BEHAR- SPANISH

 Rezar por buenas ideas


Muchas personas se preguntan por qué sus mentes vagan durante los rezos. ¿Por qué es que la imaginación comienza a funcionar a toda velocidad justo en este momento? Una lamentable broma dice: Si necesitas una buena idea, comienza a rezar. ¿Hay algo que podemos hacer para dominar a nuestra mente, permitiéndonos sentir que realmente estamos parados frente al Todopoderoso?

Antiguamente, la gente solía tener lo que llamaban un “punto de pensamiento”, un lugar específico donde pensaban con concentración y planificaban sus asuntos. Esta práctica se basaba en el hecho que el entorno afecta a la concentración de la mente.

El oso bailarín

¿Has visto en el circo alguna vez a un oso bailarín? El oso se para sobre sus patas traseras, levanta las delanteras y baila al ritmo de la música. La forma de entrenar al oso para este acto nos enseña una importante lección acerca de cómo funciona nuestro propio cerebro. Para entrenar al oso, se colocan brasas ardientes sobre el suelo, al mismo tiempo que se enciende la música. Así es que el pobre oso asocia la música al suelo caliente. Como resultado, cuando se enciende la música en el circo, el oso trata de mantener las patas en el suelo lo menos posible, aparentando saber bailar.

En cierto sentido, el cerebro humano funciona en forma similar: internaliza un sentimiento y lo asocia al entorno en que lo experimentó. (En la mente, el entorno está compuesto de varios elementos; incluyendo los sentidos, el momento del día, el lugar y las personas relacionadas con aquel entorno.) Esto se denomina “representación interna”. Es por ello que, por ejemplo, a las personas con dificultad de conciliar el sueño se les recomienda no hacer nada en la cama, excepto dormir. Pues al leer, conversar, o similares, el cerebro comienza a identificar la cama como un sitio de vigilia, afectando a la facultad del cuerpo de entrar a un estado de reposo.

Este concepto de “representación interna” puede ser útil en distintas áreas de nuestras vidas. Ser consciente de ello nos puede ayudar a controlar nuestros deseos e impulsos. En la parashá de esta semana encontramos una mitzvá relacionada a este concepto.

 Representación interna de santidad

Hacia el final de la parashá (26:2), Di-s nos ordena temer y reverenciar Su Santuario: “ומקדשי תיראו”. El Talmud (Ievamot 6a) explica que este precepto se refiere a temer a Di-s, Quien está presente en el Santuario, y no al santuario o la sinagoga en sí. Aun así, la Torá considera más apropiado transmitirnos la orden diciendo que se debe” temer (Su) santuario”. La pregunta obvia sería, entonces, ¿por qué la Torá habla en forma indirecta?

Para entenderlo, debemos tener en cuenta el concepto mencionado anteriormente: comportarse de una manera respetuosa en el entorno de la sinagoga, aun fuera del horario de los rezos, ayuda a sentir reverencia y temor a Di-s también durante las plegarias en el Bet Hakenéset. Por el contrario, si hablamos sobre cualquier cosa en la sinagoga, podemos llegar a internalizar conexiones y representaciones erróneas, provocando que el entorno de la sinagoga estimule a nuestra mente a pensar durante las plegarias sobre todos los asuntos que estamos acostumbrados (o dispuestos) a conversar en este entorno específico.

Yo personalmente presencié a grandes rabinos mostrando una destacable reverencia hacia la sinagoga: al salir se inclinan, caminando sin darle la espalda y no hablan de nada en la sinagoga que no sea tefilá y Torá. Así también se comportaba el Arizal. De hecho, el Zóhar (1:255a) nos enseña que al hablar en el Bet Hakenéset, uno está echando la Presencia Divina del lugar sagrado, retrasando la Redención Final y comparándose en categoría a un hereje.

Para obtener claridad en las plegarias, uno debe asociar el sentimiento de reverencia al lugar y el momento de los rezos. Es por ello que nuestros Sabios nos indican destinar un lugar y momento fijos para las plegarias – en contraposición a la usanza de rezar cuando encontramos algunos segundos libres en nuestra agenda diaria. Es casi imposible sentir que uno realmente está hablando con Di-s mientras aguarda la llegada de un email o corre para alcanzar al ómnibus.

El arrepentimiento y las representaciones       

El concepto que estamos desarrollando nos esclarece un poco el dicho de nuestros Sabios (Iomá 86b): ¿Quién es un  Ba´al teshuvá (un verdadero penitente)? Una persona que se presenta a la misma tentación que anteriormente lo dominó, y logra superar sus deseos. Rabí Iehudá explica que el entorno de la tentación está compuesto de tres partes: el lugar, el momento y las personas involucradas en el pecado.

A primera vista, el dicho de nuestros Sabios parece enseñarnos que hasta que el penitente no resiste a la tentación en el mismo escenario donde anteriormente fracasó, no demuestra aun que jamás repetirá el pecado. De ser así, cabe preguntar: ¿realmente es necesario volver a colocarse en la situación de peligro para demostrar que nos hemos arrepentido y hemos cambiado?

De hecho, el Klí Iakar (Devarim 30:11) explica que la persona no debe regresar físicamente al escenario del pecado para demostrar su arrepentimiento. Puesto que el verdadero arrepentimiento se manifiesta mediante un corazón arrepentido y un vidui (confesión) adecuado: “בפיך ובלבבך לעשותו”. Por intermedio del arrepentimiento genuino, la persona experimenta exactamente los mismos sentimientos auditivos y visuales que experimentó en el momento del pecado. Es prácticamente como si uno estuviera allí – reviviendo la horrible experiencia. Sin embargo, con sólo colocarse a uno mismo nuevamente en el lugar donde anteriormente fracasó, son grandes las probabilidades de que vuelva a fracasar.

¿He crecido o no?

Es importante reconocer que el impacto de los sentimientos relacionados a un entorno específico puede ser poderosamente negativo así como positivo. Es por ello que, por ejemplo, jóvenes que duermen en el instituto donde estudian y han tenido éxito en superar problemas de su niñez o adolescencia en el entorno actual, al regresar en las vacaciones a sus hogares se enfrentan a las mismas pruebas (nisionot) que creían haber superado. Tanto si el problema era la rivalidad con los hermanos, las discusiones con los padres o la compañía de malos amigos y en lugares inadecuados. Algunos incluso comienzan a dudar de sí mismos, preguntándose si realmente maduraron desde que se fueron de sus casas. La verdad es que en realidad ellos nunca crecieron o superaron una cualidad negativa en aquel escenario negativo del pasado. De hecho, probablemente ellos nunca logren acercarse a reconocer su potencial en aquel entorno. Sin duda, les tomará bastante tiempo aflorar de aquellas modalidades en un entorno saludable, antes de volver a enfrentar el pasado negativo.


 

El enfoque judío sobre el dolor emocional

 

ולא תונו איש את עמיתו  (25:17

Este versículo nos enseña que está prohibido hacer ona´at devarim, es decir, utilizar un lenguaje ofensivo e insultante. El Séfer Hajinuj señala que esta prohibición no concierne a la persona ofendida, impidiéndole responder a la ofensa. Si bien cuando uno permanece callado a las ofensas es considerado un jasid y es amado por Di-s, aquí la Torá no ordena mantenerse en silencio. La naturaleza humana tornaría esto casi imposible de lograr.

El Talmud expone una declaración sorprendente con respecto al ofendido: “Desde la destrucción del Templo Sagrado, todos los portones de plegarias permanecen cerrados excepto los portones de ona´a (ona´at devarim) y de las lágrimas” (Bavá metziá 59a). Hubiéramos pensado que los portones se abren primera y principalmente para las plegarias de las personas necesitadas y muy piadosas.

Rabenu Bejaié lo explica: “Dado que la persona ofendida se siente tan herida, degradada y humillada por su dolor, que las plegarias brotan de su corazón preocupado con fervor – y son recibidas”.

De hecho, el dolor provocado por las palabras ofensivas puede ser peor que un dolor físico o una pérdida monetaria. Una persona ofendida se siente “emocionalmente sola”, y cuando se dirige a Di-s para pedirle apoyo, Él está allí para ayudarla. El consuelo intelectual o racional generalmente no logra curar una herida emocional. En estos casos se necesita apoyo y aceptación emocional. Di-s con Su gran bondad, se lo proporcionará si la persona ofendida realmente cree en que Él está allí para brindárselo.

El poder de una plegaria auténtica y con lágrimas es incomparable. El Rebe de Pshisje propone una pregunta interesante sobre la Guemará que estamos tratando: si los portones de ona´a y lágrimas nunca se cierran, ¿para qué hace falta portones? A lo cual responde: los portones están allí para las plegarias que vienen acompañadas de lágrimas falsas, derramadas por una persona que no cree realmente que el Creador es la única verdadera dirección para solicitar apoyo.

Corazones destrozados

Se dice en nombre del Rebe de Kotzk que no existe en el mundo entero nada más íntegro y puro que un corazón destrozado. Al igual que la ley que respecta a la purificación de utensilios de barro: “שבירתן זוהי טהרתן” (se purifican rompiéndolos), el corazón se purifica cuando se rompe. Sólo con el corazón destrozado y puro la persona puede afianzar su relación con Di-s.

En parashat Bejukotai (26:41), la Torá misma nos dice que todas las kelalot – las terribles maldiciones dirigidas al pecador – tienen por objeto romper su corazón obstinado (או אז יכנע לבבם הערל). El Todopoderoso anhela tanto la relación con nosotros, que está dispuesto a hacer lo que sea necesario para restablecerla. Empero, si logramos inculcar la humildad en nuestros corazones por nuestros propios medios, no necesitaremos ninguna de estas kelalot.

En relación a esto, me gustaría compartir una historia que escuché hace veinte años y causó en mí un impacto de larga duración. Era la noche de Iom Kipur y todos se encontraban en la sinagoga esperando que comience Kol Nidré, excepto el rabino, quien había sido insultado groseramente por uno de los feligreses y no podía hacer frente a la congregación.

Uno de los miembros más dedicados y adinerados de la sinagoga ingresó a la oficina del rabino y, al verlo con el rostro enterrado entre las manos, se dio cuenta de que el rabino había sido insultado. Con suma agudeza, le ofreció al rabino $5000 para comprarle los insultos y las lágrimas que todos necesitamos antes de Iom Kipur. Obviamente, el rabino no aceptó.

Cierta vez, Rabí Jaim Kanievsky shlit”a le dijo a una pareja que no había sido bendecida con hijos hace ya veinte años, que no tenía ninguna bendición o segulá para ofrecerle. Negándose a aceptar su suerte, el hombre y la mujer le pidieron entre llantos que se apiadara de ellos. Rav Jaim les respondió que la plegaria más poderosa que puede existir es la pronunciada por alguien que no responde a una humillación. El poder de una plegaria así es más grande aun que la del más piadoso de los rabinos. De hecho, poco después, la oportunidad se le presentó a esta pareja, ¡y dentro del año siguiente les nació un bebé!

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