (la destrucción de) Jerusalén tendrá el privilegio de verla reconfortada. Y, por supuesto, lo contrario también es cierto: si no habremos de llorar por el Templo Sagrado, tampoco tendremos el mérito de ver su reconstrucción. Durante estas tres semanas que nos conducen a Tishá Be´av se espera de nosotros un incremento de emoción y sentimiento.
¿A quién le importa?
Sin embargo, aun si la desgracia fue enorme, ¿acaso es realmente posible sentir dolor por una pérdida que se produjo hace 1943 años? El desafío es más difícil aún en nuestra época, denominada עקבתא דמשיחא – la era anterior a la llegada del Mashíaj. De hecho, ¡muchas de las señales que identifican a este período y fueron previstas en el Talmud (Sanedrín 97a), son visibles hoy en día ante nuestros propios ojos! El nombre de este período, עקבתא דמשיחא, que literalmente significa “el talón del Mashíaj”, alude a la dificultad que enfrentamos al doler por nuestro Templo. Metafóricamente, es posible comparar la historia judía al cuerpo humano; desde la cabeza hasta el talón. La cabeza es representada por Moshé Rabenu y el דור דעה, la “generación sabia” que recibió la Torá en el Monte Sinaí. La historia de nuestra Nación avanza hacia su culminación en nuestra época, un período comparable al talón del pie (עקב). El talón posee singularmente una gran cantidad de piel para amortiguar y sostener a todo el cuerpo. Es también el lugar donde encontramos una gran cantidad de piel seca. Estas características se manifiestan en nuestros tiempos con las emociones y sentimientos hacia los demás que disminuyen considerablemente. Antiguamente la gente solía ser mucho más abnegada y cariñosa. Hoy en día, si quieres que alguien realmente se interese por ti y esté dispuesto a escucharte, posiblemente tengas que abonar mucho dinero por un psicólogo o encontrar alguien que te haga un gran favor. En nuestros días, uno puede estar hablando con otro por teléfono celular, y oír los mensajes de texto que escribe en el mismo teléfono que imaginaba ver arrimado a su oído.

Si los “días de solidaridad” hace tiempo ya se han terminado, ¿cómo se puede esperar de nosotros tantos años después de la destrucción del Templo que sintamos y lloremos por él? ¿Y si no sentimos nada? ¿Existe alguna técnica que podemos aprender a fin de generar un poco de tristeza genuina y lágrimas sinceras?

Las emociones y su propósito
Tal vez uno se pregunte: ¿Para qué hace falta emocionarse y despertar tantos sentimientos por esta causa? ¿Acaso no alcanza con aprender de nuestros errores pasados ​​y centrarse en solucionar los problemas de nuestra Nación sin derramar lágrimas?

La respuesta es que si bien necesitamos utilizar nuestras mentes para llorar por la destrucción del Templo y Jerusalén, esto no es suficiente. De hecho, existen dos expresiones para el vocablo ‘lágrimas’ en hebreo: דמע y בכי. ‘דמע’ tiene las mismas letras que ‘מדע’ (intelecto), ya que proviene y está arraigado a la comprensión intelectual de una tragedia. Por el contrario, la otra clase de lágrimas refleja una emoción desencadenada por el corazón; se denomina ‘בכי’ y su valor numérico es equivalente al de la palabra ‘לב’ (corazón). De modo que la lengua hebrea misma nos enseña que las lágrimas provienen de dos fuentes distintas, y se espera de nosotros que hagamos uso de ambas. Como se dice en Ejá: עיני” “עיני ירדו מים – mis dos ojos derramen lágrimas. A modo conceptual, esto significa que el flujo de las lágrimas emane de ambas fuentes.

Distinguiendo las lágrimas
Las lágrimas del corazón expresan emociones y sentimientos de una forma que las palabras simplemente no pueden hacerlo. Si tenemos alguna duda acerca de si nuestro corazón es realmente capaz de conmoverse hasta soltar lágrimas, la siguiente historia verídica del Holocausto nos demostrará que lo es:

Una mujer cuyo marido había sido asesinado por los Nazis, vio a sus dos hijos, su última esperanza, siendo separados de su regazo por un soldado Nazi. Ella corrió desesperada tras el Nazi que cargaba a los niños en la parte trasera de un camión y le suplicó entre lágrimas desconsoladas que se apiade y los deje en libertad. A lo cual el Nazi contestó fríamente: “Elige al que más quieras y llévatelo”. Este sádico ultimátum fue demasiado para ella; la madre desesperada permaneció allí paralizada, incapaz de sacar palabra alguna de su boca. Negándose a esperar siquiera un minuto más, el Nazi se marchó con ambos niños. Los presentes que se acercaron a la mujer pronto se dieron cuenta de que se había vuelto loca. No sólo había perdido su futuro, sino también su razón.

La tristeza y las lágrimas que esta trágica historia evoca, fluyen de una serie de fuentes: la agonía de una madre cariñosa al tener la oportunidad de salvar a un hijo a costa del otro; el infierno que atravesó el Pueblo judío hace no mucho tiempo, mientras otras naciones observaban fríamente de costado; el desafortunado destino de la madre misma… Pero aun así, el describir las emociones evocadas por este episodio no hace la justicia. Cualquier sobreviviente del Holocausto puede atestiguar que todos los libros y las películas editados apenas transmiten una idea de lo que realmente fue. Esto se debe a que algunas emociones son imposibles de contener dentro de las palabras. Muchos de nosotros conocemos personalmente esta verdad de algún momento cuando la tragedia nos golpeó de cerca. Entonces, la reacción inmediata no fue: “¿Cómo sucedió?”, o “¿Qué se podría haber hecho para evitar que suceda?”. Estas preguntas no son hechas por los familiares cercanos después de sufrir una pérdida trágica; ellos responden con el corazón, no con la mente.

Una nación sentimental
Las relaciones donde encontramos los sentimientos más fuertes son entre una novia y un novio y entre una madre y su hijo. “La participación de la identidad” es muy fuerte en estas relaciones. Y cuanto más fuerte el sentido de la identidad, más fuerte responde el sentido de la emoción. Es por ello que los Profetas frecuentemente utilizan estas dos metáforas para describir el dolor sentimental que Di-s “experimenta” – si fuera posible -, debido a la destrucción del Templo y el exilio de Su Pueblo. Por ejemplo, los Profetas hablan acerca de Zión cual una madre que espera y anhela el regreso a casa de sus hijos desaparecidos. Si no sentimos este dolor, es una señal de que no nos identificamos adecuadamente como parte de nuestra Nación.

*
La fuerza de las emociones
Nuestros Sabios nos dicen que el Templo Sagrado fue destruido por odio injustificado, odio “sin causa”, y que será reconstruido sólo a través del efecto adverso del amor “sin causa”. Estas tres semanas previas a Tishá Be’av son el momento ideal para mejorar y perfeccionarse en este aspecto. Cuanto más nos preocupamos por los demás y nos identificamos con sus dificultades, más ablandamos nuestro propio corazón y le damos rienda suelta a su potencial emocional. La emoción y sensibilidad son posibles solamente cuando existe un sentimiento de apego a los demás. Del mismo modo, sólo seremos capaces de sentir el dolor de Tishá Be´av si somos capaces de observar más allá de nosotros mismos e identificarnos con la trágica desgracia de nuestro Pueblo tras la destrucción del Templo y la pérdida de su esplendor.

La importancia de despertar los sentimientos durante este período es fundamental también por otro motivo: la emoción es un depósito de valor y fuerza. Cuando uno está ligado a algo emocionalmente, se esfuerza por él mucho más. Al conectarnos con amor “incondicional” a nuestros hermanos judíos del pasado y el presente, nos volvemos a unir a nuestra Nación e inculcamos en nosotros mismos el poder de cambiar. Con lo cual adquirimos muchas más oportunidades de ver a Jerusalén consolada y reconstruida.

 

 

 

 

 

———–Decisiones subconscientes———–
Hace poco estaba sentado en un ómnibus sumido en mis pensamientos, cuando dos vigilantes corpulentos detrás de mí comenzaron a hablar en voz alta: “¡Anoche, intencionalmente sin intención me comí un plato entero de palomitas de maíz!”, le dijo uno al otro. “Y no creas que se trataba de una compotera de cereales, ¡era una ensaladera gigante! Después de eso me descompuse por…”.

En este punto me distancié de la conversación, pero más tarde aquel día me di cuenta de que Di-s me había puesto en el lugar correcto y en el momento indicado. Me acordé de la grandísima realidad que está detrás en este período de duelo por el Bet HaMikdash (Templo Sagrado) que acabamos de comenzar: Detrás de todo acto involuntario, actúa un factor intencional. Para abordar este tema me gustaría analizar primero la mitzvá de traer ofrendas al Bet HaMikdash para expiar por los pecados.

Responsable de lo involuntario
¿Por qué se nos ordena traer una ‘ofrenda de pecado’ – קרבן חטאת – por (ciertos tipos de) los pecados cometidos sin intención, mas no por los pecados cometidos intencionalmente? ¿Por qué los pecados intencionales no pueden ser expiados también mediante la ofrenda de un animal?

El Séfer HaJinuj (precepto 95) explica por qué la ‘ofrenda de pecado’ sólo es apropiada para el pecador involuntario, recalcando que en varios aspectos el cuerpo del ser humano es similar al de un animal. La diferencia primordial entre las personas y los animales es que los seres humanos poseen intelecto y un nivel superior de conciencia y emociones. Cuando una persona peca contra Di-s ‘sin querer’, su proceder es esencialmente una dimisión del intelecto al actuar como un animal. Al ofrendar un animal a modo de expiación, la persona se da cuenta de que merecería ser alzado sobre en el altar; si no fuera por la misericordia de Di-s que expía mediante la ofrenda del animal; por no usar su intelecto al actuar en esencia como un animal. De esta manera interioriza la importancia de rectificar su conducta involuntaria, decidiéndose a actuar de una manera más consciente y autocrítica en el futuro. Esto es parte del proceso de la teshuvá (arrepentimiento) que limpia a uno del pecado. En cambio, el pecador intencional (מזיד) que obró con todo su intelecto, no puede recibir la expiación de esta manera, puesto que el marco conceptual que hemos estado discutiendo no se aplica a él, dado que decidió conscientemente llevar a cabo el pecado.

Las decisiones de un leñador
Con esto en mente, podemos entender mejor por qué el asesino involuntario (del cual de habla en la parashá de esta semana) debe huir a una ‘ciudad de refugio’ por temor a que un pariente cercano de la víctima quiera vengar la sangre derramada. Parecería que el exilio a la ciudad de refugio cumple el propósito de expiar por el pecado cometido sin intención. Sin embargo, podríamos preguntarnos, ¿por qué el asesino involuntario requiere expiación? ¿Cuál es su crimen? Su error fue simplemente no notar la presencia de un transeúnte, y al no corroborar que su hacha esté 100% clavada al astil, lo asesinó accidentalmente.

La respuesta es que la Torá nos exige asumir responsabilidad plena de nuestra vida diaria. Lo que hacemos y dónde estamos; incluso sin intención; proviene de innumerables decisiones inconscientes que tomamos a lo largo del día. ¿Alguna vez te preguntaste cuántas decisiones tomas, consciente e inconscientemente, en una sola hora? Sólo para ilustrar este punto, me gustaría enumerar algunas de las decisiones que estás tomando en este preciso instante: Si deseas permanecer despierto, si terminar de leer estas líneas ahora o empujarlo para más tarde, si echarle simplemente un vistazo o dejarlo para leer en la mesa o en la cama. De hecho, es tu propia decisión si apreciar este artículo como interesante o no. Tú, y solamente tú, decides si estás de acuerdo con las ideas que aquí se presentan y si deseas recordarlas y aplicarlas.

Las decisiones y el indeciso
Cada decisión que tomamos conscientemente puede afectar nuestras decisiones futuras; especialmente las subconscientes. En cierto sentido, nuestras numerosas decisiones en el presente nos “programan” de forma automática a tomar decisiones similares en el futuro. Cuanto menos conscientes somos de nuestras decisiones actuales, mayor es la probabilidad de que el “piloto automático” dentro nuestro nos mantenga en el mismo curso de siempre, sin darnos la oportunidad de considerar si quizás existe una forma mejor, más segura, más eficaz o eficiente de hacer las cosas.

A modo de ejemplo: muchas personas sienten que comúnmente postergan la toma de decisiones, y por lo tanto, se consideran a sí mismas indecisas. Ellas se olvidan de que, en gran medida, permanecer indecisas es su propia decisión. Si aprenderían a analizar más rápido y programarse mejor, serían capaces de tomar decisiones con cautela, lo cual es propio en ellas, y a la misma vez también tomarlas antes de que sea demasiado tarde.

A la luz de lo que hemos dicho, podemos apreciar mejor que, en realidad, el leñador cuya hoja del hacha no estaba correctamente fijada al astil, está tomando la decisión de no ser cuidadoso. (Casualmente, esta persona tomó la decisión de buscar su sustento como leñador, un trabajo en el cual los accidentes son más factibles que, por ejemplo, en la venta o la escritura.) Empero, dado que él no mató con intención y conciencia, la Torá no lo castiga con pena de muerte, el castigo impartido a la mente consciente y al cuerpo a la vez, sino que se lo restringe a habitar en la ciudad de refugio, un lugar donde es ilegal poseer cualquier utensilio que puede llegar a ser mortal. Esto garantiza que no llegue a cometer otro error similar a lo largo de su estadía. Su libertad de elegir ser cuidadoso le fue quitada por este período.

Citaremos ahora un ejemplo sobre otra área. Consideremos la ‘ofrenda de pecado’ requerida para quien descuida involuntariamente ciertas trasgresiones de la Torá, como profanar el Shabat. Una persona que profana Shabat porque se olvidó que hoy es Shabat o que esta acción está prohibida en Shabat, debe traer una ‘ofrenda de pecado’. La Torá no considera a esta persona totalmente inocente, puesto que, en última instancia, el error fue resultado de su propia decisión. La realidad demuestra que nos acordamos de aquello que es importante para nosotros. Al no internalizar las leyes de Shabat, así como dónde y cuándo se aplican, inconscientemente está decidiendo que estas tiene poco valor e importancia para él.

Al profetizar acerca de la destrucción inminente del Templo Sagrado, el profeta Irmiahu reprende a la nación judía, reclamándole: “… אין איש נחם על רעתו לאמר וגו’כלה שב במרוצתם כסוס שוטף” – Galopeáis por la vida sin pensar en las decisiones que tomáis. (Mesilat Iesharim, cap. 2)

*

¿Quién lo decidió?
El Templo Sagrado ya no está y la gloria Divina está siendo humillada. Nuestra generación necesita desesperadamente al Mashíaj que la redima del exilio y reconstruya el Templo Sagrado. Algunas personas piensan que Di-s está esperando que aquellos que saben poco y nada acerca de la Torá y las Mitzvot comiencen a cambiar. Pero no es necesariamente así; sin duda, ¡eso no es todo! Di-s está aguardando a aquellos que ya reconocen la necesidad de la redención final, pero prefieren no mostrar interés. Él está esperando un cambio de mentalidad y pensamiento de quienes consideran que estamos viviendo suficientemente cómodos en el exilio, entre los gentiles. Él está esperando que nos demos cuenta de que  permanecer atrapados en este exilio sumidos en la ignorancia es cuestión de nuestra propia decisión. Y Él espera que decidamos y nos demos cuenta de que no podemos salir de debajo de este hundimiento sin Su ayuda. Está en nuestras manos decidir que realmente necesitamos la asistencia Divina. Cálidas lágrimas serán un buen indicador de nuestra sinceridad.

Nuestros Sabios nos dicen que toda generación que no es testigo de la reconstrucción del Templo Sagrado, está, esencialmente, siendo testigo de su destrucción. Ya es hora de que admitamos que nuestras decisiones son las que impiden su reconstrucción.

 

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